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Guayaberas y la gente que no lee

La guayabera es la salvación para todas esas personas que tienen tan mal gusto de decidir celebrar su boda en julio y agosto.

La guayabera es la salvación para todas esas personas que tienen tan mal gusto de decidir celebrar su boda en julio y agosto.
Guayaberas | Gtres

La guayabera es esa prenda tan apetecible como incomprendida en occidente. Las hay de todos los colores y, si me apuran, de todas las formas, aunque es bien sabido que debe ir por fuera y el bolsillo es imperdonable para ese habano que acompaña como anillo al dedo, o habano al soplo. La guayabera es la salvación para todas esas personas que tienen tan mal gusto de decidir celebrar su boda en julio y agosto, y exigir a sus invitados asistir de traje. Se caga la perra. La guayabera es una reminiscencia y la prueba de la herencia del colonialismo. Es la frescura llevada a la informal elegancia. Y… quién no tiene guayabera en su fondo de armario aún no ha comprendido la vida ni lo que es sobrevivir a las olas de calor en Madrid (y otros rincones de esta España nuestra).

El lunes pasado celebramos la fiesta de verano con FEARLESS ® y AEDAS Homes en la flagship que tienen en el corazón del Barrio de Salamanca. 450 invitados se dieron cita. La invitación, cursada casi con un mes de antelación, pedía con claridad (y nunca mejor dicho…) que los invitados fueran de blanco.

Pero, no. Hubo quien no leyó la letra pequeña de la invitación o puso en práctica eso que digo siempre de que la moda es un grito de libertad. Y, aun resaltando en la invitación el hashtag #todoAlBlanco, hubo personas que se personaron de aquella manera... Se lo perdonamos a los ejecutivos y directivos que aterrizaban de una reunión, a trabajadores de la casa que invadimos con mucho cariño y al señor embajador de Colombia en España, Eduardo Ávila, al que avisé con 2 horas antes de la fiesta por teléfono.

El dress-code, parte fundamental del protocolo, tiene la función de ser cumplido. Por supuesto que no se acaba el mundo ni se comete un crimen, pero, ¿cómo se sienten esas personas que han tenido que ir a comprarse su vestimenta específicamente para la ocasión y ver a otros que no lo hacen?

Los días previos, las guayaberas del Barrio de Salamanca de Madrid habían volado como los hielos el verano pasado (¿se acuerdan del desabastecimiento en las tiendas?). Yo recurro muchísimo a una pequeña tienda que hay en la calle Conde de Peñalver nº51, casi esquina con Ortega y Gasset, en la que solo quedaba una única guayabera en color blanco que, por supuesto, la adquirí yo. Como cada temporada. No hay efecto más incómodo que el compartir una velada con un hombre sufriendo y sudando la camisa.

El verano pasado Antonio Banderas se adelantaba y comunicaba en sus redes, a horas de la Gala de Starlite Marbella, que, dadas las altísimas temperaturas, los hombres optaran por guayaberas, como él iba a hacer.

Tómense mi columna con humor, porque, en efecto, no se acaba el mundo comerse el protocolo y quedarse tan a gusto (yo soy de esas que se va por vergüenza…). La apuesta por este encuentro, con 38 grados en la terraza (los que peor pasaban el calor, podían disfrutar de ibéricos y ginebras en el interior, y aire acondicionado incluido), la guayabera, para ellos, era un must-have y must-wear que ya sugerimos.

Y, ¿saben qué? Triunfó. Triunfó el lino. Triunfaron los colores claros. Los blancos en todas sus gamas cromáticas (del blanco roto, al blanco hueso, blanco marfil, blanco eléctrico… hay tantos blancos como estados emocionales, en realidad). Los sombreros de panamá (aunque el sol ya se estaba alejando), para los más divertidos. Puros, Dupont y fuego mediante. Revivimos una pequeña cuba, con cubanos afincados en Madrid que tampoco quisieron perderse el encuentro, en la que reinó el baile al son de la actuación de Pedro Pablo y su acompañante, cubanos también, que nos permitieron bailar clásicas salsas de toda la vida. Madrid se volvió Cuba por unas horas.

La única cubana que no asistió, contra todo pronóstico, fue Rachel Valdés, portada del número que presentamos, por razones que no procede analizar ni compartir, pero bastante obvias para los que siguen la actualidad. Fue la auténtica protagonista aun con su ausencia.

Reunimos políticos, periodistas, jueces, sociedad, influencers, actores, empresarios y directivos y gente guapa en todas sus vertientes (la física y la ‘guapura’ intelectual). Y, por supuesto, los que se saltaron el código de vestimenta también disfrutaron, y yo me alegro.

Las guayaberas han vuelto para quedarse, mis queridos lectores. Disfrútenlas mientras dura ‘la calor’. ¡Feliz sábado y comienzo de julio!

En Chic

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