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¿Qué saber sobre el síndrome de fatiga crónica?

La fatiga crónica es una enfermedad cuyo origen no está claro y puede aparecer sin aviso. ¿De qué se trata? ¿Tiene cura? ¿Cuáles son sus síntomas?

La fatiga crónica es una enfermedad cuyo origen no está claro y puede aparecer sin aviso. ¿De qué se trata? ¿Tiene cura? ¿Cuáles son sus síntomas?
PICTURE POSED BY MODEL File photo dated 09/03/15 of a man showing signs of depression, as leading charities have raised concerns over the population's | Cordon Press

Seguramente más de una vez se haya oído hablar del síndrome de fatiga crónica; pero puede que no se tenga muy claro qué es, cuáles son sus causas, sus síntomas o los tratamientos para ponerle remedio o minimizar sus síntomas. Sin embargo, es algo común, especialmente en personas con ciertas enfermedades o el sistema inmunológico debilitado, pero poco conocido a nivel social.

¿Qué es la fatiga crónica? Una fatiga invalidante que no mejora con el reposo y persistente en el tiempo es la principal característica del llamado síndrome de fatiga crónica. No se conoce con exactitud por qué aparece, aunque se cree que debe a una amalgama de varios factores, como la predisposición genética. Hay que saber que el síndrome de fatiga crónica, también denominado encefalomielitis miálgica y más recientemente enfermedad sistémica por intolerancia al esfuerzo, es una enfermedad grave que puede llegar a impedir la realización de las actividades cotidianas, puesto que afecta a diversos sistemas corporales. Su pronóstico es de larga duración.

Esta es una enfermedad de origen neurológico relativamente desconocida tanto por la sociedad como por muchos sanitarios. Se caracteriza por la aparición de una fatiga invalidante al realizar cualquier esfuerzo físico mínimo, que no mejora con el reposo y que persiste, por lo menos, seis meses. Actualmente afecta a millones de personas en todo el mundo, a pesar de ello y, aunque se ha investigado durante décadas, aún existen muchas incógnitas sobre su causa, diagnóstico y tratamiento.

Sin embargo, esta fatiga física y patológica, que limita al menos a la mitad las actividades que la persona realizaba antes, no tiene detrás una enfermedad que la justifique, como un problema respiratorio o del corazón. Pero es que, además, esta dificultad de hacer actividades por la mera imposibilidad energética de mantenerlas, y la aparición de esa fatiga post esfuerzo, no viene sola y se acompaña de fatiga mental.

Tanto es así que la fatiga grave y los problemas de sueño son los dos síntomas más característicos de las personas que lo padecen. Además, cuando se esfuerzan por realizar la actividad que quieran hacer, como ir a dar un paseo, planchar o correr, su malestar empeora posteriormente. A este se le denomina el malestar post esfuerzo, con el que se produce un agravamiento de los síntomas. Lo más frecuente es que este malestar aparezca entre 12 y 48 horas posteriores a haber realizado la actividad, y puede llegar a prolongarse durante días.

Pero, desgraciadamente, estos no son los únicos problemas que genera el síndrome de fatiga crónica, sino que también puede llevar asociados dolor muscular, mareos, sensibilidad a la luz y a los sonidos, y la dificultad para concentrarse y mantener la claridad de pensamiento, así como escalofríos, sudores nocturnos, trastornos visuales, dolor de garganta y agrandamiento de los ganglios linfáticos del cuello o las axilas.

Fatiga física y mental

Normalmente las personas con síndrome de fatiga crónica no solo ven afectada la parte física sino que también presentan falta de concentración, dificultad para retener hechos recientes, enlentecimiento del curso de pensamiento, somnolencia diurna y problemas durante el sueño, que se convierte en superficial y no reparador. Además la persona con fatiga crónica también puede tener problemas de comprensión lectora, y a veces al hablar se quedan sin palabras. Saben lo que quieren decir pero les cuesta un poco más. Incluso pueden aparecer otros síntomas muy similares a los de la gripe: dolor óseo y muscular, dolor de cabeza, dolor de garganta, febrícula oscilante y ganglios inflamados.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome de fatiga crónica?

  • Fatiga severa que no mejora con el descanso
  • Problemas para dormir
  • Malestar o fatiga post-esfuerzo, donde sus síntomas empeoran después de cualquier actividad física o mental
  • Problemas con pensar y concentrarse
  • Dolor
  • Mareos

El síndrome de fatiga crónica puede ser impredecible y sus síntomas pueden aparecer y desaparecer. Pueden cambiar con el tiempo, de hecho, en ocasiones pueden mejorar y, otras veces, empeorar.

Causas del síndrome de fatiga crónica

No se conoce con exactitud por qué aparece la fatiga crónica, aunque se cree que debe a una amalgama de varios factores. De esta forma, el síndrome podría desencadenarse en personas con predisposición genética y de forma más frecuente en mujeres. No obstante, como en todo, tener una predisposición genética no implica que la enfermedad vaya a desarrollarse en todos los casos. Para que esto ocurra hace falta que haya un desencadenante. Pero algunas de las causas son:

  • Genética. La encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica aparentemente es hereditaria en algunas familias, por lo que algunas personas pueden nacer con una mayor probabilidad de desarrollar el trastorno.
  • Infecciones víricas: Especialmente el virus de Epstein-Barr, que causa la mononucleosis infecciosa, pero también puede asociarse a otras infecciones, como el VIH, la hepatitis C, la Covid-19
  • Factores ambientales.
  • Una operación, un accidente, un problema laboral o familiar, es decir, situaciones que estresan a la persona y la hacen susceptible de desarrollar un síndrome de fatiga crónica.
  • Trauma físico o emocional. Algunas personas han indicado que tuvieron una lesión, una cirugía o estrés emocional significativo poco antes de que comenzaran los síntomas.
  • Problemas con el uso de la energía. Algunas personas con encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica tienen problemas para convertir el combustible del cuerpo, principalmente grasas y azúcares, en energía.

¿Cómo afecta la fatiga crónica a la vida diaria?

Para entender el síndrome de fatiga crónica hay que tener en cuenta que cada paciente es un mundo y que no todas las presentaciones son iguales. De hecho, por regla general, es una presentación progresiva en la que van añadiéndose síntomas y la persona suma limitaciones para hacer actividades que hacía previamente sin ningún problema. Por ejemplo, empieza a costarles hasta el hecho de caminar, ya que al recorrer una distancia corta aparece una pequeña fatiga. Además pueden aparecer problemas para realizar el autocuidado y la higiene diaria.

No obstante, el hecho de que sea oscilante hace que algunos días la persona pueda encontrarse mejor y haga más actividades de lo habitual. Esto comporta un riesgo, sin embargo, ya que forzarse a hacer más puede favorecer que aparezca el malestar post esfuerzo en las horas o días posteriores.

Tratamientos para el síndrome de fatiga crónica

Se trata de una enfermedad crónica, por lo que a día de hoy no existe un tratamiento para su cura, aunque sí es posible controlar y minimizar sus síntomas para aprender a vivir con ella del mejor modo posible.

Hay que recordar que las pautas de comportamiento y los medicamentos que se deban tomar, han de estar indicados y prescritos en todo momento por el médico, y no dejarse guiar por las experiencias de terceras personas que sufran este problema ni por los consejos en Internet. El motivo es que se trata de una enfermedad que difiere de unos a otros pacientes, en la que es especialmente importante recibir un tratamiento personalizado.

Por ello, un profesional médico ayudará a sobrellevar o solventar en la medida que sea posible los problemas de sueño, los episodios de dolor, los mareos, la dificultad para concentrarse y otras consecuencias derivadas de la enfermedad como el estrés, la ansiedad y la depresión.

Consejos para vivir mejor con fatiga crónica

Es fácil comprender que la calidad de vida de las personas con síndrome de fatiga crónica está muy afectada, no obstante, se trata de una enfermedad que no afecta a todos por igual y que oscila, por lo que a veces las personas se encuentran mejor y otras veces peor.

De esta forma hay afectados que pueden hacer sus actividades diarias con más o menos dificultad y otras que requieren supervisión hasta para la higiene diaria. Además, puesto que no hay un tratamiento eficaz contra este síndrome y los que se aplican suelen ir destinados a mejorar ciertos síntomas, como el insomnio y el dolor, es importante dar ciertos consejos a los pacientes:

  • Intentar hacer un mínimo de actividad física, como caminar o cualquier otro ejercicio aeróbico dentro de las posibilidades de cada persona. Además, es importante que en el momento en el que empiezan a notar un poco de fatiga o cansancio se pare la actividad para descansar y recuperar. Esto es porque se trata de evitar el malestar post esfuerzo que generará una fatiga extrema en los días posteriores.
  • Realizar una dieta lo más equilibrada posible, comiendo de todo pero con moderación.
  • Mantener buenos hábitos de sueño, acostándose y despertando a la misma hora para que el organismo descanse aunque la persona no pueda dormir. En cuanto a los fármacos para dormir, en ocasiones tienen un componente de relajación muscular y es posible que vayan bien para conciliar el sueño, pero hay que ir con mucho cuidado porque a medio plazo puede que la fatiga experimente un cierto empeoramiento.

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