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Michelle Malkin

Absolut Vodka, la bebida de la izquierda

La compañía no parece haber entendido que la extrema izquierda y el alcohol no combinan bien.

¿Es inteligente que una multinacional de bebidas alcohólicas coquetee con el radicalismo político de una parte de su cliente a costa de ganarse la antipatía de una capa mucho más amplia de consumidores?

Por lo que parece Absolut, el fabricante de vodka de propiedad sueca, lo hace. La semana pasada, mi correo electrónico se inundó de mensajes procedentes de lectores y colegas blogueros acerca de un nuevo anuncio de Absolut para los bebedores mexicanos que piensan que el suroeste estadounidense les pertenece. Esa idea radical etno-racista no es en absoluto noticia para cualquiera que haya prestado atención a las manifestaciones masivas de extranjeros ilegales celebradas en los últimos dos años en las que el grito de guerra permanente era "Este es nuestro continente, no el vuestro". Como parte de su campaña "En un mundo Absolut", la empresa muestra en revistas y vallas publicitarias una gran fotografía en color de un mapa continental de Estados Unidos con las fronteras cambiadas. El anuncio nos retrotrae a 1848, con México engullendo California, Texas, Nuevo México, Utah, Colorado y Arizona.

Así es como Favio Ucedo, director creativo de la importante agencia norteamericana hispana de publicidad Grupo Gallegos, que no estuvo involucrada en la campaña de Absolut, explica el anuncio de apoyo a la reconquista al diario Los Angeles Times: "Los mexicanos hablan de cómo los americanos les robaron sus tierras, de manera que ésta es su manera de reclamarlas. Es algo muy pertinente y a ellos les encantará la idea."

Vaya. Supongo que no recibió el manual de lemas progres: se supone que tienes que negar que exista la reconquista y además tienes que etiquetar a cualquiera que la critique de pirado racista. Y recuerde: el Consejo Nacional de La Raza afirma que la reconquista es simplemente "una palabra en clave" inventada por "los colectivos de derechas promotores del odio" que se han sacado todo el asunto de la manga.

El lector Paul Hergert escribió a Absolut: "La ilustración que acompaña el anuncio de su empresa y que muestra a México ocupando una gran parte de la parte occidental de los Estados Unidos es censurable por innumerables razones. No sólo es una visión anacrónica de la geografía, sino que también aviva innecesariamente las tensiones americano-mexicanas. Entiendo que el marketing tiene que ser provocativo, pero cuando puede ser usado como propaganda por parte de pueblos y/o naciones concretas, cae de lleno en el campo de la política, y, por tanto, es inapropiado."

Matthew Rogers, dueño de un bar de Richmond, California, envió esta nota a la compañía: "Regento un bar en Pt. Richmond. Tras ver su campaña en la que muestra un mapa occidental de Estados Unidos en el que California forma parte de nuevo de México, he decidido hacer lo siguiente: 1) No servir Absolutnunca más; 2) Rebajar el precio del vodka Ketel One a dos dólares la copa para generar fidelidad; 3) Imprimir una copia de su anuncio y colocarla sobre el anuncio de precio especial de Ketel One; 4) Contar a mis amigos y a mi familia lo que piensa Absolutde los Estados Unidos de América y de nuestro derecho a hacer cumplir las leyes fronterizas. Me encuentro en primera línea de la inmigración ilegal y de sus efectos. ¿Dónde están ustedes? Ah, sí, en Suecia. Buena excusa."

La respuesta inicial de Absolut a las quejas fue colgar a los consumidores que llamaron por teléfono y borrar sus correos electrónicos sin molestarse en leerlos. Pero la controversia se extendió como un incendio forestal en California alimentado por los vientos virtuales de Santa Ana. En la primera de las dos declaraciones, la vicepresidenta de comunicación corporativa de Absolut, Paula Ericsson, intentó ahogar las llamas apelando a la ética de la diversidad de la empresa: "Como compañía global", entonaba de manera pedante, "reconocemos que las personas de partes del mundo diferentes pueden tener perspectivas distintas o interpretar nuestros anuncios de una manera diferente a la que se pretendía en un mercado determinado. Obviamente, este anuncio fue difundido en México y no Estados Unidos, donde habría sido muy diferente."

Esa arrogante santurronería políticamente correcta causó el mismo efecto que arrojar gasolina a las llamas. Durante el fin de semana, Eriksson difundió un nuevo comunicado anunciando la retirada del anuncio. De forma cómica, se titulaba "Nos disculpamos" y sostenía falsamente que "De ninguna manera el anuncio pretendía ofender o desacreditar, o defender una alteración de fronteras, prestar apoyo a cualquier sentimiento antiamericano o tratar asuntos de inmigración... Esta es una disculpa genuina y sincera."

Por su parte, la Associated Press, partidaria de las fronteras abiertas, intentó minimizar la oposición general de los estadounidenses al anuncio de Absolute insistió en calificar de "marginales" los apoyos a la reconquista. Les remito el discurso pronunciado hace dos semanas en San Bernardino por la co-presidenta de la campaña de Hillary Clinton, Dolores Huerta, que arengaba así: "Nosotros no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros" y presumía de que la puesta en práctica de la ley de inmigración es discutible porque la reconquista está ganada. "Ya es demasiado tarde", decía Huerta. "Con que los 47 millones (de latinos) tengan un hijo cada uno... ya está ganada". Quizá Absolut quiera contratar a Huerta como su próxima portavoz.

Recién salida de su debacle de Aztlán, la compañía anunció la semana pasada su nueva campaña presentando un anuncio titulado "La Regla" y descrito como "una mirada humorística a los varones homosexuales y a su fascinación con los ‘atributos’ perfectos de 20 cms". La compañía no parece haber entendido que la extrema izquierda y el alcohol no combinan bien.

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