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Málaga interior: infinitas posibilidades para viajar y disfrutar

Todos conocemos la costa de Málaga como destino turístico, pero el interior de esta provincia también merece la atención del viajero.

Todos conocemos la costa de Málaga como destino turístico, pero el interior de esta provincia también merece la atención del viajero.
El Torcal de Antequera, una de las maravillas de Málaga |  Patronato de Turismo Málaga-Costa del Sol

El turismo de interior, que antaño era considerado como un simple complemento del sol y la playa, se ha convertido en un atractivo turístico en si mismo. Lo que se ha dado en llamar turismo VITA -Verde, Interior y Turismo Activo- se configura como un segmento con identidad propia incluso en aquellos destinos que han destacado sobre todo por el atractivo de su costa. Así, por ejemplo, en los últimos años se ha convertido en uno de los grandes atractivos del destino Málaga-Costa del Sol.

Miles y miles de visitantes se sienten atraídos cada vez más por los encantos del interior de la provincia de Málaga: ciudades como la propia Málaga, Antequera o Ronda pueden presumir de estar entre las que mayor interés generan entre los viajeros. No en vano, las tres concentran el 80 por ciento del patrimonio artístico y cultural de la provincia.

Una oferta infinita

El interior de la provincia de Málaga ofrece posibilidades prácticamente infinitas para descubrirlo y disfrutarlo en su variada orografía y su naturaleza, tan diversa como son sus pueblos y tan rica como su patrimonio monumental.

Una variedad que se extiende a los alojamientos: Málaga posee una de las mayores ofertas que existe para el turismo rural, desde el cortijo más auténtico al hotel más sofisticado; a las actividades: desde una ruta en bicicleta por una antigua vía férrea al montañismo puro.

La primavera y el inicio del verano invitan especialmente a perderse por la naturaleza malagueña y disfrutar de los contrastes entre sus parques y parajes naturales, que van desde las cumbres nevadas de la Sierra de las Nieves en invierno hasta el clima más cálido, desde las recónditas sendas a las actividades deportivas de más riesgo que uno pueda soñar o a otras como la pesca en los ríos y embalses; la caza en las diferentes sierras; o la escalada, el senderismo o la espeleología. El viajero también podrá volar en parapente o ala delta, practicar la equitación, montar en bicicleta de montaña, descender por cañones o simplemente observar animales.

Porque los enclaves naturales de Málaga conquistan al visitante más atrevido, al que desea disfrutar activamente, pero también al que prefiere deleitarse de una forma más relajada con sus rincones más escondidos. La oferta de instalaciones, hospedaje, actividades lúdicas o deportivas de cada zona es impresionante, tan variada como la propia naturaleza que se pone a disposición del visitante.

Patrimonio y gastronomía

Pero la naturaleza no puede desligarse del inmenso legado patrimonial y monumental que posee el interior de Málaga. En cada pueblo, en cada comarca, se puede encontrar esa huella de la historia: la configuración de sus calles, el trazado de sus cascos urbanos, los edificios característicos de una forma de vida de siglos atrás, las acequias, las bodegas, las almazaras, los corrales, los hornos, las haciendas… Todo forma parte de la particular idiosincrasia de un pueblo ligado a su historia, con esa sencillez característica de los pueblos blancos.

Y si hablamos de cultura hay que hablar también de la gastronomía: la cocina malagueña tradicional es sencilla en cuanto a sus ingredientes, pero muy rica en variedad de platos. En los últimos años ha sufrido un proceso similar al del turismo interior, pasando de ser un importante complemento de la oferta turística a un atractivo turístico por sí misma.

El jamón, una delicia malagueña | Patronato de Turismo Málaga-Costa del Sol

La dieta mediterránea, tan en boga actualmente, ha constituido desde siempre la razón de ser de los platos de una cocina que es sana, variada y con materias primas de gran calidad entre las que hay verduras, frutas, carnes y, sobre todo, pescados: las huertas del Valle del Guadalhorce, los cultivos subtropicales de La Axarquía, los productos cárnicos de la Serranía de Ronda y, por supuesto, el pescado más fresco recogido en la propia costa malagueña.

Al establecer un recorrido por la gastronomía malagueña no cabe duda de que el gazpacho andaluz debe ser destacado, pero tampoco hay que olvidar otra variedad de sopa fría, más genuinamente malagueña como el ajoblanco, una mezcla de almendras, ajo, pan, vinagre, sal y, por descontado, aceite de oliva virgen. Y está la porra antequerana, más espesa que su pariente el gazpacho, pero también hay sopas calientes como el gazpachuelo. La comida puede avanzar con una olla o unas migas y terminar en una colección de postres con frutas de primera y una repostería excelente. Y junto a todo ello, Málaga no solo mantiene sino que ha logrado dar un nuevo impulso a esa delicia gastronómica que es la tapa.

Y además de esta cocina tradicional –la que se puede encontrar en la ventas del interior donde el plato de los montes es el auténtico rey- la provincia y sobre todo la Costa del Sol ofrecen a visitantes y residentes la más amplia variedad de cocina en los restaurantes más diversos en los que a esta gastronomía típicamente malagueña se une la más variada cocina internacional

Vinos y bodegas

Ya antes de la explosión del turismo, Málaga se hizo famosa por sus tradicionales vinos dulces, aquellos que los árabes llamaron "charab al malaquí" -jarabe de Málaga-, que se exportaban al Vaticano y hacían las delicias de los zares de la Rusia Imperial.

Pero ahora los vinos dulces ya no están solos: una de las firmas más conocidas, Málaga Virgen, hace ya siete años que sacó al mercado hasta cuatro nuevos productos alejados de sus clásicos: tintos, rosados e incluso vinagres, sin contar con su gama de diseño, formada por caldos de muy alta calidad en un envase hecho a medida de los gourmets.

Y siguiendo ese camino, hoy en día la mayor parte de las bodegas malagueñas han sacado nuevos productos al mercado o están a punto de hacerlo. También el número de bodegas sigue creciendo y ya hay 32 inscritas en el Consejo Regulador con las denominaciones de origen Málaga y Sierras de Málaga. Además, algunas de ellas se convierten en atracción turística por sí mismas.

Los bodegueros malagueños han revolucionado los vinos de la provincia | Patronato de Turismo Málaga-Costa del Sol

Las zonas de producción de vino de Málaga son seis: La Axarquía, en la Costa del Sol Oriental; Montes, la cadena montañosa que rodea a la capital; Norte, la zona más llana en la comarca de Antequera; Costa Occidental, en el límite con la provincia de Cádiz; y Serranía, en el entorno de Ronda.

Una de las claves que ha propiciado la fiebre innovadora estuvo en la renovación del propio Consejo Regulador, que desde el año 2000 empezó a regular también la denominación de origen Sierras de Málaga para englobar vinos blancos, rosados y tintos. Con esta decisión, a los empresarios que hasta entonces se limitaban a comercializar bajo la denominación Málaga (que sólo admite vinos dulces) se les abrió un nuevo mundo de posibilidades.

Los resultados de esta decisión se vieron enseguida, no sólo por la salida al mercado de nuevos productos, sino por la aparición de nuevas bodegas. De las nueve de 1999 se ha pasado a las 39 antes señaladas. Esta modernización ha llevado a que los vinos de Málaga, especialmente los dulces y también algunos tintos, estén ya en las cartas de los grandes restaurantes internacionales.

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