
Anne Igartiburu ha gozado siempre, desde que ejerce como presentadora de Televisión Española, de una justa popularidad. Llegada la noche de fin de año era habitual contemplarla comentando las doce campanadas en unión de Ramón García. Pero ni en el año 2022 ni el siguiente, este último, no han contado con ella. Es comprensible que se sintiera preterida. Ramontxu ha tenido para ella, también para otra compañera, Ana Obregón, un cariñoso recuerdo. Toda esa nostalgia de estar desde un balcón de la madrileña Puerta del Sol acompañando los tic tacs del reloj con la ingesta de las doce uvas, las mitigó la locutora vasca este año en compañía de sus hijos. Hacía veinte años que no vivía esos momentos en familia, en su vivienda de la zona norte de Madrid, con vistas a la sierra de Guadarrama, confortable, de estilo rústico. Ambiente cálido navideño. Sólo que en esos días, antes y después del 31 de diciembre, se marchó con sus retoños a Costa Teguise, en la isla de Lanzarote y pudo disfrutar, entre otras cosas, del baño diario en la piscina, cuando en la península nos helábamos de frío.
Feliz Anne en esa escapada insular. Pero en su interior, presumiblemente, Anne Igartiburu pensaba en su inmediato futuro, íntimo y profesional. En la soledad de quien no tiene ahora pareja, después de varios romances rotos y un fallido matrimonio. Para colmo no está muy contenta por reaparecer dentro de unas semanas en un nuevo espacio de TVE, de contenido rosa y participación de parejas de baile, pues ha de compartirlo con Jordi González, lo que no le hace ilusión alguna. No hay química entre ambos, ha declarado ella, o es lo que hemos leído en algunos medios. Tendrán que empatizar como sea para no defraudar a la audiencia.
El próximo 18 de febrero, cuando en principio está previsto que comience ese programa, Anne Igartiburu cumplirá cincuenta y cinco años. Como se ha cuidado mucho, con algunos retoques en su rostro, representa menos edad. Tiene una presencia atractiva, despierta simpatía, con una figura espléndida. Nació en Elorrio, Vizcaya. Su padre era constructor y su madre, maestra de escuela, aunque asimismo formaba parte de Salvamento de la Ertzainza, donde colaboraba voluntariamente. Junto a su esposo entrenando perros para adiestrarlos en tareas solidarias. Un desgraciado día, buscando a un niño de trece años desaparecido, Lourdes, la madre, murió a bordo de un helicóptero que se estrelló en las inmediaciones del lago Enol, cercano a los Picos de Europa.
Anne y su padre sufrieron una grave pérdida y quedaron muy afectados, al punto de que ella, a sus diecisiete años, se fue a vivir a casa de unas tías y su progenitor cambió de vivienda: les resultaba insoportable estar bajo el mismo techo donde residían antes de aquella tragedia.
Anne Igartiburu es una mujer muy preparada intelectualmente. Habla cinco idiomas, aprendidos durante sus estancias en los Estados Unidos, Francia y Luxemburgo. En Norteamérica se graduó en Márketing Industrial. De regreso a España, finalizadas aquellas estancias, trabajó en una pequeña empresa de Mondragón donde, sin cobrar ni un euro, se inició como locutora en la televisión local. También soñaba con ser actriz, preparándose para ello en la Universidad del País Vasco, donde cursó estudios de Arte Dramático. Dio el salto a Madrid y en 1995 debutó en un programa-concurso de Telecinco, Una pareja feliz. Y desde entonces, fue convirtiéndose en una presentadora excelente como demostró en 1997 ya en Televisión Española en espacios como Gente y Corazón. Anne Igartiburu resultaba a través de la pequeña pantalla ser un rostro amable y cercano. Con su bagaje profesional, fue contratada para festivales, cenas de empresa, eventos diversos, como también apareció en algunas películas aunque fuera en papeles episódicos. Su economía ya era boyante, estimándose que por su trabajo en Corazón percibía por temporada alrededor de trescientos mil euros. Ya veterana, publicó el libro La vida empieza cada día, contando sus experiencias televisivas.
Una mujer tan atractiva y popular como Anne tendría a la fuerza que ser objeto de miradas y propuestas sentimentales. Las revistas rosas dieron buena cuenta de los romances que vivió la excelente presentadora. Uno de ellos con el jugador de baloncesto del Real Madrid Antonio Martín, hermano de otro as, Fernando. Se rumoreó que tuvo una buena amistad con Fran Rivera lo que publicado le sentó fatal al diestro, de tal modo que demandó a la revista en cuestión, perdiendo el juicio. Otro torero, alto y guapo aunque de escaso recorrido en los ruedos, el extremeño Israel Lancho, hizo despertar en Anne muchas ilusiones, pronto desvanecidas. Y el tenista Feliciano López, que tantos corazones femeninos derretía, quiso conquistarla asimismo.
Anne Igartiburu solía veranear en la playa de Bermeo con su familia. Y allí conoció al bailarín Igor Yebra, con quien convivió un par de años a partir de 2004. Época en la que en la India decidió adoptar una niña, llamada Noa. No sería la primera vez, pues en 2011, en un desplazamiento al Vietnam, adoptó a otra pequeña, Carmen. En ambos casos, sépase que continuaba estando soltera.
Sostuvo Anne otras relaciones sentimentales. Salió a menudo con Álvaro Fuster, uno de los íntimos amigos del entonces príncipe Felipe. Llegaron a proyectar su boda, aunque se arrepintieron, quedando amigos cuando la pareja concluyó su idilio. Dos años duró otra convivencia con el empresario Daniel Alcázar, hasta 2012.
Seguía, fallidas todas esas aventuras sentimentales, su afortunada carrera profesional. Anne deseaba casarse, tener hijos propios. Y eso lo consiguió junto al destacado director de orquesta Pablo Heras-Casado, con el que contrajo matrimonio secreto en Elorrio, la ciudad natal de ella. Eso sucedía en 2015. Dio Anne a luz un niño al que impusieron el nombre de Nicolás. A menudo, él tenía que viajar por sus compromisos musicales. Y eso, tras unos pocos años, fue deteriorando la convivencia. La dieron por concluida en 2021 pese a lo mucho que se querían, pues así lo hicieron público, y ella dice todavía "que lo sigo amando". Extrañará eso, pero así sostiene la presentadora. Como también ha expresado lo que sigue: "No me he planteado por ahora tener otra pareja". Confesión manifestada tras vivir otras breves historias sentimentales con los llamados Luís Gasset e Ignacio Peralta. Ella nunca ha arrojado la toalla, ni en lo profesional ni en lo íntimo.


