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Katy Mikhailova

Archivando un sujetador y una carpa playera

La playa saca lo mejor y lo peor de las personas. En todo caso ya no son lo que eran, cuando la gente mantenía cierto glamour, elegancia y respeto.

La playa saca lo mejor y lo peor de las personas. En todo caso ya no son lo que eran, cuando la gente mantenía cierto glamour, elegancia y respeto.
Nuria Roca, de 48 años, en las playas de Cádiz | Gtres

La playa saca lo mejor y lo peor de las personas. De alguna manera, en bañador y con el cuerpo (casi) al desnudo, no hay escapatoria. No hay disfraz, uniforme ni maquillaje que valga. El que es bello, sin ropa se le aprecia más bello si cabe; y el que tiene vello, también, pero a la inversa (se sigue llevando entre hombres el torso depilado, y yo aun sin entenderlo). Pero, para gusto, bikinis.

Lo que me impresiona es ver auténticas carpas ancladas a mitad de la playa, a escasos metros del mar, con familias y grupos de amigos, acompañados de mesas altas para unos 6 comensales, y desayunando-comiendo-merendando-cenando. La clásica sombrilla multicolor (o con marcas corporativas de refrescos, esa que se regalaba en ‘el Pryca’ con la "naranjada" azucarada) ha evolucionado a una enorme carpa; y la sillita de playa, en todo una mesa. ¡Falta el microondas ecológico y sostenible! Ese que te calienta las fabes con el calor de la arena en pleno agosto.

¡Y ni tan mal! Si son felices, yo con ellos. Pero que no dejen tiradas las colillas, las latas y otros objetos. No tengo nada en contra de ellos: ni de las carpas, ni los carpos, ni los carpes. Pero a este ritmo, si se acampó en Sol en aquel famoso movimiento del 15M, no me sorprendería que los graciosos de la carpa también sumen tiendas de campaña, almohadas, colchas y colchones, y, sobre todo, gel y champú, para ‘darse unas friegas’ en ese mismo rincón en el que la gente se quita la arena de los pies (algo que siempre he odiado: esa sensación de arena mojada que no se va del todo y que implica que la chancla y el pie se vayan secando conforme uno camina, convirtiéndose en un nuevo nido de suciedad).

Sea como fuere, las playas ya no son lo que eran, cuando (aun sin ser democrática la moda de baño) la gente mantenía cierto glamour, elegancia y respeto por la gente en lo que a nivel de lenguaje corporal se refiere (en lo que la moda habla, la gente calla). Ya no hay ni respeto ni protocolo ni sentido del buen gusto. Uno ya no sabe si ir al chiringuito en tanga o a la arrocería en toalla.

Y es que son tales las vueltas que ha dado la industria en esta sociedad que la última polémica de la moda y la ética-estética ha sido el caso de la joven a la que un conductor de autobús en Valencia le ha impedido subirse por "ir escotada y poder ofender a los demás pasajeros". Cristina Durán planteaba en su Twitter si es normativa o discriminación. Al parecer lo que llevaba es una especie de top lencero, algo que en la industria de la moda está ocurriendo con frecuencia: cómo la moda de la calle mira a la lencería, y viceversa. Mi buen amigo el estilista Jesús Cicero paseaba estos días en una especie de ‘pijama urbano’, y tan ideal que iba.

Pero a estas alturas negarle el acceso a una persona para subirse a un autobús por ir con un top de encaje me parece tan arcaico como absurdo, cuando cosas peores se ven: hombres con camisetas de tirantes, bermudas y chanclas. ¡Un auténtico delito estético! El problema no es de esta muchacha, sino del mal gusto que impera en Occidente, en donde, en efecto, ya no se respeta nada. Desde que se ha permitido asistir a la ópera en vaqueros y zapatillas, la estética ha perdido toda su ética y su sentido. Probablemente Cristina, como millones de personas, sufren una enajenación en materia de protocolo. Todos somos Cristina.

Hablando de sentido, no sé si han descubierto que ahora Whatsapp (al menos en mi Iphone) les permite archivar una conversación. Pero más allá de archivarla como ya ocurría hace unos meses, resulta que al archivar a alguien, uno no ve las notificaciones de sus mensajes. Por lo que, para que vuelva a la pantalla inicial de la aplicación los mensajes del susodicho, hay que ‘desarchivar’. Hemos pasado de rogarle a nuestros ex, novios, nuevos novios, nuevos ex, y viejos ex, el ‘desbloquéame’ a ‘desarchívame, por favor’. Estar archivados en Whatsapp es todo un misterio y una muestra de ninguneo tan cruel que refleja el sentimiento de "ni voy a malgastar mi tiempo en bloquearte". Un minuto de silencio por todos esos seres humanos que vivimos congelados en el tiempo archivados en el Whatsapp de algún ser cruel e insensible que ha decidido silenciarnos sin piedad.

En Chic

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