Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) han subrayado la importancia de esa diferencia y la transcendencia que para la salud, y sobre todo para combatir la obesidad, tendría controlar el apetito.
Según los científicos de este centro, la extensión de la ambigüedad en el uso del "hambre" y "apetito" se refleja incluso en las definiciones que recoge el diccionario de la Real Academia Española (RAE) al referirse al "hambre". Atribuyen además estos científicos a la fraseología popular una parte de esa confusión.
Dichos como "me muero de hambre", "ser más listo que el hambre", "juntarse el hambre con las ganas de comer" o "comer a alguien con los ojos" otorgan al término hambre acepciones placenteras que sin embargo son más propias del apetito.
Según Miguel López, del grupo del CIBERobn, "tener hambre" es una necesidad fisiológica vital, indispensable para saciar el hambre, y para nutrir el cuerpo con micronutrientes, como algunas vitaminas, minerales y macronutrientes, como proteínas, grasas y carbohidratos presentes en cualquier alimento.
En cambio "tener apetito" significa el deseo de comer por placer, en el que intervienen factores como los olores, sabores, el aspecto y presentación de los alimentos o ciertas costumbres alimenticias que estimulan la mente para fomentar una necesidad, la de comer, "que en realidad ya estaría satisfecha".
Según el CIBERobn, el problema en la sociedad actual radica en el exceso de oferta y consumo de alimentos, lo que conlleva un incremento del consumo de calorías que, sumado al incremento del sedentarismo, deriva en el acumulo de dichas calorías en forma de grasa.
Toda la información procedente de los depósitos grasos, niveles de glucosa en sangre y del tracto digestivo es recibida, analizada y procesada por determinadas neuronas (células nerviosas) en el encéfalo, en concreto en la región del hipotálamo, según este investigador.
El control hipotalámico de la ingesta es muy preciso, se ve influenciado por factores hedónicos, relacionados con el placer por la comida o el acto social que supone comer, según Miguel López, que ha aclarado que el hecho de que algunos alimentos, como el chocolate o los aperitivos, "enganchen", se debe a que su ingestión estimula zonas cerebrales implicadas con la adición.
Según este grupo de expertos en nutrición, los malos hábitos alimenticios, propios de sociedades consumistas, pueden desembocar en obesidad y sobrepeso, consideradas la "epidemia" del siglo XXI, ya que los pacientes obesos fallecen antes debido a enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes.
Han recordado que la regulación del apetito es un proceso muy complejo, y que los avances científicos de la última década han puesto de relieve la existencia de hormonas implicadas de forma opuesta en la regulación del comportamiento alimentario, la ghrelina (que despierta el apetito) y la leptina (que inhibe las ganas de comer).

LOS CIENTÍFICOS ANALIZAN LA DIFERENCIA
No es lo mismo tener hambre que apetito
La sensación y el anhelo de comer, un hábito que además se puede dominar, es apetito, muy diferente del hambre, una necesidad fisiológica vital que ni se puede ni se debe reprimir.
En Tecnociencia
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