
Hay quien vive felizmente en la ignorancia, creyendo que Fortuny es una calle. O lo que es aún peor, una discoteca. Existimos también los que sobrevivimos a la vulgaridad de nuestros tiempos con el conocimiento de que Fortuny fue un genio de la moda, ahora inmerso nuevamente en una polémica sobre la verdadera autoría de la pieza más icónica del español veneciano.
Fortuny ha mutado, un siglo después, a ‘fortuna’, versión femenina, a raíz de que en el MET de Nueva York (Metropolitan Museum) la comisaria ha decidido rescatar y recordar quién fue el autor original del vestido más famoso del creador.
La exposición, "Women dressing women", que se podrá ver hasta el 3 de marzo, es un homenaje a la moda capitaneada por mujeres, en la que hasta 70 creadoras tienen su espacio, tales como Schiaparelli, Lanvin o Chanel. A falta de nombres femeninos (ironía aparte), buenas son tortas. Sobre todo a la historia y la memoria de un grande como Mariano Fortuny. Aunque más que tortas, quizás son verdades confirmadas por el propio creativo.
Aunque esta no sería la primera vez en la que Fortuny es desplazado por Adèle Henriette Negrin Fortuny (esta noticia salta a la palestra en el Museo Fortuny de Venecia en una exposición en 2016). La mujer a la que conoció en París y con quien se fue a vivir a Venecia en 1902, resulta ser, según el propio Mariano, la verdadera autora del mítico vestido "Delphos". Cosas del sexismo de la época (o de burocracia napoleónica, quizá). Ya saben, Fortuny es mucho Fortuny. Aunque para algunas generaciones solo sea el nombre de una buena calle y estatus tal.
Sigo con Fortuny. Para él nunca es suficiente una columna ni muchas. En 2016 la muestra se acompañaba de un breve escrito del propio Mariano que decía "esta patente es propiedad de Madame Henriette Brassart, que es su inventora. Tomo la patente a mi nombre por la urgencia de la presentación...". Y décadas después, tras la muerte de Mariano en 1949, Adèle escribía a su amiga y compañera, la neoyorquina Elsie McNeill, "he tomado la decisión irrevocable de cesar la producción comercial de los vestidos Delphos. Considerando que estos vestidos, como tantos otros, son de mi propia creación". No hay más preguntas, señoría. Podríamos decir. Y decimos.
"Delphos" fue creado y patentado en 1909 como un vestido de satén plisado en un tono verde celadón. Era una túnica de "andar por casa", para llevar sin lencería, que en muy poco tiempo se coronó como un símbolo de liberación femenina, despidiéndonos de los corsés y otros complementos de opresión física. Con este ligero matiz, es creíble la leyenda de que la mujer diseña para la mujer: recuerden que fue Cocó Chanel la gran revolucionaria democratizando la moda femenina, por ejemplo.
Era, entonces, Fortuny (o el matrimonio) quien implementaba en el mercado el tejido plisado, decorado además con cristales de Murano, elogiando el estilo griego. Un clásico que se ha ido reinventando a lo largo de la historia.
Ahora Fortuny renace, polémica mediante, en un momento en el que estamos condenados a la mayor crisis de gusto y refinamiento. Unos tiempos en los que proliferan youtubers sólo para hablar de tatuajes. Una era en la que pudiendo vestir mejor que nunca por muy poco (gracias Amancio, gracias Amazon), la vulgaridad reina de nuevo y se corona como una elección. Por supuesto que la moda es un grito de libertad, pero no todo vale. Es evidente que las carencias y las limitaciones alimentan más el ingenio. En un momento en el que todo lo tenemos, todo vale.
