
El segundo capítulo de la nueva docuserie protagonizada por Rocío Carrasco, En el nombre de Rocío, se centra en el comienzo de la carrera artística de Rocío Jurado. Una infancia feliz "pero humilde" en la que su madre siempre estuvo al cuidado de sus hermanos pequeños Gloria y Amador Mohedano. Según Rocío Carrasco su familia siempre ha sido "un matriarcado": "Ahí estaba el abuelo Antonio pero él trabajaba en el campo, su abuela era independiente porque tenía una tienda de comestibles que ella misma regentaba. La que ordenaba y mandaba siempre respetando la opinión de su marido era la abuela de mi madre (…) Años después la matriarca sería mi madre".
Rocío comienza a cantar para su familia y amigos y con el tiempo se va dando cuenta "de que tiene una garganta privilegiada" y que quiere dedicarse a ello. Una profesión, "la del artisteo", que no gusta nada a su padre: "Mi abuelo lo veo descabellado. Le dicen que no sirve, que no se puede dedicar a eso. Dice que hizo una huelga de hambre pero conociéndola, no comía por la mañana y por la noche se ponía púa (…) Le dan 8000 pesetas para esa aventura en Madrid que ellos pensaban que sería efímera, hasta que se diese cuenta de que no valía como artista. Se equivocaron".
Amador, "el desagradecido"
Rocío Carrasco repasa también el primer noviazgo de su madre con Enrique García Vernetta, al que conoce durante su gira con El príncipe Gitano, y con el que rompe por su falta de compromiso. Y tiene unas palabras de agradecimiento para los primeros representantes de Rocío Jurado, como es el caso de Manolo Sánchez, que participa en el documental: "Estábamos de acuerdo en que su carrera necesitaba, discográficamente, un empujón. Y funcionó de maravilla. Su popularidad subió aún más", recuerda Sánchez. "El mánager que a ella la catapulta de manera internacional y la convierte en la Jurado que es a día de hoy", reconoce Rocío para luego soltar la pulla: "Luego hay otra etapa y entonces es cuando llega Amador".
Según Manolo Sánchez, Amador "era un buen road manager pero le faltaba preparación". Unas palabras que apoya Rocío Carrasco, que califica a su tío de "irrespetuoso" cuando dice que él tuvo que ver en el éxito de su hermana: "Cuando Amador coge a Rocío Jurado, ya es Rocío Jurado con todas las letras y con toda la conciencia que tenemos del artista. Antes de él hubo otros representantes que se encargaron de que eso sucediera. El trabajo a Rocío Jurado le salía solo, no había que buscarlo. A ella le daba mucha seguridad tener a su hermano al lado, viajar con él y él tenía muchísimas cosas buenas pero no valía como representante".
Rocío continúa atacando a su tío y le recrimina "las medallas" que se ha intentado poner a lo largo de estos años con respecto a la carrera artística de 'la más grande': "Amador Mohedano no ha hecho la carrera de Rocío Jurado y que diga eso me parece una falta de respeto a las personas que han hecho que ella sea lo que es hoy por hoy. Él lo que tendría que estar es agradecido con esas personas".
Según su hija, Rocío Jurado dedicó su vida a ejercer "de protectora" de sus hermanos Amador y Gloria, como parte de una promesa que hizo a su madre antes de fallecer: "Mi abuela le hace prometer que cuidaría siempre de sus hermano y así fue. Nunca olvidó esa promesa". Un comportamiento "bueno por su parte", que su tío Amador y Gloria habrían aprovechado "en beneficio propio". Habla en cambio, de un punto de inflexión, su enfermedad, "donde se dio cuenta de que había cumplido una promesa pero no había hecho las cosas bien para ella misma". Se reserva los detalles para futuros capítulos.
La historia de amor de sus padres
En este prefiere centrarse en la ‘idílica’ historia de amor entre sus padres: "Mi padre Pedro Carrasco era una belleza, un tío guapísimo", recuerda Rocío. "Cuando se lo encuentra en la plaza de toros y le brinda el novilla a ella. La gente le empieza a pedir autógrafos y ella se agobia y se desmaya. Él fue a auxiliarla y al abrir lo ojos lo primero que vio fueron los ojos de pedro. Fue un flechazo", añade Maribel Hidalgo, cuñada de Pedro Carrasco.
"Estaban muy enamorados, mucho", coinciden todos los testimonios. "Pedro estaba entusiasmado. Él entonces era mucho más famoso que ella, pero con el tiempo ella le termina pasando por la derecha. No habrá nunca una boda igual. Toda Chipiona se hartó de comer", narran las primas de Rocío Jurado que vivieron aquel día.
Rocío incide donde más puede doler a José Ortega Cano y Raquel Mosquera: "Fue el día más feliz de sus vidas. Siempre me lo dijeron". Y continúa: "Me emociona porque veo el amor entre ellos y veo la ilusión y veo de repente y me da mucha pena que eso por circunstancias no pudiera haber seguido. Tenían adoración el uno por el otro. Ella siempre tuvo un carácter fuerte y él también, pero ellos dos eran como una balsa de aceite y uno era como mirarse en el espejo del otro. Se entendían con una mirada. Él era la bondad personificada y ella moría y mataba por él".
El capítulo concluye con el nacimiento de Rocío en 1977, un día que colmó de "felicidad" al boxeador y a la cantante, recuerda el hermano de Pedro Carrasco. "Siempre me dijo que fui lo más importante que tuvo en su vida", asegura Rocío con lágrimas en los ojos. De Gloria Camila y José Fernando, ni hablamos. Al menos por el momento.

