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España rechaza la energía nuclear, vital para la sostenibilidad, mientras se compromete con la Agenda 2030. Ana Hernández lo analiza.

Agenda 2030 y el dogma antinuclear: ¿Compromiso con el futuro o hipocresía energética?

España rechaza la energía nuclear, vital para la sostenibilidad, mientras se compromete con la Agenda 2030. Ana Hernández lo analiza.

España rechaza la energía nuclear, vital para la sostenibilidad, mientras se compromete con la Agenda 2030, mostrando una clara contradicción entre sus políticas y los objetivos climáticos globales.

En un mundo donde el cambio climático figura entre los mayores desafíos de nuestra época, parece evidente que deberíamos apostar por fuentes de energía limpias y sostenibles.

Sin embargo, la realidad en España muestra una contradicción evidente: mientras países como Francia, China o Estados Unidos construyen nuevas centrales nucleares, aquí apostamos por desmantelarlas. Y lo más curioso es que esto ocurre mientras proclamamos a viva voz nuestro compromiso con la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). ¿Es esto una cuestión de coherencia o simplemente otro episodio de activismo guiado por dogmas?

La energía nuclear y su importancia

La energía nuclear se genera principalmente mediante la fisión de átomos de uranio-235, un proceso que libera enormes cantidades de energía sin emitir CO2. Esta tecnología limpia, eficiente y fiable tiene el potencial de ser una aliada clave en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, los detractores no dudan en esgrimir argumentos basados en el miedo y en desastres pasados como Chernóbil o Fukushima. Aunque ambos eventos fueron tragedias significativas, ocurrieron hace décadas y bajo circunstancias muy específicas. Desde entonces, los avances en seguridad y diseño de las centrales han reducido drásticamente los riesgos asociados.

En contraposición, seguimos dependiendo de fuentes energéticas como el carbón o el gas, que no solo son contaminantes, sino que también agravan la crisis climática. La paradoja es evidente: rechazamos una fuente de energía limpia por miedo mientras nos aferramos a opciones que garantizan la emisión continua de gases de efecto invernadero.

La Agenda 2030 y la energía nuclear

La Agenda 2030, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), busca un futuro más justo y sostenible. Aunque rara vez se menciona, la energía nuclear podría ser clave para alcanzar al menos seis de esos objetivos:

ODS 2: Hambre cero

La tecnología nuclear desempeña un papel crucial en la seguridad alimentaria. Mediante la irradiación de semillas, es posible desarrollar cultivos más resistentes a sequías y plagas, como ya se ha demostrado en África. Además, técnicas como la esterilización de insectos ayudan a combatir plagas que devastan cosechas, mientras que la irradiación de alimentos prolonga su vida útil, reduciendo así el desperdicio.

Sin embargo, el discurso dominante a menudo omite estos beneficios en favor de narrativas más "románticas" como la agricultura orgánica, que, si bien es importante, no puede ser la única solución.

ODS 3: Salud y bienestar

La medicina nuclear salva vidas diariamente. Desde diagnósticos tempranos de cáncer hasta tratamientos cardiovasculares, las tecnologías nucleares son esenciales en el sector sanitario. En España, miles de personas se benefician anualmente de estos avances. ¿Cómo justificamos un rechazo a la energía nuclear cuando tantas vidas dependen de ella?

ODS 6: Agua limpia y saneamiento

La energía nuclear también contribuye al acceso al agua potable. Técnicas isotópicas permiten rastrear contaminantes y proteger acuíferos, mientras que los reactores nucleares pueden utilizarse para desalinizar agua de mar. Sin embargo, España, con sus problemas crecientes de sequía, elige cerrar sus centrales.

ODS 7: Energía asequible y no contaminante

La energía nuclear es la segunda fuente de electricidad sin emisiones de CO2 después de la hidráulica. Es constante y no depende de condiciones climáticas, a diferencia de las energías renovables. Francia, con su red mayoritariamente nuclear, es un ejemplo de cómo combinar eficiencia energética y bajas emisiones.

En España, por el contrario, desmantelamos nuestras centrales y cruzamos los dedos para que el viento sople o el sol brille cuando lo necesitemos.

ODS 8: Trabajo decente y crecimiento económico

El sector nuclear genera empleos de calidad y fomenta el desarrollo de las comunidades rurales donde se ubican las centrales. El desmantelamiento de estas instalaciones supone un golpe económico directo para muchas localidades, contradiciendo el concepto de "transición justa" que tanto se menciona.

ODS 13: Acción por el clima

El Acuerdo de París exige reducciones drásticas en emisiones de CO2. La energía nuclear es esencial para alcanzar estas metas. En la COP28, más de 20 países se comprometieron a triplicar su capacidad nuclear para 2050. Mientras tanto, España sigue apostando por el cierre de sus centrales.

El activismo climático: ¿Una nueva religión?

El rechazo a la energía nuclear parece estar más relacionado con dogmas que con datos. Los activistas climáticos exigen soluciones inmediatas al cambio climático, pero descartan opciones viables como la nuclear. Esta "religión climática" se aferra a narrativas simplistas que ignoran la complejidad de los problemas energéticos y climáticos.

Además, muchos de estos activistas disfrutan de los beneficios de la modernidad: smartphones, vuelos baratos, calefacción... Todo esto requiere energía. ¿De dónde creen que proviene?

Menos dogmas, más soluciones

La energía nuclear no es perfecta, pero sus ventajas son innegables. Es limpia, eficiente y esencial para cumplir con los objetivos de la Agenda 2030. Desmantelar nuestras centrales es un error que pagaremos caro.

Es hora de abandonar prejuicios y tomar decisiones basadas en hechos, no en miedos. El planeta no espera. Si realmente queremos un futuro sostenible, necesitamos todas las herramientas disponibles. La energía nuclear es una de ellas. Ignorarla es, simplemente, irracional.

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