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La mujer que terminó con la amistad de Julio Iglesias y Miguel Bosé

Dos de los artistas más importantes de nuestro país no se hablan por una mujer.

Dos de los artistas más importantes de nuestro país no se hablan por una mujer.
Julio Iglesias y Miguel Bosé | Gtres

Dos cantantes emblemáticos, Julio Iglesias y Miguel Bosé, no se hablan. Y no es porque surgiera entre ambos una rivalidad musical; fue porque el segundo le quitó una novia al primero. Y eso, al autor de "La vida sigue igual" le sentó "a cuerno quemado". Nunca ha permitido que nadie se interpusiera cuando estaba con una mujer. Ni siquiera, como yo mismo comprobé, con alguna de sus invitadas a las giras que hacía, por lo común o admiradoras suyas o en otro caso chicas de agencias de modelos que se avenían, previo contrato, a seguirle. Hablaba yo con una de ellas en el Gran Hotel de La Toja, se enteró Julio y le llamó la atención. Y no es que yo pretendiera ligarla, sino como se comprenderá, arrancarle alguna confidencia por mi condición profesional. No hace falta decir que el divo es un celoso redomado. Como todo conquistador.

La amante que se fue con Miguel Bosé cuando ya llevaba un tiempo junto a Julio era Giannina Facio, hija de un ex embajador costarricense. Guapísima, alta, con mucho estilo. Iglesias la conoció en el transcurso del Baile de la Rosa, en Montecarlo, el año 1982. Se fijó en ella a las puertas de la discoteca "Jimmy´s", donde estaba "dándose el lote" en plena calle con Philippe Junot, al que no le importaba conducirse de esa forma habiendo sido marido de la princesa Carolina de Mónaco. Imagino que Julio le diría algo a Giannina, ya dentro del local. No hubo entonces nada más entre ellos. Tiempo más tarde se reencontraron en Miami. Fue cuando el cantante iba en su yate por uno de los cayos y de pronto advirtió que se acercaba una moto acuática, conducida por el extravagante Pocholo Martínez-Bordiú quien llevaba a su grupa, si así puede decirse, a Giannina Facio. Aprovechó la ocasión el cantante para invitarlos a su mansión de Indian Creek. Y esa noche compartió dormitorio con la costarricense. Lo hicieron muchas noches más. Pocholo, no sabemos cómo se lo tomó; tampoco le han faltado nunca cachondas como él mismo.

Giannina era una mujer muy independiente. De pronto se iba de Miami, regresaba semanas después, sin dar explicaciones. Julio la acogía con pasión: estaba hasta las cachas de ella. Muy ambiciosa. Su lema era vivir a tope. Un día de 1986 llegó a casa de Julio su colega Miguel Bosé. Eran amigos. Intercambiaron miradas, toqueteos. Julio estaba negro. Y ella resolvió la cuestión, yéndose con el hijo de Luis Miguel y Lucía Bosé fueron amantes durante una buena temporada. Eso no se lo perdonaría nunca aquél, quien se consoló pronto con otras dos amantes, Vaitiaré y Sydney Rome. En cuanto a Miguel, se instaló con Giannina en Milán, en el hotel Diana. Se amaban con denuedo, en tardes y noches embutidos bajo las sábanas, realizando toda clase de fantasías sexuales. Bosé le compondría la canción "Nena". Ya no estaba a su lado y seguía recordándola, porque fue una de sus aventuras sentimentales que más llegaron a su corazón, bien repartido durante toda su vida entre varones y féminas. Si lo ocultó en su adolescencia y juventud, mientras pudo, acabó sabiéndose que era bisexual. La tal Giannina, se enrolló con otros varones; los elegía preferentemente ricos, hasta casarse con el respetable director cinematográfico Ridley Scott.

Miguel tonteó en su primera juventud con Ana Obregón, a la que dedicó una de sus primeras canciones, con el título de su propio nombre. Guapo, perseguido por sus admiradoras cuando inició su carrera musical, tuvo a lo largo de los años encuentros con algunas de ellas, incluso con mujeres maduras, casadas. Lo que no le impediría nunca mantener amistades íntimas masculinas. La más recordada por él mismo fue con el excelente bailarín y coreógrafo valenciano Nacho Duato. Miguel contaba veintidós años. Inolvidables jornadas de amor loco entre ambos en un hotel de Manhattan. Bosé lamentaría haber sido culpable de romper aquella relación. En su canción "Morir de amor" expresa lo que sintió siempre por esa estrella internacional de la danza.

En su segundo libro de memorias, "Historia secreta de mis mejores canciones", el cantante revela a quiénes estaban dirigidas algunas, chicas, o chicos, con los que protagonizó jornadas inolvidables de sexo. No da los nombres de todos ellos, pues lo consultó y no lo permitieron los posibles aludidos. Otro Nacho, apellidado Palau, también valenciano, escultor, ha sido con quien ha mantenido una relación amorosa más prolongada, nada menos que veintiseis años, hasta romper abruptamente también Bosé, dejando contrito y malparado a su pareja, quien pasó unas temporadas deprimido, sin ingresos. Habían decidido años atrás tener cuatro hijos por inseminación "in vitro". Y así sucedió. Pero al truncarse ese, llamemos, matrimonio de hecho, cada uno se quedó con su pareja de bebés. Bosé con los llamados Diego y Tadeo. Imposible que el cuarteto infantil volviera a reunirse. Palau regresó al pueblo valenciano donde vive, padeciendo una grave enfermedad. Enterado Miguel, lo consoló como pudo, pero sin verse personalmente.

Miguel Bosé ha vivido desde hace casi nueve años en Panamá, donde vino al mundo, y en México. Su voz es ahora algo ronca. Hace tiempo que no actúa, que no graba discos. Entre eso y la pandemia, decidió escribir su primer libro (ya mencionamos antes el segundo), "El hijo del capitán Trueno", donde ajustaba cuentas con su padre. Está muy pendiente de sus hijos, a quienes dedicó "Cardio", título de una canción y también el de su última gira. Tras su ruptura con Nacho Palau no ha vuelto a enamorarse. La vida sentimental de Miguel Bosé siempre ha sido un misterio. Confiesa que siempre ha sido infiel a sus parejas.

Tampoco se conocen otras vivencias, como cuando estuvo en Londres, en una época desatada donde probó drogas, se emborrachó y descubrió un mundo que le había sido vedado cuando vivía con su madre en Madrid, en el chalé de Somosaguas. A mí me negó tajantemente que hubiera tomado sustancias tóxicas. Es natural que lo callara, pues en esa época la multinacional del disco para la que grababa no se lo hubiera consentido. Le ha dicho recientemente a Iñako Díaz-Guerra en las páginas de "El Mundo", lo siguiente: "Veías a Bosé a las siete de la mañana hasta el culo de borracho, que se caía por las esquinas". Le contaba que hace tres meses se operó de una hernia discal, ha adelgazado consecuentemente, sigue dos cursos, uno de tratamientos con plantas medicinales, otro de acupuntura. Hace rehabilitación todos los días. Escribe canciones, "para el día que me vuelva la voz". Es otro Miguel Bosé, al menos para el gran público. Físicamente, lleva el rostro con bigote y barba de perilla. Desencantado de la izquierda a la que estaba unido políticamente. No le espanta la muerte: "No hay que tenerle miedo; es, simplemente, un capítulo más".

En Estados Unidos se ha estrenado ya a través de la productora Paramount un "biopic" sobre su vida. Serie que está previsto podamos ver en fechas inmediatas. Por supuesto, él, tan exigente consigo mismo, muy perfeccionista, ha visionado todo el material filmado hasta autorizarlo, con su complacencia.

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