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No hay transición energética, solo una transición política disfrazada de clima: científicos y analistas alertan

Crítica, datos y choque de visiones en una mesa redonda climática donde el alarmismo climático salió seriamente cuestionado

Crítica, datos y choque de visiones en una mesa redonda climática donde el alarmismo climático salió seriamente cuestionado
Ponentes de la mesa redonda en el I Foro Realistas Climáticos. | Paula Gil

La mesa redonda «Clima, energía y medios de comunicación», celebrada en la I Jornada de Cambio Climático y Sociedad de la Asociación de Realistas Climáticos y moderada por el catedrático José Ramón Arévalo, reunió a perfiles muy diversos:

  • José Ramón Ferrandis, economista del Estado.
  • Javier del Valle, geógrafo y climatólogo.
  • Manuel Fernández Ordóñez, físico nuclear.
  • José María González Moya, director general de APPA Renovables.
  • Carmelo Jordá, periodista y redactor jefe de Libertad Digital.

El debate abordó con contundencia las bases políticas, energéticas y mediáticas del discurso climático dominante. Aunque los ponentes no alcanzaron consenso sobre la existencia de una transición energética real, sí coincidieron en denunciar la instrumentalización del clima como herramienta política, especialmente en medios y organismos internacionales.

'No estamos ante una transición energética, sino ante una transición política disfrazada con lenguaje climático', resumió Carmelo Jordá, cuya intervención articuló el debate sobre si existe un problema climático real o uno esencialmente político.

El cambio climático como relato político

José Ramón Ferrandis abrió con una afirmación contundente: 'El cambio climático antropogénico es una criatura del IPCC sin fundamento alguno'. Denunció una narrativa que culpa al ser humano de variaciones climáticas naturales, una hipótesis que —sostuvo— carece de solidez científica. Y advirtió que cualquier política basada en esa premisa 'es falsa y dañina'. El problema, insistió, no es el clima, sino el uso del clima para justificar medidas costosas, restrictivas y regresivas.

Manuel Fernández Ordóñez fue aún más directo: 'Me da igual el cambio climático', dijo, señalando la complejidad de la ciencia y su manipulación política. Aunque la verdad científica sigue en disputa, la política —lamentó— ya ha tomado decisiones que afectan a toda la sociedad: 'Estamos cumpliendo una agenda política que nadie ha votado'.

Desde el periodismo, Carmelo Jordá subrayó que el relato climático se ha convertido en un eje ideológico. 'El cambio climático se ha utilizado para imponer una transición política, no energética', denunció, criticando que los medios no cuestionen las contradicciones entre el discurso oficial y los actos de sus promotores.

Transición energética: debate sin acuerdo

La propia existencia de una transición energética generó desacuerdo. Para Fernández Ordóñez, no existe: 'La humanidad no ha hecho transiciones, solo ha sumado fuentes', recordó, señalando que los combustibles fósiles siguen siendo más del 80% del consumo global.

González Moya, desde APPA, defendió lo contrario: 'Estamos en una transición real, al menos en España'. Destacó que el 60% de la electricidad ya es renovable y que desde 2018 no hay ayudas públicas para nuevas plantas, aunque admitió errores políticos en las fases iniciales.

Ni siquiera hubo acuerdo sobre el término. Javier del Valle propuso hablar de 'evolución energética', pero Fernández Ordóñez replicó: 'Transición implica dejar atrás lo anterior. Eso no está ocurriendo'.

El CO₂ y el truco del alarmismo

Otro eje del debate fue el dióxido de carbono. Ferrandis denunció la exageración de su papel como gas de efecto invernadero. Recordó, con datos del IPCC, que el CO₂ representa solo el 3,7 % de estos gases y que el 97 % es natural. 'Estamos empobreciendo a la población para actuar contra el 0,1 % del problema', ironizó. También cuestionó que se presente como contaminante: 'No es un tóxico; en nuestro cuerpo hay mucho más que en la atmósfera'.

Javier del Valle añadió que las predicciones oficiales no se han cumplido: 'Nos dijeron que España sería un desierto, pero el bosque crece. Alertaron del deshielo polar, pero no ha ocurrido como esperaban'. Y recordó que la llamada migración climática, como la africana, responde sobre todo a factores políticos, religiosos y de acceso al agua, no al clima.

Los medios, entre la ideología y el clic

En la parte final, el papel de los medios fue duramente cuestionado. Carmelo Jordá señaló que la prensa generalista ha asumido sin filtros la narrativa climática por dos razones: ideología y negocio. 'Los periodistas son probablemente el grupo más escorado a la izquierda en España', afirmó, lo que ha favorecido una cobertura acrítica y casi militante.

Denunció que muchos medios han abandonado el análisis para sumarse al activismo climático, y que 'si no aceptas la emergencia climática, eres un negacionista'. Esta lógica binaria —buenos contra malos—, impulsada por organismos internacionales y lobbies energéticos, ha sustituido el debate por propaganda.

También subrayó un incentivo estructural: el alarmismo genera clics. 'Una noticia que diga que todo va bien no se lee; una que anuncie el fin del mundo, sí', ironizó. Así, 'los medios han favorecido una espiral de catastrofismo desligada del debate científico real y han sido cómplices de una narrativa ideológica'.

Y concluyó con una última reflexión: 'Estamos aplicando políticas climáticas para empobrecernos. Eso nunca ha salvado a ningún país'.

Un debate sin consenso, pero con una certeza

La mesa terminó sin acuerdo científico ni energético, y sin respuestas políticas concluyentes. Pero sí con un diagnóstico compartido: cuando un relato no admite crítica, deja de ser ciencia para convertirse en dogma.

Como señaló Jordá, 'no hay emergencia climática. Lo que hay es urgencia por controlar el discurso'. Y la realidad es que 'el único sector que se ha descarbonizado con éxito es el del pensamiento crítico'.

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