Tu color bronceado me fascina, es atrayente, penetra mis pupilas y logra que se deslice por mi garganta una sensación placentera, pero a la vez de ansiedad.
No sé si sabes que hasta donde me alcanza la memoria siempre te he querido. No me ha importado ser testigo tus más que diversas uniones, las amantes que tuvieras, he sabido compartirte a pesar del dolor.
No he tenido, ni tendré un amor como el tuyo, lo sé, es absurdo siquiera imaginarlo. Todos los días me acuerdo de ti, del sabor que dejabas en mi boca y me invade la añoranza.
Me has acompañado en los buenos momentos, haciéndolos aún más increíbles; también en los malos, cuando tu apoyo era más que necesario. Te he presentado a toda mi familia, sabiendo que agradarías a todos, te llevé conmigo de viaje...
En lo más profundo de mi ser te prometí fidelidad, con el más sincero de mis sentimientos.
Me siento dichosa de haberte conocido, de que llegaras a mi lado, a mi país, ¡qué glorioso momento!
Te adoro chocolate.
Esther
