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Cayetana de Alba, ese noble objeto de deseo

Para "hacer caja" en sus empresas se vende aceite y naranjas y se sopesa el alquiler del Palacio de Liria para bodas y banquetes.

Para "hacer caja" en sus empresas se vende aceite y naranjas y se sopesa el alquiler del Palacio de Liria para bodas y banquetes.
La duquesa de Alba y Alfonso Díez en Santander | Cordon Press

Hoy, viernes 28 de marzo, la duquesa de Alba cumple ochenta y seis años. En circunstancias lamentables, pues no podrá celebrar la efeméride como ella quería y como su querido esposo, Alfonso Díez le había preparado. Nuestra compañera Beatriz Cortázar ya adelantó ayer que el almuerzo de cumpleaños quedaba cancelado a causa de los quebrantos de su salud.

La duquesa de Alba nació en Madrid en las primeras horas del 28 de marzo de 1926. Fue la noche en la que en el Palacio de Liria se había convocado una cena con tres grandes personalidades de la cultura: el doctor Gregorio Marañón, el filósofo José Ortega y Gasset y el novelista Ramón Pérez de Ayala. El parto parece ser que se adelantó unas horas. El duque de Alba no canceló la velada. Llamó a la comadrona y hacia las dos de la madrugada vino al mundo su única hija, Cayetana. Ostenta el décimo octavo Ducado, junto a medio centenar más de títulos nobiliarios. Luis Miguel Dominguín le hizo llegar en los años 50 una petición de Pablo Picasso: hacerle un retrato, cual Maja del siglo XX. Desnuda, por supuesto. Lo impidió su primer marido, Luis Martínez de Irujo, con quien había contraído matrimonio el día del Pilar de 1947. Tendrían seis hijos.

Con anterioridad a ese enlace, Cayetana Fitz-James Stuart tuvo relaciones con el torero sevillano Pepe Luis Vázquez: "El amor imposible de mi vida", diría ella. Su padre, el duque de Alba, impidió aquella boda. Y la envió una temporada a Londres. Luego tuvo su primer novio, digamos que oficial, Beltrán Osorio, duque de Alburquerque. A su progenitor tampoco le hacía mucha gracia que se casara con éste, aunque perteneciera a la más rancia aristocracia. Hay una historia casi de culebrón televisivo que había vivido en su época de casada: el acoso del príncipe Ali Khan. Aquél que se casó con Rita Haywort, padre del actual Aga Khan. Era 1959, los Alba se hallaban en Nueva York y Ali Khan no hacía nada más que mandar flores a Cayetana en pos de un cita. Luis Martínez de Irujo se contuvo hasta el límite. En otros tiempos el asunto tal vez se hubiera dirimido en un duelo.

La duquesa en su boda con Luis Martínez de Irujo

Y es que nuestra actual duquesa de Alba siempre tuvo contumaces admiradores. Se recuerda el nombre de otro torero sevillano por el que Cayetana sintió una especial debilidad, fuera de los ruedos, me refiero: Manolo González. Y en algún otro momento especial de su vida también se cuenta que mostró mucha simpatía hacia un pariente directo del Fundador de Falange Española, el muy atractivo e inteligente Miguel Primo de Rivera. No serenó Cayetana de Alba sus ímpetus sentimentales en los años 70, ya viuda, cuando iba a Roma con frecuencia. Parece que a encontrarse con un joven decorador español. El actor Vicente Parra parecía estar platónicamente enamorado de la duquesa, aunque ella prefería a otro reputado galán, muy discreto siempre en sus encuentros amorosos. Hasta se habló asimismo de un acreditado reportero.

¿Sólo rumores? La historia con el bailarín Antonio la zanjaría ella así: "Si no hubiera sido porque era de la otra acera, podría haber sido un amor en mi vida. Pero no lo fue". Cuando conoció a Jesús Aguirre, años después de que dejara el sacerdocio aquel cura progre que encantaba con sus homilías a los intelectuales de izquierdas, dijo de él: "Parece un papel secante". Pero se casaron. "Me hubiera gustado tener un hijo suyo, fue el gran amor de mi vida". Ahora, en su tercer matrimonio, habla maravillas de Alfonso Díez, que le ha devuelto, siquiera interiormente, efluvios de otros tiempos y ganas de vivir.

Y en el trasfondo de todo cuanto la rodea están las especulaciones sobre su cuantiosa fortuna. De difícil evaluación. ¿Tres mil quinientos millones de euros? Cuatro palacios, dos castillos, otras propiedades inmobiliarias, su incalculable colección de arte que seguro supone mucho más que la cifra mencionada… Pero con cuentas, dicen, en números rojos en algunas de sus empresas. De ahí que el primogénito, duque de Huéscar, de acuerdo con sus hermanos, "se haya puesto las pilas" para conseguir "cash", "pasta gansa", dinero contante y sonante. Tras el éxito de la exposición parcial de obras artísticas de la Casa de Alba en el Ayuntamiento de Madrid, hace un año, embotellan aceites, venden jamones, carne en general, naranjas y otras frutas, resultado de las cosechas de sus numerosas fincas. Y sopesan el momento de alquilar algunos salones del madrileño Palacio de Liria, en la calle de la Princesa, para bodas y banquetes. Algún millonario o mejor nuevo rico, podría decir en su día: "He casado a mi hija entre cuadros de Goya". Y la duquesa de Alba, con sus hijos: "Y nosotros hemos hecho caja". Así, todos tan contentos.

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