
Despertarse con sensación de agotamiento pese a haber dormido ocho horas es una queja cada vez más habitual. No siempre indica un problema de salud, pero sí puede ser una señal de que el descanso no está siendo realmente reparador, según advierten los especialistas.
Los expertos recuerdan que la calidad del sueño es tan importante como su duración. Dormir durante ocho horas con interrupciones frecuentes, sin alcanzar las fases profundas o con un descanso poco continuo puede generar cansancio desde primera hora del día.
Entre los factores más comunes se encuentra el estrés, que mantiene al cerebro en alerta incluso durante la noche. También influyen hábitos cotidianos como el uso del móvil antes de acostarse, las cenas copiosas o los horarios de sueño irregulares, cada vez más frecuentes.
Otro elemento a tener en cuenta son los trastornos respiratorios del sueño, como los ronquidos intensos o la apnea leve, a menudo infradiagnosticada. En estos casos, la persona duerme, pero el organismo no logra recuperarse por completo.
Además, la edad, el consumo de alcohol, determinados medicamentos o la escasa exposición a la luz natural durante el día pueden alterar el reloj biológico y provocar una sensación persistente de fatiga al despertar.
Los especialistas coinciden en que, si el cansancio matutino se mantiene durante varias semanas y afecta al rendimiento diario, conviene revisar rutinas y hábitos de descanso y, si es necesario, consultar con un profesional.
Dormir ocho horas sigue siendo una referencia válida, pero no garantiza por sí sola un buen descanso. La clave está en cómo se duerme, no solo en cuánto tiempo se pasa en la cama.
