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Los retos a los que se enfrenta Carlos III: mantener la unidad de Gran Bretaña... e igualar a su madre

Carlos III se enfrenta a numerosos desafíos durante su reinado, que comienza este fin de semana.

Carlos III se enfrenta a numerosos desafíos durante su reinado, que comienza este fin de semana.
Carlos III ya es rey de Inglaterra: las mejores imágenes del desfile y la ceremonia de coronación

Acontecimiento histórico este sábado, 6 de mayo de 2023: la coronación de Carlos III y su esposa Camilla, Reina, sin el calificativo de consorte, por expreso consentimiento del monarca. El heredero de Isabel II, ahora con setenta y cuatro años, tuvo que esperar mucho tiempo, hasta la muerte de la Soberana el 8 de septiembre de 2022 . Desde entonces, pudo ya sentarse en el trono de la Monarquía más longeva. Los retos a los que se enfrentaba ya desde ese momento, se siguen planteando cuando ya sobre su cabeza pende la corona. ¿A qué problemas, urgentes y específicos nos referimos?

El que más escollos pudiera presentar es el de mantener la unidad de Gran Bretaña, como es harto sabido compuesta por cuatro países: Inglaterra, Escocia, Irlanda y País de Gales. El gobierno escocés ya ha anunciado con anticipación que el 19 de octubre de este 2023 celebrarán un referéndum por la independencia. En Irlanda del Norte no se han disipado del todo las tensiones, con sus latentes diferencias religiosas. Y políticas, naturalmente. Su gobierno está por ahora paralizado. Por cierto que, cuando visita Irlanda del Norte, Carlos ha de reprimir la emoción que le produce recordar la figura de su padrino, consejero y familiar, su tío lord Mountbatten, asesinado por el IRA.

El Brexit sembró en su día un grave problema que desembocó en la crisis económica que sobre todo viene afrontando Inglaterra. Dificultades por la inflación galopante, con un deficiente crecimiento. Y aunque el Covid ya ha sido prácticamente neutralizado, el Servicio de Salud Nacional ha sufrido un importante escollo en sus finanzas por los tremendos gastos empleados para hacer frente a la pandemia. Fuera de la Unión Europea, el futuro comercial está en el aire, en declive desde aquel referéndum que decidió el primer ministro David Cameron. Las diferencias que existen acerca de los emigrantes o aquellos cuyos visados de trabajo terminan, no se han disipado del todo.

Gobernar para sesenta y siete millones de ciudadanos exige una atención constante, con dos partidos, el conservador y el laborista que en las últimas legislaturas han protagonizado sonadas trifulcas. Isabel II mantenía entre otros principios dos en concreto: silencio y neutralidad. ¿Podía haber influido en las decisiones políticas de sus gobiernos? En eso fue impecable.

El Imperio Británico es evidente que hoy es una sombra de lo que fue en siglos pasados. Perdidas muchas de sus posesiones, quedan como una especie de incomprensible aceptación democrática las colonias de Gibraltar y las Islas Malvinas. Intolerables para los españoles la primera, la segunda para los intereses que defienden los argentinos, ya mitigados por aquella guerra de pocos días que tantos muertos dejaron entre ellos.

De las antiguas colonias, únicamente hay que anotar los quince territorios que aún quedan afectos a la Commonwealth, algunos de cuyos países quieren romper con sus lazos con la Corona británica. La ruptura podría sobrevenir de aquellas naciones caribeñas que persiguen su independencia.

La impaciencia de Carlos por heredar ahora queda atenuada por sus compromisos. "Ser Rey es lo más parecido a una prisión", creyó escuchar su biógrafa Catherine Mayer, y así lo hace constar en su libro Carlos, el corazón de un rey. Desde que muriera su padre, el príncipe Felipe de Edimburgo, en abril de 2021 fue asumiendo algunas responsabilidades que le permitió Isabel II. Con su progenitor tuvo siempre una relación difícil.

Pero, ¿de dónde vienen ciertos pasajes de su educación que le han acompañado siempre, como una losa para cuando le llegara la hora de reinar? Por un lado, su infancia, tutelada por Isabel II, lo mantuvo bajo la constante vigilancia de las "nannies". Un periodo difícil, donde no recibió apenas el cariño de sus padres. La educación férrea recibida a su muy temprana edad es causa de que Carlos acusara en su adolescencia y juventud una conducta tímida, insegura ante los demás. Por deseo de su progenitor pasó unas temporadas en el internado escocés de Gordonstown, conocido por su severa educación en la etapa escolar. Después fue el primer príncipe británico en ingresar en la Universidad, donde se graduó en la disciplina de Historia. Se le empezaron a reconocer sus conocimientos también en Bellas Artes. Asimismo cumplió con sus obligaciones en varias academias militares. Estaba suficientemente preparado, aunque se le empezó a considerar "un Rey a la espera". Isabel II no tuvo nunca deseos de abdicar en su primogénito.

La pregunta insistente es si Carlos III podrá igualar siquiera el carisma que tuvo su madre. La respuesta, naturalmente es un albur, y no vamos a ejercer de falsos profetas. Es aquello de que la Reina "puso el listón muy alto", que su hijo no podrá superar. Digamos que, por el carácter de cada uno, mas también por la época en la que llegaron al trono. Isabel II, con veinticinco años, hubo de superar contratiempos de la postguerra. La II Guerra Mundial había devastado en parte todo el país. La sociedad era muy distinta a la actual. Se imponía la prudencia. La Soberana supo ir con tiento adaptándose a muy duras circunstancias para ir recuperando lo que quedaba del Imperio. Cuanto en la actualidad tiene ante sus ojos Carlos III es una sociedad diferente, y un entorno global nada parecido al que se enfrentó su Soberana madre.

Dejemos de lado el carisma de Isabel II, que no tiene Carlos. Como príncipe de Gales ya se destacó por meterse en camisas de once varas, criticando medidas ministeriales. Escribía a departamentos de distintos ministerios para mostrarse contrario a disposiciones diversas, las más frecuentes relativas a la arquitectura, o cuando hacíase notar con cartas llenas de críticas a disposiciones políticas. La obsesión por dirigir su correspondencia a los departamentos correspondientes que creía, de buena fe, no cumplían con sus expectativas ciudadanas. Esa intromisión constante en cuestiones que se escapaban de su condición principesca se concretaba también en temas relativos a la ganadería; a defender la caza del zorro, actividad ya anacrónica. Por no citar asimismo su punto de vista acerca de la guerra de Irak cuando nadie le había pedido su opinión para que la hiciera públicamente.

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Carlos de Inglaterra | Archivo

Carlos se ha sentido siempre muy cerca de las preocupaciones de los granjeros. Si visita su propia granja de Highgrove, en la campiña de Gloucestershire, da rienda suelta a sus aficiones campestres, ocupándose de los alimentos orgánicos que allí se cultivan y luego se comercializan en un montón de países. Cuando lo acompañaba Diana de Gales, para ella era un suplicio: se aburría como una ostra. La defensa de la Naturaleza ha sido una prioridad en sus pensamientos continuos, interesándose en todo el proceso y discusiones que vienen sucediéndose en todo el mundo acerca del cambio climático.

En su círculo familiar, Carlos se ha encontrado tiempo atrás con una serie de problemas que trata ahora de arreglar, conciliándose en lo posible con su hijo Harry, el díscolo de la Familia Real. Si su abuela, Isabel II, no logró disuadirle sobre su decisión de casarse con Meghan, la actriz, tampoco su padre consiguió nada al respecto. Sus declaraciones ante la prensa norteamericana, su actitud criticando aspectos de "The Firm" (la Familia Real) y el libro, "best seller" mundial donde se explayaba acerca de los suyos sería la gota que rebasó la paciencia de su progenitor, quien no obstante convino con Harry para que asistiera este sábado a los fastos de la Coronación, no así su esposa que se ha quedado en su residencia californiana, consciente de que es repudiada por su suegro y sus cuñados, a lo que ella ha contribuido lo suyo. Por cierto, este 6 de mayo es el día del cumpleaños de su primogénito, Archie.

Con Guillermo, actual Príncipe de Gales, Carlos no tiene sino afecto, cariño: es su heredero. Y el pueblo inglés, no se olvide, lo consideró al cumplir la mayoría de edad, como el más indicado para reinar en su día; incluso se referían a él como quien debería haber sucedido a su abuela, la Reina, por encima incluso de su padre. Su popularidad ha sido inalterable e incluso ha aumentado por su prudente comportamiento, que comparte con su esposa, Kate Middleton. Carlos III, al igual que hizo su padre, Felipe de Edimburgo ante la Reina Isabel II, decidió que en la ceremonia de la Coronación, William, Guillermo, tenga una intervención especial: se arrodillará ante su padre, jurando lealtad.

En cuando al trato que Carlos tiene con sus hermanos, Ana ha sido muy discreta desde que afrontó su desdicha matrimonial y ahora, el Rey le ha facilitado una misión especial en cuanto a su función en la actual Monarquía. Andrés, el nieto preferido de su abuela, ha tenido sus problemas judiciales, de resultas de su impropio comportamiento en Estados Unidos con una menor, cuyas secuelas aún se recuerdan. Carlos ya le ha advertido que no le va a consentir un episodio más de esa naturaleza sexual. En cuanto al benjamín, Eduardo, es el más desconocido de la familia y que se sepa nunca ha creado problemas.

Carlos III cumple desde el fallecimiento de su madre una serie de actos, unos más protocolarios que otros, por supuesto. Le gusta despachar con la Primera Ministra, Lizz Trust; sin olvidarse del líder de la oposición. Ha de tener siempre presente que es un monarca parlamentario y ello le obliga a ser neutral en política. Con tacto, tendrá que inhibirse de aquellos debates donde se propugne la separación real de la Iglesia y el Estado: en cualquier caso, manteniendo su condición de Jefe de la Iglesia Anglicana, aunque él, por otra parte, haya manifestado mucho tiempo atrás su respeto hacia todas las tendencias religiosas del país, que son muchas y variadas. También depende de su alta magistratura, la de conceder más o menos títulos nobiliarios siguiendo el protocolo tradicional. Es posible que decida distinguirse por la segunda de esas opciones. Lo que en términos generales quieren los británicos es que la Monarquía inglesa que él representa sea más transparente y cercana al ciudadano de a pie. Según las últimas encuestas, la población de más edad está con la Corona, en tanto un treinta por cierto de jóvenes preferirían una República.

Carlos III ha demostrado ser hasta la fecha un buen gestor; lo evidenció cuando ha estado al frente del Ducado de Cornualles, que como Príncipe de Gales debía asumir la administración de todo su patrimonio. No puede ahora como Rey ser ajeno a cuanto la Corona posee. Un patrimonio estimado en veintiocho mil millones de euros en tierras, palacios, castillos, joyas… Hasta la fecha ningún primer ministro se ha atrevido a cuestionar un privilegio que la Familia Real ostenta: tributan poco al Fisco si se tiene en cuenta su fortuna personal. Carlos III está exento, por ejemplo, de satisfacer a las arcas públicas el impuesto de sucesiones, del de la renta, las ganancias del capital…

¿Cómo juzgan al Soberano intelectuales británicos? Recojamos la opinión de dos eminentes historiadores. Uno de ellos, Geoffrey Parker, se pregunta si Carlos III será el último Rey de Gran Bretaña. Y Charles T. Powell, lo considera "locuaz e irreverente". Y además le pide "que sea más culto y refinado que su madre, lo que es un arma de doble filo". Tom Bower, autor de una biografía, El Príncipe rebelde, sostiene en su obra que "Carlos es petulante, extravagante y entrometido". El corresponsal de El Mundo en Londres, Carlos Fresneda, contaba algunas de esas ocurrencias, como cuando el Príncipe de Gales fue invitado a pasar unas vacaciones junto a un grupo de amigos e hizo llevarse con él su cama ortopédica, su taza de váter y hasta sus rollos de papel higiénico.

De él se refiere que es austero en su habitual tipo de vida, hasta el punto que ya en su juventud aprovechaba las sobras de las comidas. También se preocupaba de que las cortinas viejas de su cuarto de baño no fueran renovadas, mandando coser unos cojines para sustituirlas de modo que sirvieran.

Su régimen culinario responde a esa manera de ser: desayuna frutas y semillas. No almuerza. Da un paseo a la una de la tarde. A las cinco cumple con el rito de la taza de té, que complementa con unos "sándwiches". Cena algo tarde para la costumbre británica, hacia las ocho y media. Después, se recoge en su despacho hasta la medianoche.

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Carlos e Isabel II | Archivo

Siempre se ha interesado por mantener obras sociales para los más necesitados. En 1976 creó el Prince´s Trust, entidad que bajo su supervisión concentra cuantos donativos le llegan para ese fin. Concede el honor de presidir cenas benéficas, aunque no aparezcan en la prensa, a veces, con tal denominación. El caso por ejemplo desde hace años de una importante firma castellonense que promueve un viaje a Londres para asistir a una velada con, hasta hace unos meses, quien era Carlos, Príncipe de Gales. Recuérdese la profusión de imágenes obtenidas por la revista ¡Hola! y su edición inglesa Hello! en los eventos a los que asistían Isabel Preysler y otros personajes de la vida social española, entre modelos, algún torero, aristócrata o intelectual. De manera diplomática, esa fundación principesca recibía a cambio de la presencia de Carlos un elevado talón bancario. Y todos contentos, desde el Prince´s Trust y la firma de azulejos levantina, por la publicidad conseguida.

Carlos III lamenta no disponer de tiempo suficiente para sus organizaciones caritativas, lo que recaerá sin duda en William, actual ya Príncipe de Gales. Así como sus próximos viajes, que tendrán un protocolo distinto como es lógico. En sus veraneos en Palma de Mallorca, cuatro en total, entre 1986 y 1990, cuando estaba casado con Diana de Gales y los acompañaban sus dos hijos, niños entonces, en el Palacio de Marivent invitados por los Reyes de España, el Príncipe pudo gozar de momentos solitarios: se desplazaba a un lugar tranquilo para pintar, que es una de sus aficiones favoritas. Con don Juan Carlos y doña Sofía siempre mantuvo una cálida relación. El rígido protocolo y la conveniencia han sido causa de que en el acto de Coronación, los monarcas eméritos no hayan sido invitados, pero sí los actuales Reyes, Felipe VI y doña Letizia. Extrañó, no obstante, que en el reciente viaje a Londres de don Juan Carlos no fuera recibido por Carlos III. Se especula, no obstante, que pudo haber existido el encuentro, pero en el más completo secreto por razones de Estado.

En términos algo más frívolos digamos que Carlos de Inglaterra es un hombre elegante, viste en su sastrería de siempre, ubicada en Savile Row, la zona donde se ubican las sastrerías de mayor postín en la capital inglesa.

Siendo Príncipe de Gales su residencia fue Clarence House. Pero ya en el presente ¿la cambiará por ell palacio de Buckingham? Todo se altera en la Corte de los Windsor. Se han divulgado artículos y comentarios hasta la saciedad, como decíamos líneas atrás, que coinciden en que será muy difícil que Carlos III pueda siquiera igualar la popularidad que sostuvo durante su reinado Isabel II. Quien ya expresó unos meses antes de morir, lo que transcribimos, mensaje dirigido a su pueblo: "Cuando mi hijo Carlos sea Rey espero que le deis a él y a su esposa Camilla el mismo apoyo que a mí".

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Carlos y Camilla | Archivo

Se esforzará Carlos III en ganarse el respeto y afecto de los británicos. Y a su lado, Camilla ya la conocen por su sentido de la sensatez: es quien pone al Rey en el suelo, en la realidad de cada momento y decisión que tome. Cuando este sábado 6 de mayo lleve la corona que es casi la misma ostentada en 1603 por Eduardo el Confesor, comenzará ya una nueva etapa en la Monarquía británica. Esperemos que el nuevo Rey coronado no tenga muy presente que los anteriores monarcas llamados como él, Carlos I y Carlos II, fueron un desastre. Digamos que en Gran Bretaña se inicia un tiempo de esperanza. Hoy, desde luego, es un día histórico, de gran fiesta en Londres seguida a través de televisión en todo el mundo. Millones de personas que seguirán la ceremonia y cuanto suceda alrededor de la abadía de Westminster y el palacio de Buckingham, lo que supondrá para las arcas del Estado británico un desembolso estimado en cien millones de libras esterlinas. A cambio desde luego de ingresos importantes en el comercio inglés y desde luego una impagable publicidad para el país.

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