Menú

Viviendo en gerundio (y Venecia)

Venecia tiene ese don. La gente es guapa. Las noches son maravillosas. La ciudad se vacía, y el vacío se convierte en una ópera silenciosa.

Venecia tiene ese don. La gente es guapa. Las noches son maravillosas. La ciudad se vacía, y el vacío se convierte en una ópera silenciosa.
Pixabay

Kafka decía que la vida es solo el principio. Pero hoy, en Venecia, pienso que la vida es esto. Un vino blanco frente al canal. El sol quemando mi cara. Las ideas volando y recorriendo las neuronas mientras las campanas marcan el ritmo invisible de la ciudad. Ana María Martín, directora general de la agencia Shameless, a mi lado, sonríe y brinda conmigo. El aire huele a sal y a historia. Las góndolas parecen pensamientos lentos y brillantes. La Bienal proyecta arte.

Cenar en el Harry's Bar, el mítico Cipriani, ha sido una fantasía líquida. Luces que se derriten en el cristal. Murmullos sobre mármol. Un aire de eternidad que solo esta ciudad sabe sostener. Llegamos con Fogli d'Oro, Doimo Cucine y Cuoco Spazio, gracias a Borja Esteras, que ha hecho de su "interiorismo" una forma de arquitectura. Cuoco Spazio no es solo un showroom, es un manifiesto de diseño, belleza y armonía.

katy-mikhailova-venecia.jpg

Nos acompañan Álvaro Ferrándiz, de FL-ARE, con ese talento que transforma el espacio en emoción. Junto a su socio firma algunas de las casas más espectaculares de futbolistas. También Álvaro Estúñiga, fundador junto a Chema Sobrado de Archidom, el estudio de moda que ya supera los cuarenta empleados y diseña más de cien villas en el mundo. José Manuel Fernández, de Cuarto Interior, que ha convertido el "hospitality" en poesía. Y Álvaro Mesonero-Romanos, que entiende la belleza desde la escala humana y construye desde el alma.

Y también está Almudena Vello, de Impar Grupo, con esa mirada serena que mezcla gestión y sensibilidad. Y Noé Prades, con su universo cálido y sensorial, donde cada espacio parece tener alma propia. Todos distintos, pero unidos por un mismo pulso. El de la arquitectura, que convierte la materia en emoción y el espacio en belleza habitable.

Mientras la moda es un modo de ponerse y salir, la arquitectura es un modo de sentarse y sentir. Entrando, estando, siendo. Permanentemente en gerundio.

Venecia tiene ese don. La gente es guapa. Las noches son maravillosas. La ciudad se vacía, y el vacío se convierte en una ópera silenciosa. Aquí la arquitectura se hace verbo y la belleza deja de ser adorno para convertirse en estado de ánimo.

Y es que la felicidad no es una meta ni una idea. Es un instante. Una conversación. Un sorbo de vino. Una luz que cae. Y que la vida, como dijo Jesús, es la vida. Pero a veces hay que venir hasta aquí, a Venecia, para recordarlo.

En Chic

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal