Antes de que se lancen a entender mi titular, deben leer la columna completa. Y es que, analizando caso por caso, es imposible que pasen tres días sin que nuestra Reina sea noticia: y no por su gestión o un asunto de Estado. No. Cuando no se le transparenta el sujetador blanco que asoma debajo de un suéter color negro (como la semana pasada), es la falda y las botas de Uterqüe que acompaña de una camisa blanca "sin planchar" (como hace dos semanas)... los medios titulan "Los descuidos de Letizia", pero, para suavizar el titular, añaden que "sigue eclipsando con su moda" en el interior de los artículos. Hipocresía por doquier. Aburrimiento hasta la médula. Y mientras, nosotros nos lo tragamos como si nada. Las personas vacías e inseguras, se aplicarán los consejos de esos reportajes como si de la Biblia se tratara. Y, mientras tanto, idiotizada la sociedad, se seguirá obteniendo el resultado deseado en las urnas. O no: porque España ya ha hablado el domingo pasado. Pero ese es otro tema.
Algunos articulistas no saben cómo criticarla, pero con cierta sutileza logran dar con las palabras perfectas. Y mientras unos se centran en el tamaño de su tacón, otros no dejan de analizar por enésima vez el último (presunto) retoque estético de nuestra reina.
Para gustos, colores; o, en su defecto, bótox. Lo que llama la atención es que esta nueva sociedad obsesionada (para bien, en ciertos aspectos) con la igualdad entre hombre y mujeres y la no-cosificación de estas últimas, de pronto basan todo su discurso en algo tan frívolo como la imagen de una reina. Y no sólo de la reina, más adelante recopilo mis titulares preferidos en la industria de las revistas y portales de belleza y moda. Todos estos medios que presumen de feministas, pero no pueden evitar tratar este apartado de la manera más basta, cutre y dirigiéndose a sus (mayoritariamente) seguidoras como si padecieran algún tipo de limitación intelectual, o que simplemente se hubieran estancado en la capacidad racional de un niño de 10 años.
El otro día coincidí con el Doctor Moisés Amselem en una presentación a la que asistí en Urbam Clinic, especializados en medicina estética, y le pregunté qué opinaba de los retoques estético de nuestra Reina, ya que los periodistas a veces nos lanzamos a opinar sin tener mucha idea. A lo que el doctor me contestó que Letizia tiene una muy buena calidad de piel, debido a sus mantenimientos con ácido hialurónico, y (seguramente) bótox para las arrugas de expresión más marcadas. Y que, en cuanto a sus operaciones, la rinoplastia es la más acertada, ya que ha cambiado su nariz aguileña por una de más fina y delgada. Este tipo de explicaciones, a diferencia de "los errores en la moda de la Reina", se basan en la experiencia y la profesionalidad de un experto en su área. Pero, para hablar del no-planchado de su blusa… eso lo podemos hacer todos. Y además, gratis.
A diario leo titulares como los de "la falda que vas a necesitar esta primavera", "las trenzas con las que triunfarás para ir al gimnasio", "si no has visto este maquillaje, no has visto nada"; "Rosalía lo ha vuelto a hacer" (sí, todos los días orinamos, y lo volvemos a hacer, sin ningún tipo de acritud hacia la cantante); "el error de Paula Echevarría", "no podrás vivir sin este labial rojo"; "la lencería con la que enamorarás a tu pareja", "5 cosas que no sabías para adelgazar"... En un tono, a caballo entre la amenaza y la recomendación, tales medios transmiten la sensación de que si uno no sigue al pie de la letra (y nunca mejor dicho) sendos "consejos", va a morir revolcado en el estiércol social, siendo la vergüenza de Instagram.
Yo probaria con otros tipo de cebos: "3 razones por las que eres imbécil", "10 maneras de hacer el ridículo periodístico", "si no lees esto, no te darás cuenta de que estás alienado", "¿por qué eres tan tonto?", "manda hoy a tomar por saco las recomendaciones de tu portal de belleza de cabecera", "sal a la calle e intenta ser feliz".