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Los humildes orígenes de Montserrat Caballé

Montserrat Caballé está a punto de recibir un homenaje en el Teatro Real.

Montserrat Caballé está a punto de recibir un homenaje en el Teatro Real.
Montserrat Caballé | Archivo

El próximo martes, 9 de diciembre, tendrá lugar en el Teatro Real de Madrid un magno homenaje a una de las más grandes cantantes de ópera, Montserrat Caballé, quien a sus ochenta y un años cumplidos en abril continúa felizmente en activo, pese a algunos achaques de salud, como el ictus sufrido en 2012 durante una gira por Rusia, que la obligó a permanecer retirada algunos meses. La velada constará, como es lógico, con la presencia de la homenajeada, que acudirá acompañada de su esposo, el también cantante ya retirado Bernabé Martí, con quien celebró el pasado 14 de agosto sus bodas de oro matrimoniales. Estarán asimismo sus dos hijos, Montsita y Bernabé junior, aquélla también soprano. Presumiblemente volverán a cantar juntas en esta excepcional ocasión. Otras reconocidas sopranos tomarán parte en el evento, aunque la Dirección del Teatro Real, organizadora de la gala, no ha querido revelar sus nombres con la intención de brindar una sorpresa a la excelsa soprano catalana, quien actuó por última vez en este prestigioso coliseo de la madrileña plaza de Isabel II (también conocida como plaza de la Ópera) hace ahora un decenio, cuando ofreció un par de funciones de la ópera Cleopatra, de Jules Massenet, en versión concierto.

Montserrat Caballé lleva cantando profesionalmente desde hace sesenta y siete años en los más acreditados teatros de ópera mundiales, con una biografía que incluye cerca de un centenar de óperas. Ha sido doña Anna, de Don Giovanni, de Mozart; la Madama Butterfly, de Puccini (en cuya representación se hizo novia del que sería su marido, que defendió el papel de Pinkerton); la inmortal Lucrezi Borgia, de Donizetti, que le deparó en el Carnegie Hall neoyorquino su lanzamiento internacional, sustituyendo a Marilyn Horne; también Norma, en una triunfal puesta en escena en la Scala milanesa…

Ese brillante historial mereció para la crítica ser comparada, hace ya mucho tiempo, como digna colega de las grandes divas María Callas y Renata Tebaldi, con quienes le unió buena amistad fuera de los escenarios. La bellísima voz de nuestra compatriota, sus grandes facultades vocales, la adaptación a una muy variada galería de personajes de corte dramático, fueron siempre virtudes conocidas en todo el mundo. La gran soprano lírica puede estar satisfecha de haber sido dirigida por los más reputados directores de orquesta, desde Herbert von Karajan a Carlo María Giulini, pasando por Leonard Bernstein, Carlos Kleiber, Claudio Abbado, Riccardo Muri, Zubin Mehta… Como un guiño a otro público bien distinto se encuentran sus grabaciones con el fallecido ex líder del grupo pop-rock Queen, Freddie Mercury, y también junto a Vangelis. Como asimismo están otras de música popular española, por supuesto de gloriosas zarzuelas, pero también de algunas coplas como "Ojos verdes" y "El día que nací yo" y baladas, caso de "Hijo de la luna", de José María Cano y la conocida "Paraules d'amor", de Joan Manuel Serrat.

Tuve ocasión de mantener una larga entrevista de alrededor de una hora con ella. Me preguntó si llevaba una grabadora para registrar la conversación "pues en caso contrario tendría usted que firmarme un papel; es a lo que estoy acostumbrada, evitándome así complicaciones desagradables". Cuando al final de la charla me despedí de ella, pidiéndole dónde debía llevarle esa entrevista transcrita en unos folios, me contestó galantemente que ya no hacía falta. Se fiaba de mí. Le agradecí mucho ese gesto. Es una dama de gran sencillez, con amplio sentido del humor, que suele salpicar sus declaraciones con algunas carcajadas sonoras. Cuando le recordé sus humildes ancestros, me respondió: "¡Humildísimos! Mi padre trabajaba como químico de productos del campo y gracias a una beca yo pude estudiar".

Con once años ingresó en el Conservatorio Superior de Música del Liceo gracias a la ayuda económica que le prestó una rica familia barcelonesa. Luego se hizo acreedora a otros mecenazgos hasta despegar como soprano mediados los años 50. ¿Y compensan los sacrificios que hacen ustedes, los cantantes? "Sí, pero no sabe usted lo que hay que luchar hasta que se destaca un poco. El cantante de ópera aparenta más porque va a hoteles de lujo y parece vivir a bombo y platillo, pero los hay también arruinados, aquellos que no se acostumbraron a un tipo de vida más sencilla, ahorrando. Porque la voz no dura siempre y hemos de administrar lo que ganamos, dado que los gastos que se afrontan son muy elevados". En cuanto a esos contratos firmados con mucha antelación, nos comentaría: "A menudo con cinco años de anticipación. Por lo que me he preguntado muchas veces si estaré viva para entonces".

Sobre la obesidad manifiesta de algunas figuras del bel canto, nos manifestó entre sonrisas: "Las gordas caemos bien al púbico. Quizás porque tenemos un aspecto tan maternal, que gustamos mucho a los hombres por nuestra dulzura en tanto tenemos a las mujeres como amigas, tal vez por no ser rivales". Pero ¿cuida usted mucho su régimen alimenticio?, le insinué. Y ella: "Yo, nada. Ahora mismo me voy a almorzar. Pediré paella".

Encantadora dama que sobre el término "diva", aplicado comúnmente a las figuras de la lírica, me dijo: "Eso es una especie de mito que crea el público". Tan natural, tan afable, ha sabido siempre conquistar a quienes se han acercado a ella. Con una vocación por el canto a prueba de caídas desafortunadas en el escenario o de alifafes varios. No representa la edad que tiene, gracias a su envidiable vitalidad. El próximo 13 de enero reanuda sus actuaciones dentro de la gira de conciertos durante 2015. Será en Bilbao, en el teatro Arriaga, junto a su hija Montsita, que la ha convertido hace tres años en abuela de una nieta llamada Daniela. De retirada no quiere saber nada esta mujer excepcional, a quien felicitamos de todo corazón.

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