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Rosa Belmonte

Capri se acabó

En su escaleta ha escrito "Capri, c'est fini". No ha sido el primero en hacerlo, Miguel Delibes también se adelantó a su muerte.

En su escaleta ha escrito "Capri, c'est fini". No ha sido el primero en hacerlo, Miguel Delibes también se adelantó a su muerte.
Carles Flavià | Imagen de Youtube

Al actor Carles Flavià lo habíamos visto por última vez en El Ministerio del tiempo. En el primer capítulo de la segunda temporada. Como funcionario. Fuera de Cataluña también lo conocíamos por su participación en Crónicas marcianas. En su esquela ha escrito "Capri, c’est fini", como la canción de Hervé Vilard (Capri se acabó… No volveremos más, nunca más, nunca más, nunca más). Siempre me ha fascinado Vilard, que se cambió el nombre de René por el de Hervé. Como llamarse Pepe y preferir llamarse Paco.

Pero sigo con la esquela de Flavià. A continuación ponía: "A mis 70 años, ya no debo sufrir por el futuro. Ni residencias, ni carrito empujado por peruano. Mi futuro inmediato es Sancho de Ávila. La ceremonia tendrá lugar hoy, día 21 de marzo del 2016, a las 11.50 horas. Tanatorio Sancho de Ávila". Supongo que lo del 21 de marzo y la hora lo dejó en blanco para que lo rellenaran. Miguel Delibes también se adelantó a su muerte ("Aunque viví hasta el año dos mil…"). El 21 de mayo de 1998 lo habían operado en la clínica La Luz. Y dejó escrito una especie de obituario en las obras completas que se publicaron en octubre de 2007. Moriría en marzo de 2010. El hereje, de 1998, sería su último legado literario. "En el quirófano entró un hombre inteligente y salió un lerdo", confesó Delibes en el preámbulo a sus obras completas. "Terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad". Y, claro, Delibes no era Fran Rivera, capaz de juntar letras sin pudor alguno. Estoy enganchada a su blog de ¡Hola! Su entrada sobre "Cómo vestir en Semana Santa" es lo más divertido que he leído en mucho tiempo ("Los calcetines. Estoy tó loco y me he tirado de cabeza al mundo de fantasía de los calcetines de colores, voy tó moderno. Qué arte más grande, así que todo está permitido, qué cara dura tengo. Eso sí, volviendo al Jueves Santo, llevar los calcetines negros es muy riguroso").

Él vuelve a Jueves Santo, yo vuelvo a las esquelas de autor. Mi favorita es una publicada en ABC donde la finada, llamada Soledad, ponía verde a su familia: "Quiso en sus últimos momentos de vida dejar encargada la publicación de esta esquela para manifestar su perdón a los familiares que la abandonaron cuando más les necesitó, sus hermanos Juan Hernández Rodríguez y Manuel Hernández Rodríguez y su hija María Soledad García Hernández por su absoluta falta de cariño y apoyo durante su larga y penosa enfermedad…". En El País salió publicada el 23 de febrero 2008 la esquela de Justiniano Álvarez. Leíamos que murió "con la pena de no poder ejercer el derecho democrático al voto el 9 de marzo de 2008 a José Luis Rodríguez Zapatero".

Oliver Sacks trató de explicar su propia muerte. Destripó las verdades de la vida sabiendo que le quedaba poco. Igual que esos que ponen en su esquela que se lo han pasado bomba, él escribió: "Por encima de todo, he sido un ser con sentidos, un animal pensante, en este maravilloso planeta y esto, en sí, ha sido un enorme privilegio y una aventura".

Aunque hace dieciséis años (todavía le quedaba), Umberto Eco también escribió sobre las ventajas y los inconvenientes de la muerte. "Recientemente un discípulo pensativo me preguntó: 'Maestro, ¿cómo puede uno aproximarse bien a la muerte?'. Yo le respondí que la única manera de prepararse para la muerte consistía en convencerse de que todos los demás son gilipollas". Y quizá escribir un obituario por mera diversión. Llegar a la muerte al volante de tu propia esquela.

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