Lo que temía decirte.
Te escribo para no perder lo que se ha quedado de ti: el recuerdo.
Te amé y olvidé de mí. He vivido a través de ti, respiré lo que tú respirabas, el mundo tuvo los colores que tú me dibujabas. Reí y me alegré por ti; he llorado, me enfadé y me dolió lo que a ti te dolía. Me dolía porque, casi todo el tiempo estabas conmigo pero lejos, en tu mundo, hasta adonde no conseguía llegar. Tan intensos y tan pocos los momentos, los días que me regalabas. Has sido mía, conmigo, solamente por el tiempo que tú decidías, porque vivir el momento llenaba todo tu ser.
Y me quedé atrás, para recordarme. Para intentar olvidarte y seguir adelante, después. Para tantear sin alguna brújula e intentar no ahogarme. Ahora, aprendo nadar por la vida, aprendo lo que tú me apartaste de comprender. Acostumbrarme a la soledad me cuesta, aunque juntos, he estado sola ni me acuerdo cuántas veces. Todavía hablo de ti al tiempo presente – no quiero que te conviertes en mi pasado, aún cuando se que, inevitablemente, eres.
¡Mi amado pasado, mi pasado que duele!
¿Cómo saber que ibas ir, que me encontraré con la cruel realidad?
Son cartas para ti, mi amor perdido.
Las voy ha escribir para no olvidarte, para que no te olviden.
Jurgen
