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Larry Elder

Reverendo, es hora de hacer mutis

El comentario de Obama, que describe el fenómeno destructivo y desestabilizador que el actor/comediante/activista Bill Cosby denomina "padres arrejuntados", quizá puso el dedo en la llaga de Jackson.

Antes de grabar su intervención en el programa matinal Fox & Friends, el Reverendo Jesse Jackson se sentó junto a un hombre. Su micrófono estaba conectado. Dirigiéndose a él, Jackson, en un tono suave, lanzó un ataque contra Barack Obama. Dijo que "Barack denigra a los negros con su plan de subvenciones a las organizaciones religiosas (...) Le rebanaría los sesos". Anticipándose a la difusión de sus manifestaciones por la cadena Fox, Jackson participó en un programa de la CNN, donde ofrecía una disculpa preventiva: "Dije algo que lamento," decía. "Fui un grosero. Fue un comentario muy privado y muy breve y un desliz con el micrófono abierto, pero eso no me consuela en absoluto. Así que llamé de inmediato a la sede de su campaña para presentar mis disculpas a fin de reparar el daño o el perjuicio que esto pueda haberle creado, porque yo le apoyo incondicionalmente." Pero ¿por qué lo dijo?

Jackson se presentó a las presidenciales en 1984. También, y con mayor credibilidad, en 1988. El periodista Geraldo Rivera sostiene con otros que el monstruo tiene los ojos verdes de envidia. ¿Y qué hay de una posible antipatía personal hacía Obama? Cuando el senador anunció por primera vez su candidatura, Jackson se hizo de rogar por su apoyo. Después, Jackson criticó a Obama porque, en su opinión, no se metió en el jardín del "escándalo" de los Seis de Jena. Jackson acusaba a Obama de "actuar como si fuera blanco". Aun así, la rabieta de Jackson resulta bastante desbocada, como si estuviera fuera de sí.

¿Provocó Obama las iras de Jackson por las matizaciones y cambios radicales de opinión en un buen número de asuntos, por ejemplo Irak, Irán, la Ley de Vigilancia Contraterrorista, el TLCAN, la pena de muerte, la Segunda Enmienda, Jerusalén, el repudio a su antiguo pastor, el Reverendo Wright y a su Iglesia de 20 años, y la financiación pública de las campañas electorales? Aparentemente no. Jackson no hacía ninguna referencia a nuevas políticas de Obama.

¿Qué hay de las diferencias de opinión entre Jackson y Obama en política e ideología? No, puesto que ambos denuncian a la administración Bush, se oponen a la guerra de Irak, apoyan el seguro sanitario público, quieren subir los impuestos a los presuntos ricos y buscar para el Estado un papel nivelador en educación, formación profesional y políticas de bienestar.

¿Qué hay de las condenas por parte de Obama a los hombres que irresponsablemente tienen hijos y a continuación los abandonan? Obama, unas cuantas semanas antes, y ante una audiencia clerical mayoritariamente negra, decía:

Necesitamos padres que se den cuenta de que la responsabilidad no termina en la concepción. Eso simplemente te convierte en padre. Lo que te convierte en un hombre no es la capacidad de tener un hijo. Cualquiera puede tener un hijo. Eso no te hace padre. Es el valor para criar a un hijo lo que te convierte en padre (...) No sólo sentarse en casa a ver el programa Sports Center todo el fin de semana... De vez en cuando [Los hijos deberían] cambiar los videojuegos o el mando a distancia por un libro.

Vamos entrando en materia. Recuerde que Jackson, mientras aleccionaba al entonces Presidente Bill Clinton por sus problemas con Mónica Lewinsky, llevó a una compañera de trabajo, es decir, a su querida, a la Casa Blanca. Incluso tomó una foto de esa mujer, visiblemente embarazada, y del presidente en el Despacho Oval. De manera que el comentario de Obama, que describe el fenómeno destructivo y desestabilizador que el actor/comediante/activista Bill Cosby denomina "padres arrejuntados", quizá puso el dedo en la llaga de Jackson. Pero hay más.

El éxito de Obama sugiere que América se acerca cada vez más al sueño de Martin Luther King Jr. de evaluar a la gente según su carácter, y no en virtud del color de su piel. Obama, en el 42º aniversario del Bloody Sunday, la marcha por los derechos civiles en Selma, Alabama, decía: "La generación anterior, la generación de la iniciativa, abrió el camino. Ellos nos acercaron un 90%. Aún tenemos que recorrer ese 10% para cruzar al otro lado."

Hasta Jackson, en una de sus disculpas por la rabieta, decía de Obama que "está corriendo la última vuelta de una maratón de 54 años. Está corriendo en esta competición. Yo formo parte de ella". De manera que, de nuevo, ¿por qué ese comentario desagradable y degradante?

Jackson y su séquito de fanáticos de la raza deben su situación, su poder, su importancia y su lucro a afirmar que el racismo sigue siendo un problema serio en América. Por ejemplo, tras quejarse de la ausencia de un mecanismo de distribución de los recursos entre las minorías, los hijos de Jackson firmaron un lucrativo acuerdo en Chicago con la cervecera Anheuser-Busch por pertenecer a una. Kenneth Timmerman describe en su libro Extorsión el modus operandi de Jackson: jugar la baza racial para su enriquecimiento personal y el de sus amigos y parientes.

En lugar de complacerse ante el progreso obvio de América o enorgullecerse de su papel en él, el anacrónico Jackson se transforma ahora en un "líder" petulante y autocompasivo con poco que liderar. Buenas noticias para Estados Unidos; malas para Jackson.

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