
Con 102 años se nos va un icono de la moda. Un icono de sí misma y de un estilo inigualable. Una musa del tiempo y una belleza legendaria ajena a los cánones establecidos. Diseñadora de interiores de la sociedad neoyorquina y de media cúpula de presidentes. Artista genuina. Reina del color. Ella era glamour andante. Elegancia innata. Imitada tantas veces pero inigualada ninguna. Carisma. Pasión. Originalidad. Extravagancia. Y, sí, sencillez.
Triste noticia para el mundo de la moda cuando desde su cuenta se anunciaba su fallecimiento el pasado 1 de marzo. Desde que fue descubierta a una tardía edad (84 años) en una exposición de arte en el Metropolitan de Nueva York, su carrera sólo ha ido en aumento, convirtiéndose en una auténtica influencer de estilo, imagen de muchas marcas (hasta H&M ha llegado a sucumbir a sus encantos). Creadora y creativa de su inigualable estilo colorido aplicado a prendas XXL imposibles de llevar por cualquiera.
La historiadora de arte, nacida en el seno de una familia judía, ha trabajado en una revista de moda (Women's Wear Daily); se ha casado con el propietario de una empresa textil con su marido (Old Wood Weavers), Carl Apfel quien fallecía a los 100 años, llegando a trabajar con Greta Garbo; ha sido decoradora, llegando a intervenir la Casa Blanca para 9 presidentes americanos (de H. Truman a B. Clinton ).
Rara Avis, como titulaba su exposición en el Met de Nueva York, más de 80 trajes de Dolce & Gabbana, Dior, Lanvin… La colección privada de una interiorista hasta el momento bastante desconocida para la prensa. Ella fue precursora en mezclar artesanía de mercadillos con alta costura. Lujo y con el bajo precio.
Aunque con mucho humor ella misma se definía como "artista geriátrica", el mundo la analizaba con asombro. Crítica con su tiempo, confesaba en numerosas entrevistas que la actual industria de la moda carece de disciplina y sentido.
Ya dijo Diana Vreeland que tener "demasiado buen gusto puede ser aburrido". Y es que el "buen gusto" de Iris era un no-va-a-más, un caos sin coherencia, una nebulosa caótica de tejidos, un auténtico grito de libertad. Ella era algo más que buen gusto. Era esa suerte de mujer que toda mujer enamorada de la moda aspira a ser. Una musa atemporal que tenía su sello y que trascenderá a sí misma. Ya lo verán. Hoy lloramos por una eterna e inigualable Iris Apfle, que vive en el corazón de aquellos que aman la belleza y coleccionan instantes de estética irretenibles.
