
Canalillo arriba. Canalillo abajo. Cuestión de cortesía (o corsetería) y lencería. Invento o tradición. ¿Quién dijo que el escote ya no está de moda? O, más bien, ¿sienta igual el escote a todo el mundo? La prensa especializada en moda habla de la vuelta de la tendencia del escote ‘push-up’, ese que comprime todo tanto que se levanta y se engrandece casi como por quirófano se hubiera pasado. Un efecto nada nuevo que se lleva haciendo desde hace siglos. Juntar y levantar. Dos verbos que bailan en silencio cada vez que una mujer sucumbe al encanto del Wonderbra.
En los últimos años hemos visto cómo influencers y creadoras de contenido, y por tanto prescriptores para millones de mujeres, se sometían a la reducción de pecho. Empezando por María Pombo y siguiendo con Anita Matamoros. La tendencia es, cada vez más, la búsqueda de la naturalidad en los cuerpos. Pero eso no quita que, aun pequeñas, quieran vivir unidas y levantas. Las mamas. Sin tilde.
Vayan las tendencias por un lado u otro, tratándose de la familia Kardashian el ‘más es más’ es siempre una apuesta segura (lo de ‘menos es más’ fue un invento de los pobres, he leído por ahí en algún meme). Los sociólogos apuntan a que el escote con mamas grandes y apretadas es un efecto aspiracional que vuelve a estar en boga de la sociedad y la industria cada vez que una celebrity pasa por una alfombra roja de esta manera.
Kyle Jenner en París así lo ha sentenciado: un espectacular escote fruto del efecto push-up del vestido. No habría ni rastro de gargantilla o colgante para evitar desviar la atención.
El wonderbra ha revolucionado el cuerpo de la mujer desde que en los 90 decidiera Lady Corset Company, una empresa canadiense, aportarle un aro al sujetador para elevar el seno. El "sujetador maravilloso", como significa en castellano, sigue siendo a fecha de hoy un bien necesario en nuestros armarios.
Dicen que en 1995 se vendía un wonderbra cada 15 segundos. Y el pico de búsqueda en Google por esta palabra tiene lugar en 2008, en plena crisis. Debe de ser como el teorema de las barras de pintalabios: cuenta la leyenda que se venden más unidades en época de recesiones económicas. Será que para afrontar tiempos difíciles verse más guapa aporta energía. O no. Nunca se sabrá con exactitud. Aunque en verdad en 2008 el ‘boom’ de búsquedas se debe a que Dita Von Teese se convirtiera en imagen de la marca, después del mítico anuncio de Eva Herzigova en 1994 mirándose los pecho y diciendo "hola, chicos".
La que no necesita recurrir al sujetador-maravilloso, o no al menos que se nota, es la reina Letizia, cada vez más elegante y jovial. Su vestido camisero con estampado floral en azul klein de Juan Vidal ha sido todo un acierto para lucirlo en la Fiesta Nacional. Lejos de unos lunares, más propios para un cocktail en pre feria de Sevilla, de Yolanda Díaz. Repite, por cierto, vestido. No hace falta homenajear a España desde el folclore. Pero queda latente que el Teorema de la Monda de Seda es una obviedad.
