
El episodio de esta semana de El Placer de Viajar los destinos elegidos por Carmelo Jordá y Kelu Robles son dos pueblos de la mallorquina Sierra de Tramontana –Valldemosa y Deyá– y la capital de Noruega, Oslo.
Kelu Robles recorre los muchos lugares interesantes de Oslo, una ciudad de un tamaño muy abarcable –700.000 habitantes– pero que al mismo tiempo tiene una riquísima vida cultural.
La capital noruega es especialmente buena en mezclar una larga historia y una notable modernidad, especialmente desde el punto de vista arquitectónico, con una colección de edificios de mucha calidad e interés construidos en los últimos años.
También es una ciudad con una espectacular oferta cultural de casi 60 museos, algunos tan interesante como el dedicado al más famoso pintor oslense, Edvard Munch, el parque con obras del escultor Gustav Vigeland, o el FRAM, que es el barco de madera que ha viajado al punto más septentrional y al más meridional del mundo y que hoy en día es un museo muy especial, sobre todo para los más viajeros y expedicionarios ya que cuenta, a través del propio barco que usaron, las hazañas –y también todas las penurias– de aventureros noruegos como Nansen y Amundsen.
Y, eso sí, casi todo es fantástico en Oslo, menos una cosa: los precios, pues el alto nivel de vida de Noruega y los elevados impuestos hacen que alguna de las cosas que asociamos al placer de un viaje sean bastante caras.
Además, en la segunda parte del episodio es el colaborador más frecuente del programa, David Alonso, el que nos invita a recorrer ese rincón maravilloso de Mallorca que es la Sierra de Tramontana.
Un paraíso paisajístico de en el que lo único que no es perfecto es el exceso de ciclistas y en el que David ha elegido dos pueblos especialmente hermosos: Valldemosa y Deyá.
Lugares en los que se para el tiempo, que todavía mantienen todo el encanto de su pasado medieval y que llevan desde hace siglos siendo puntos de encuentro de artistas, escritores y aristócratas como Chopin, George Sands o Robert Graves, lo que sin duda es ahora otro motivo más para viajar hasta allí a conocer los pequeños museos que recuerdan el paso por allí de alguno de ellos.
Puntos a los que hay que llegar como el Mirador de Sa Miranda dels Lledoners, en Valldemosa, con sus vistas panorámicas impresionantes del valle y del mar Mediterráneo al fondo; o el de Son Marroig, frente a la pequeña península de Sa Foradada.
En definitiva, una zona muy especial que lo es tanto como para haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en la categoría de paisaje cultural, en la que la naturaleza y la presencia humana llevan siglos conviviendo y mejorándose.
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