
Un plato de caldo o sopa caliente es de las comidas más reconfortantes los días fríos de invierno.... además es un plato muy nutritivo y que se digiere realmente bien. Seguramente por estos dos motivos, y alguno más, la sopa es de los platos más consumidos en todo el mundo. No solo ha conquistado a la sociedad por su sabor, sino también por servir de cura casera para catarros y gripes y por su reconfortante calor tras una jornada fría de invierno. Además, las sopas triunfan por lo económicas que son y también por su capacidad para admitir cualquier tipo de ingrediente: desde verduras, a carnes, pescados y legumbres.
Por todo ello, hay que saber que la sopa es un plato que puede consumirse a diario siempre que no tenga un exceso de sal, grasas o calorías. Si se decide esto lo mejor es variar los ingredientes ya que garantizará un aporte diverso de nutrientes y evitará la monotonía. Además, para una dieta equilibrada conviene combinar sopas ligeras con otras preparaciones que incluyan alimentos crudos, como ensaladas, para complementar texturas y nutrientes.
No hay que dejar de recordar que la Fundación Dieta Mediterránea, recomienda el consumo de sopa cuatro o más veces por semana, en especial al a las personas mayores, ya que contribuye a alcanzar el aporte de líquido imprescindible para cubrir las necesidades diarias. Asimismo, aunque pueden ser consumidas en cualquier momento del día, la ingesta de este plato es especialmente conveniente en las cenas, pues es de fácil digestión y ayuda a conciliar el sueño.
Pero, ¿cuál es el origen de este plato tan rico y sencillo? Pues, aunque pueda sorprender este plato se remonta al Paleolítico, cuando los hombres introducían los alimentos en agua para ablandarlos y así poder ingerirlos con más facilidad. Hay que recordar que en ese momento no se usaban cazuelas, pero sí los huecos que existían entre las rocas. Este descubrimiento fue todo un acierto, ya que el agua resultante tenía también el sabor del alimento que se había sumergido y los productos que podían ser consumidos se multiplicaron.
En la actualidad, las recetas de sopa se extienden a lo largo de todo el mundo, desde Italia a Francia pasando por Corea o Japón. A todas les une algo, que es su alto contenido en agua y su poder saciante. Por ejemplo, en Francia puede saborearse la sopa de cebolla, en Portugal la cataplana, en Rusia el Borsh, en Corea el kimchi o el sancocho si se viaja al Caribe. Pero además, en Japón existe la opción de probar la popular sopa miso, cargada de algas, tofu y cebolla.
Si bien es cierto que, en pleno siglo XXI, la sopa instantánea es una de las más consumidas, ya que disminuye el tiempo de cocción y se puede disfrutar de la sopa en tan solo unos minutos. El artífice de este plato fue el químico Barón Justus von Liebig, quien a mediados del siglo XIX elaboró caldos sintéticos a partir de la carne manteniendo parte de sus nutrientes. Pero, ¿es casualidad esta internacionalización? La popularidad de este plato se debe a su variado sabor, a su alto contenido nutritivo, a su versatilidad y a lo económica que es. De hecho, las clases más humildes de la sociedad siempre han recurrido a este plato para poder alimentarse de forma eficaz y barata.
¿Qué nutrientes aporta la sopa?
La sopa suele contener una gran variedad de ingredientes como verduras, carnes, legumbres y cereales, que proporcionan vitaminas, minerales, proteínas y carbohidratos esenciales para el funcionamiento del organismo. De hecho, uno de los principales beneficios es que contribuye a un aumento de la ingesta de fibra, por el alto contenido de verduras y legumbres que se suelen incluir en las sopas. Pero, al ser caldo casi todo, el consumo de sopa contribuye a la ingesta de líquido, cubriendo las necesidades de hidratación, a la vez que se recuperan los minerales perdidos para el correcto funcionamiento del organismo.
Beneficios de consumir sopa
En primer lugar, las sopas son una forma práctica de incorporar una gran cantidad de nutrientes en una sola comida. Al prepararlas con ingredientes variados como vegetales, legumbres, carnes magras y granos, se obtiene un plato equilibrado y completo, rico en vitaminas, minerales, proteínas y fibra. Este contenido nutricional puede fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la salud digestiva y proporcionar energía sostenible.
Además, las sopas son ricas en vitaminas y minerales, lo que la convierte en un plato perfecto si se quiere cuidar la dieta. Esto se debe a su contenido en verduras y diferentes tipos de carne y pescados. Otro beneficio importante de consumir sopa es su capacidad para mantener la hidratación. Hay que recordar que muchas sopas tienen una base de caldo, lo que contribuye significativamente a la ingesta diaria de líquidos. Esto es especialmente valioso durante climas fríos o cuando no se consume suficiente agua a lo largo del día.
Pero además, es fácil de digerir. Como los alimentos con los que se hace la sopa se calientan a altas temperaturas, se ablandan y son más fáciles de digerir. Gracias a esta característica es un alimento perfecto para los niños y personas mayores con problemas para ingerir alimentos sólidos. Además, la sopa es ideal para promover la saciedad sin agregar un exceso de calorías, lo que la hace perfecta para quienes desean controlar su peso. Los caldos ligeros y sopas a base de vegetales tienen un bajo contenido calórico, pero son lo suficientemente satisfactorios como para evitar el consumo de alimentos poco saludables entre comidas.
La sopa también tiene propiedades reconfortantes y es una excelente opción en situaciones de enfermedad. En casos de resfriados o gripes, sopas calientes, como la clásica sopa de pollo, pueden aliviar síntomas como la congestión nasal y el malestar general. Además, los ingredientes calientes ayudan a mejorar la circulación y el estado de ánimo. Tanto es así que varios estudios han revelado que el caldo de pollo ayuda a combatir los resfriados. Esto se debe a que el pollo casero impide el movimiento de las células del sistema inmune.
Una de las grandes propiedades de la sopa es su capacidad para eliminar toxinas e impurezas del cuerpo, tanto internas, como externas. De hecho, podría decirse que hacen la misma función que los zumos detox, pero el caldo es mejor ya que tiene más variedad de nutrientes, y además no desestabiliza bruscamente los niveles de azúcar en sangre. Pero además, las sopas tienen pocas calorías. El motivo es que el agua es el componente principal de la sopa , lo que lo convierte en un plato bajo en calorías.
Seguramente una de las cosas que más gustan a las personas es que es un plato que se puede consumir en modalidad fría y caliente. Esto la hace excelente por su adaptación a los cambios climáticos del verano y el invierno. Además, su larga data las hace poseedoras de una gran riqueza en recetas a lo largo del mundo. Con la ventaja que se potencia al tener un proceso de elaboración que destruye los microorganismos presentes en carnes y legumbres. Pero además, es buena para todas las edades, embarazadas y deportistas. Tanto en niños, adultos y en personas mayores la sopa permite conseguir parte de las recomendaciones diarias nutritivas en cada una de las etapas de la vida y también es muy recomendable para embarazadas y deportistas.
Finalmente, su facilidad de preparación y la posibilidad de aprovechar ingredientes sobrantes hacen de la sopa una alternativa económica y sostenible. Al ser tan adaptable, puede satisfacer distintos requerimientos dietéticos, como opciones veganas, sin gluten o bajas en sodio.
¿Cuándo no es tan adecuado tomarlas?
Muchas veces el ritmo de la rutina lleva a no tener el tiempo suficiente para cocinar y algunos se inclinan por las fórmulas instantáneas. Se debe tener especial cuidado con este tipo de productos ya que su composición no siempre incluye todos los nutrientes que dicen tener. Mientras que sí suelen sumar un número importante de conservantes, sabores artificiales y exceso de sodio. Elementos que lejos de aportar, terminan por ser bastante perjudiciales.

