
Prosigue David Bisbal su carrera musical, celebrando los veinte años que lleva actuando desde su paso por Operación Triunfo. En realidad, el almeriense ya era tiempo atrás, a finales del decenio de los 90 del pasado siglo, vocalista de una orquesta llamada Expresiones. Hoy en día, cuando está de gira con su espectáculo Me siento vivo 2023, popular en toda España y en Hispanoamérica, millonario, dichoso al haber fundado una familia, tras un par de fracasos amorosos, padre de tres hijos, atraviesa unos momentos delicados porque su padre padece el mal de Alzhéimer y ya no lo reconoce. "Pepe ya no es Pepe", comenta el intérprete, aludiendo coloquialmente al apelativo de su progenitor: "Le escuché decirme que mi cara le sonaba un poco…" Ni qué decir que a David se le saltaron las lágrimas. Ese dolor lo lleva dentro de sí, procura que no resalte cuando está en un escenario. Y dice que "tengo fuerza para continuar otros veinte años como poco". Un documental sobre su vida, de casi dos horas de duración, se estrenará a través de Movistar Plus + el próximo 17 de octubre.
José Bisbal, su padre, fue boxeador profesional durante catorce años, siete veces campeón de España en varias categorías. En Almería siempre ha gustado mucho el deporte de las doce cuerdas. David, no alcanzó a verlo en el ring. Cuando se retiró, entró a trabajar como carpintero en el Ayuntamiento de la capital. En su familia siempre hubo cantaores aficionados. El progenitor de David llegó incluso a formar parte de dos conjuntos musicales.
Todo ese ambiente de los Bisbal y los Ferre, el clan de su padre y madre influyeron en el futuro cantautor. Tenía David otra vocación, la del ciclismo, aunque sólo participó en carreras regionales. No fue buen estudiante: en 1995, al acabar segundo de BUP, dejó el instituto. Se negó a seguir, al tiempo que se preguntaba a qué podía dedicarse. Y se matriculó en un taller-escuela de jardinería. Aspiraba a ser guarda forestal. Conocía a fondo los paisajes, no solo agrestes, de la sierra almeriense: la de los Filabres, la de María, pueblos preciosos como Oria, la isleta del Moro, la de los Muertos, las playas de Mónsul y los Genoveses… Siendo ya un cantante afamado rodó varios vídeos promocionando esas bellezas de su querida provincia. Es el mejor embajador de Almería.

Y en aquellos sus trabajos en un vivero, cuidando plantas, ficus, palmeras pequeñas, a David le daba por cantar coplas. Una mujer que trabajaba en su grupo, María del Mar Martínez, al escucharlo y admirar sus condiciones vocales le propuso ingresar en una orquesta que dirigía su esposo, Expresiones. Y así es como en la segunda mitad de los años 90, David Bisbal inició su carrera de vocalista, cuyo repertorio era variado, lo corriente en esas formaciones que recorren los pueblos de feria en feria. Pasaba de "Un beso y una flor", versionando a Nino Bravo, a "Bailar pegados", de Sergio Dalma. En los años que perteneció a dicha orquesta lo mismo tenía que interpretar pasodobles que sevillanas, o "María", de Ricky Martin, con aquello de "Un pasito p´alante", María…". La fecha de su debut al frente de Expresiones no la ha olvidado: 27 de abril de 1998, en Huércal-Overa, otra importante ciudad almeriense.
David se reveló como un joven muy enamoradizo. Guapo, en sus actuaciones había chicas que se lo disputaban. Tuvo algunas novietas. Pero su primer gran amor, con quien por vez primera supo lo que era el sexo, fue una compañera de la orquesta, Raquel, natural de Vélez-Málaga, se fue a Almería, entró en Expresiones y David se convirtió en su cicerone por la ciudad… y en su novio. Dejó él la casa de sus padres y se marchó a vivir con ella en otro piso. Raquel lo animaba para probar suerte como solista. Le hizo caso. Grabó unas cintas y fue enviándolas a emisoras de radio, sin respuestas. Un productor de discos de José Luis Perales no le hizo maldito caso. Ni tampoco cuando intentó participar en programas de televisión, como "Lluvia de estrellas", "El diario de Patricia" y algún otro de Canal Sur.
En la primavera de 2001 leyó un anuncio de Televisión Español. Una productora catalana buscaba aspirantes a "Operación Triunfo". Se presentaron varios miles. Se dio la circunstancia que cuando llamaron a David Bisbal, no estaba en casa. Y menos mal que en una repesca de jóvenes en su mismo caso, tras viajar en avión a Barcelona (que le costó un pico, trescientos euros, parte de sus exiguos ahorros), terminaría siendo elegido. Como aquel que dice "por la puerta de atrás". Ese inicio de su fulgurante carrera es harto sabido, luego pasamos página. Únicamente recordando que en aquella primera edición la vencedora fue la granadina Rosa en tanto David quedó clasificado en segundo puesto.
A todo esto su novia, Raquel, estaba en Almería, se fue a vivir con los padres de David en tanto éste continuaba residiendo en Barcelona, junto a los de la Academia de Operación Triunfo. David, con mucho dolor de corazón, acabó rompiendo con ella por teléfono. Es cuando él conoció a una compañera de ese programa-concurso, una mallorquina llamada Laura, que artísticamente se dio a conocer como Chenoa. Un idilio que duró cuatro años, desde 2001 hasta 2005. Ella creyó haber encontrado al chico de su vida. Pero David se cansó de aquella relación y "le dio puerta", lo que llevó a la palmesana a sufrir una decepción de aúpa que le duró bastante tiempo.

Mientras tanto, "Ricitos" Bisbal, que había puesto de moda su "look" capilar como el mudo de los hermanos Marx, ya estaba instalado en el carrusel de la fama musical, y en varios países hispanos conquistó a más de una colega. Aquel muchacho tímido de su juventud en Almería dio un cambiazo espectacular, al punto de que se le resistían pocas entre quienes pusieron sus miradas en él. Las revistas del corazón lo tenían fijo cada semana, con renovados amores. El "Diario de Almería" publicó en primera página a David con este titular: "Estalla la bisbalmanía". En ese mismo número, venía la esquela de uno de sus abuelos, el padre de su madre. Nadie le había avisado del óbito para no importunarlo en su gira.
Transcurría 2006 cuando estando en Miami conoció a una española que llevaba allí instalada hacía tiempo: Elena Tablada. Se encontraron de paso varias veces. Era diseñadora, modelo de zapatos y pronto iniciaron una amistad que iba a desembocar en una unión sentimental. "Descanso, pesca y amor", definió el cantante aquellos meses. Lo segundo porque era uno de sus mejores pasatiempos, que ya practicaba de jovencito en aguas almerienses.
Elena le fue muy útil a David, al margen de su pulsión amorosa. Dado que al cantante le aconsejaron que para su expansión internacional debía cantar también en inglés, lengua que apenas conocía, ella se convirtió en una improvisada profesora: lo ayudó muchísimo, hasta que este alumno pudo ya desenvolverse con cierta normalidad en ese idioma. Le traducía hasta películas y programas de televisión, que veían amartelados en un apartamento. "I love you", repetía muy contento David. También contrató a una chica americana que daba clases en la Universidad. Y en unos meses se decidió a grabar sus primeras creaciones en inglés: "Ave María", "Bulería", "Silencio"… Elena vivía para David. Pero éste viajaba por toda Hispanoamérica. Y en una de sus travesías, amén de ligues circunstanciales con algunas bellezas caribeñas, se quedó medio traspuesto al ver frente a frente a la actriz y modelo venezolana Rosanna Zanetti. Amor a primera vista. Pasión. Y Elena quedó relegada, triste. La hija que tuvieron, Elle, fue asunto de discusión de la pareja, hasta que después de muchos trámites llegaron a un acuerdo para ajustar cuándo y dónde la verían, además de que David corriera con los gastos de manutención de la pequeña.

Desde un primer momento, David y Rosanna decidieron su convivencia. Y en 2018 contrajeron matrimonio. Han tenido dos hijos, Matteo y Bianca. Son muy felices.

