El totalitarismo sigue cobrándose víctimas a su paso. La dictadura de lo políticamente correcto ha devorado, esta vez, a la directora de moda de Vanity Fair, Beatriz Moreno de la Cova. La razón esgrimida por la revista ha sido que la periodista ha "evocado el racismo" con un comentario publicado en un vídeo de su cuenta de Instagram.
El comunicado del imperio mediático de la belleza, en el que aducen que "no van a tolerar racismo" en sus redacciones, ha sido duro y contundente.
"Tenemos tolerancia cero al racismo y a cualquier comentario que evoque el racismo. Los comentarios publicados son ofensivos e indefendibles. Esta persona ya no trabaja para la compañía. Nuestros equipos de moda y belleza en todo el mundo tienen el compromiso de promover y celebrar la diversidad y la inclusión de todas sus formas, algo que forma parte de la esencia de Vanity Fair", reza la publicación.
Tras el escrito, se puede deducir que el comentario de la profesional de la moda ha tenido que ser profundamente discriminatorio, una absoluta abominación. Pero, la realidad es bien distinta.
Moreno de la Cova se encontraba en un desfile. Mientras grababa un vídeo para su cuenta de Instagram pronunció, en tono jocoso, la siguiente reflexión: "No soy racista, pero es que a todas las chinas las veo iguales, y las negras también y las blancas también". Si bien, en la grabación se aprecia que la experta en moda de Vanity Fair está bromeando.
No obstante, lo que es obvio, es que Moreno de la Cova está dando a entender que todos los rostros de las modelos responden al mismo patrón facial. A ella, le parecen todas las caras iguales y, además, habla de asiáticas, negras y blancas.
Una vez publicado el vídeo, inmediatamente, la web esracismo.es que funciona como una suerte de Santa Inquisición Moral 2.0, acusó a la directora de moda de racista y la señaló con la intención de quemarla en la pira de los pecados. Y lo consiguieron.
Quizás el error de Beatriz Moreno de la Cueva fue la introducción a su comentario: "No soy racista…". Se justifica solo porque va a hablar de razas, porque, hoy más que nunca, el mero hecho de decir "blanco o negro" provoca el envío directo y por correo urgente de un verdugo a la puerta de casa.
Por tanto, excusarse antes de hablar no parece una buena idea. Probablemente, la especialista en belleza y estilo, no supo cómo hablar sin herir sensibilidades. No cayó en la cuenta de que no existe fin para los neo-curas de la comunicación correcta. Modificar el discurso, pedir perdón de forma anticipada, solo echa más leña en la hoguera donde te terminarán quemando.