Con poco más de cinco meses de vida, el restaurante Fijo irrumpe en la escena madrileña con un concepto novedoso de platos pequeños para que cada comensal pida lo que quiere comer o para compartir y que promete dar mucho que hablar.
Fijo es el sueño de Francisco José Abajo Abril quien, tras dejar su exitosa carrera como procurador, se decidió a emprender en su gran pasión: la gastronomía. Eso sí, no ha querido alejarse mucho de los Juzgados de Plaza de Castilla ya que su restaurante se emplaza en el número 113 de la calle de la Infanta Mercedes. El nombre viene de la fusión entre el nombre del chef Fidel Meza López y el de José. Veremos cuál es el veredicto.
Tras fichar al cocinero peruano, juntos comenzaron a visitar un sin fin de locales para probar aquellos platos que querían que formasen parte de la carta, con prueba tras prueba hasta alcanzar el toque perfecto que quieren que llegue al paladar de cada comensal.
De ahí viene una carta generosa y variada, con toques peruanos que se agradecen y que dan un punto al resto de los platos, más clásicos pero con una maravillosa elaboración y de gran sabor. Como aperitivo, unos riquísimos torreznos acompañados por una excelsas patatas panadera tipo chips recién hechas.
Lo distintivo de Fijo es la libertad que te otorga su carta para que cada comensal pida lo que quiera comer. Así que uno puede probar un original nido de alcachofa con huevo a baja temperatura y foie (8,50€) y otro dar cuenta de las croquetas (4,50€/2 unidades) melosas y deliciosas, de jamón ibérico, de gambas al ajillo o de trufa, para comerla de un bocado y que explote en tu boca.
Un pequeño y coqueto restaurante que hace gala de una cuidada decoración obra del renombrado interiorista Jaime Sesé. Un espacio intimo y acogedor, en el que las botellas de vino decoran las paredes y con las mesas vestidas con individuales.
El toque peruano de la carta que aporta el cocinero lo comprobamos con un par de platos para compartir: una muy buena causa limeña con langostinos de Fidel (6,50€) y un refrescante ceviche casero (8,80€). Como se puede comprobar en su decoración, la carta líquida cobra un gran protagonismo y para acompañar estos deliciosos platos elegimos un verdejo José Pariente, DO Rueda, que nunca falla.
Entre sorbo y sorbo vienen unas maravillosas y nada grasientas gambas envueltas en kataifi (4,90€), para comerlas con las manos envueltas en la hoja de lechuga y con el siempre refrescante toque de la menta. Para comerse más de dos.
Como decíamos, los pequeños bocados a muy buen precio que te ofrece este singular restaurante, te permite la posibilidad de probar gran parte de la carta aunque solo seáis dos personas. Otro plato para compartir que recomiendo probar por su estupenda ejecución y lo bien que combinan sus ingredientes es el falso risotto de setas shiitake y trufa (8,50€).
Otro bocado espectacular es el brioche de atún y foie con yuca frita (8,50€), puedes ponerle más salsa, para después cerrar el 'bocata' y disfrutarlo. Las patatas que acompañan están a la altura de las servidas en el aperitivo con los torreznos. Y también muy rica y con un increíble sabor a caza la hamburguesita de ciervo con foie y patatas fritas (8,80€).
Los postres también destacan en este pequeño restaurante. Probamos un muy buen coulant de chocolate y una cremosísima tarta de queso azul (postres desde los 4,50 a los 6€). Para otra ocasión dejamos el tiramisú que lo presentan en copa de Martini para que se vean las distintas capas del postre italiano. Para acompañar el café José Abajo se destapa con una copa de pacharán Baines Etiqueta Oro.
Cualquier juez que se precie tendría claro que Fijo y todo el que se acerque a probarlo tiene que quedar absuelto de todos los pecados cometidos, sobre todo los veniales. El lugar idóneo para compartir mesa con amigos, familia o para hacer una parada en medio de la jornada laboral, con un ticket medio entre los 30 y 35€.
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