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Urdangarín volatilizado y el cariño de los Príncipes

La ausencia de Urdangarín en el desfile y la amable anécdota del paseo del príncipe y su no-beso con la princesa centran nuestra atención.

La ausencia de Urdangarín en el desfile y la amable anécdota del paseo del príncipe y su no-beso con la princesa centran nuestra atención.

La semana de la Familia Real aparece marcada por el desfile de la Fiesta de la Hispanidad, y también el paseo del príncipe el Día de la Banderita. Ambas jornadas marcadas por el protocolo, pero cuyo diferente tono da la medida del diferente aprecio de los ciudadanos por sus respectivos protagonistas.

El viernes el titular más destacado fue la ausencia de los duques de Palma en el desfile del día de la Hispanidad. Los Urdangarín dicen así adiós a una ceremonia en la que estuvieron presentes hasta el año pasado, y de la que han sido excluidos por la cadena de escándalos que afectan al duque de Palma. No obstante, esto era lo esperado: lo inesperado fue la marginación de la infanta Elena al ubicarla en el palco de personalidades políticas, muy lejos del núcleo formado por los reyes y los príncipes de Asturias. Sin duda, la decisión de Zarzuela de apartar a las infantas del núcleo duro, el de los Reyes y los príncipes -y junto a Rubalcaba, nada menos- ha jugado en esta ocasión una mala jugada a Elena de Borbón.

La ausencia de los Urdangarín nos lleva a preguntarnos a qué habrán dedicado en soledad la jornada de fiesta, repudiados por Zarzuela y los ciudadanos y en plena cuenta atrás para el juicio por el caso Nóos... un dato que se añade a la última de las malas noticias que se le acumulan al duque. Nos referimos al hecho de que Iñaki Urdangarín deberá abonar 8 millones de euros –la fianza de responsabilidad civil- en los primeros días de la semana que viene si no quiere que la Justicia le embargue el palacete de Pedralbes y dos apartamentos situados cerca del paseo marítimo de Palma, propiedad de la empresa Aizoon... de la que la infanta Cristina es socia al 50% con su marido.

La otra anécdota de la semana también la proporcionó el protocolo, pero es mucho más amable y esperanzadora. El martes el príncipe don Felipe decidió, como por otra parte es tradición, obsequiarnos con un paseo a pie por las calles de Madrid el Día de la Banderita, una ruta desde el Congreso hasta el Ministerio de Exteriores que este año ocasionó algún que otro percance a los sorprendidos peatones. Nos referimos, por ejemplo, al provocado por un ciclista que quiso grabar al príncipe y en su lugar acabó casi de cabeza en el suelo. El heredero se apresuró a auxiliar al joven a la vez que, muy resuelto, le advertía que "le había avisado". No obstante, los madrileños no dudaron en acercarse a don Felipe para saludarle amablemente, gestos que fueron correspondidos por el heredero en todos los casos.

Una vez en las mesas petitorias en el ministerio, don Felipe, quizá más fogoso de lo habitual en un acto público tras su paseo matutino, quiso besar a su mujer en la boca y ambos se hicieron un lío. Al final, el asunto acabó con Letizia apartándose cuando su marido iba a besarla y con la pareja dándose dos castos besos en las mejillas. Sin duda, los príncipes gozan de las simpatías de los españoles y su reputación aguanta los escándalos y dudas que arrojan los Urdangarín e incluso el monarca.

La colaboración de las mujeres de la Familia Real en el Día de la Banderita se remonta al año 1889. Esta actividad tiene más de 100 años de antigüedad y representa la mayor fuente de ingresos para la asociación, cuya presidencia de honor asume en la actualidad doña Sofía.

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