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Descubren una estrella que revela cómo y cuándo morirá el Sol

Un equipo de astrónomos observa una estrella muy parecida al Sol en fase terminal y predice el destino de la Tierra.

Un equipo de astrónomos observa una estrella muy parecida al Sol en fase terminal y predice el destino de la Tierra.
Europa Press

Un grupo de astrónomos liderado por la Universidad de Montreal ha observado una estrella similar al Sol en una fase terminal de su vida, arrojando nueva luz sobre lo que ocurrirá con nuestro astro en el futuro. El estudio, publicado en The Astrophysical Journal, se centra en la enana blanca WD 0816−310, que conserva restos de un sistema planetario que la orbitaba antes de que la estrella colapsara. Este hallazgo permite comprender con mayor precisión cómo será la evolución y el colapso final del Sol dentro de miles de millones de años.

Una estrella que anticipa el destino solar

La estrella observada, conocida como WD 0816−310, es una enana blanca a 63 años luz de la Tierra, que alguna vez fue muy similar al Sol. Ahora se encuentra en una etapa final, fría y densa, después de agotar su combustible y expulsar sus capas externas. Los científicos han identificado en su espectro elementos como calcio, magnesio y hierro, lo que sugiere que está acumulando escombros rocosos procedentes de antiguos planetas o asteroides que orbitaban la estrella original.

Esta contaminación química revela que los restos planetarios sobreviven al colapso estelar y que son lentamente absorbidos por la enana blanca, una fase que también experimentará el Sol al final de su vida. Se estima que esta estrella murió hace unos 3.000 millones de años, y su estudio sirve como modelo para anticipar el destino del sistema solar.

La evolución del Sol, paso a paso

Según el estudio, dentro de unos 5.000 millones de años, el Sol empezará a expandirse y se convertirá en una gigante roja, engullendo los planetas más cercanos, incluida posiblemente la Tierra. Tras esa fase, perderá sus capas externas y colapsará hasta convertirse en una enana blanca muy densa, con una masa similar a la del Sol pero concentrada en un volumen similar al de la Tierra.

Los autores destacan que WD 0816−310 es un ejemplo de lo que quedará del Sol tras su muerte: un núcleo inerte, sin reacciones nucleares, que irá enfriándose lentamente durante miles de millones de años. Aunque los planetas exteriores podrían sobrevivir, sus órbitas se verán alteradas y el sistema entrará en un estado caótico.

Tecnología punta para rastrear escombros estelares

El equipo utilizó espectroscopía de alta resolución con el instrumento X-shooter del telescopio VLT (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral en Chile. Este análisis permitió detectar firmas químicas precisas en la atmósfera de la enana blanca, y deducir la composición del material planetario desintegrado.

Además, gracias a datos de la misión Gaia, se pudo determinar con precisión la distancia, la temperatura y la edad de la estrella. Los investigadores concluyen que el sistema planetario que orbitaba la estrella sobrevivió al colapso parcial, aunque sus cuerpos fueron perturbados gravitacionalmente, acabando absorbidos por la estrella moribunda.

Qué ocurrirá con nuestro sistema solar

Este escenario confirma que el sistema solar no desaparecerá de forma repentina, sino que sufrirá una transformación progresiva. Mercurio, Venus y posiblemente la Tierra serán destruidos, pero planetas más lejanos como Júpiter o Saturno podrían seguir existiendo, aunque en órbitas modificadas. En el proceso, escombros planetarios podrían acabar cayendo sobre el núcleo solar remanente, como ya ocurre en WD 0816−310.

Según los autores, este tipo de estudios son esenciales para entender el ciclo de vida de las estrellas de tipo solar y el destino a largo plazo de los sistemas planetarios. Aunque la muerte del Sol está aún muy lejana, su evolución está escrita en el comportamiento de estrellas como esta.

Tracing Planetary Accretion in a 3 Gyr old Hydrogen-rich White Dwarf: The Extremely Polluted Atmosphere of LSPM J0207+3331
Le Bourdais, G. et al. (2025). The Astrophysical Journal, 993, 8.

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