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Protege tus huesos del frío: consejos médicos para mantener la salud ósea durante el invierno

El frío no solo afecta nuestra piel y estado de ánimo, sino que también tiene un impacto directo en nuestra salud ósea.

El frío no solo afecta nuestra piel y estado de ánimo, sino que también tiene un impacto directo en nuestra salud ósea.
anatomía, hueso, huesos | Pixabay/CC/rawpixel

Con la llegada del frío, las temperaturas no solo afectan a nuestro bienestar general, sino que también tienen un impacto importante en la salud de nuestros huesos y articulaciones.

Las personas que padecen enfermedades crónicas como la artrosis o la osteoporosis y las personas mayores, son particularmente sensibles a estos cambios, experimentando más dolor, rigidez y molestias en las articulaciones. Por ello, tomar medidas preventivas es crucial para mantener los huesos más fuertes y evitar complicaciones durante la temporada invernal.

La Sociedad Valenciana de Reumatología aconseja tomar medidas para paliar los efectos del otoño en los pacientes: "La humedad y el descenso de las temperaturas son factores que influyen en la intensidad del dolor y la rigidez articular".

El frío y su impacto en los huesos

El frío puede hacer que los músculos se contraigan, lo que aumenta la rigidez en las articulaciones y empeora condiciones como la artritis. Este fenómeno se da principalmente en las extremidades, como manos, rodillas y pies, donde el flujo sanguíneo tiende a disminuir debido a la exposición prolongada al frío.

Cuando las temperaturas descienden, se incrementa la densidad del líquido que nutre el cartílago, lo que genera una mayor rigidez en las articulaciones. Esto hace que el roce entre los huesos sea más pronunciado, intensificando el dolor. Además, las variaciones en la presión atmosférica también pueden influir en los sensores del dolor y estimular la producción de sustancias que causan inflamación, lo que sucede con mayor frecuencia en momentos de baja presión y ante cambios abruptos en el clima.

Aunque los huesos están cubiertos por músculos, estos se ven indirectamente afectados por la contracción muscular y la disminución de movilidad, algo común en personas que pasan mucho tiempo en interiores sin realizar actividad física. El sedentarismo, frecuente en invierno, agrava el riesgo de problemas óseos a largo plazo, ya que el ejercicio físico es fundamental para mantener la densidad ósea.

Medidas preventivas para proteger los huesos

¿Cómo podemos, entonces, cuidar nuestros huesos y minimizar estos efectos negativos durante los meses más fríos del año?

Mantén una dieta rica en calcio y vitamina D. La alimentación juega un papel esencial en el cuidado de los huesos. El calcio es el mineral fundamental que contribuye a la densidad ósea, mientras que la vitamina D ayuda a su correcta absorción. La falta de vitamina D, especialmente durante los meses de invierno donde la exposición al sol es limitada, puede llevar a una deficiencia que debilita los huesos.

Es importante asegurar que estamos obteniendo suficiente vitamina D. Además de los suplementos, alimentos como los lácteos, pescados grasos y vegetales de hoja verde pueden ayudar a mantener los niveles adecuados de estos nutrientes esenciales.

Sin embargo, aunque existen factores climáticos externos que empeoran estas dolencias, un especialista en medicina biológica y antienvejecimiento ha explicado en el programa EsSalud de esRadio que "no solo los factores climáticos externos influyen en el buen mantenimiento del sistema osteoarticular también los factores nutricionales. Sabemos que la patata, el tomate, el pimiento, la berenjena y el tabaco contienen solanina, una sustancia que enfría el riñón". Por lo que recomienda reducir su uso en personas con estas patologías.

Realiza ejercicio físico moderado. Mantenerse activo es clave para la salud de los huesos. Los ejercicios de bajo impacto como caminar, nadar o hacer yoga no solo fortalecen los músculos que rodean los huesos, sino que también ayudan a mantener una buena circulación sanguínea, reduciendo la rigidez en las articulaciones.

Es importante no dejar que el frío sea una excusa para la inactividad, a menudo, en invierno tendemos a hacer menos ejercicio, pero algo tan simple como una caminata diaria puede marcar la diferencia en la salud de nuestras articulaciones y huesos.

Evita la exposición prolongada al frío extremo. Una de las recomendaciones más simples, pero efectivas para proteger los huesos es evitar la exposición directa al frío durante largos periodos de tiempo. El uso de ropa térmica y capas adicionales es vital para conservar el calor corporal, protegiendo tanto músculos como articulaciones.

En este sentido, es crucial abrigar adecuadamente áreas sensibles como las rodillas y las manos. El uso de guantes, rodilleras o calcetines térmicos puede marcar una gran diferencia en la salud ósea, especialmente en personas mayores o con problemas de circulación. Utilizar prendas térmicas, como camisetas de manga larga y mallas de lana, también ayuda a mantener el calor corporal, especialmente si vas a realizar actividades al aire libre. Las capas adicionales en estas zonas más sensibles pueden prevenir la rigidez que a menudo se siente después de estar al aire libre.

Evita el estrés. El doctor explica como "el estrés sostenido y mantenido en el tiempo libera cortisol a través de la glándula suprarrenal, y aunque el cortisol es necesario para la vida, en exceso produce una rabdomiólisis, es decir, una destrucción de las miofibrillas musculares". Por ello, intentar mantener una vida más relajada tendrá beneficios directos en la salud ósea.

Consulta a un médico si hay dolor persistente. Si el dolor en las articulaciones o los huesos persiste durante el invierno, los expertos recomiendan acudir a un médico para realizar una valoración más exhaustiva. El dolor prolongado o inusual durante los meses fríos puede ser un indicio de una afección más seria, como una osteoporosis o artritis mal controlada. En estos casos, un tratamiento médico adecuado puede prevenir complicaciones mayores y mejorar la calidad de vida del paciente.

El papel de la hidratación en la salud ósea

Según los especialistas, la deshidratación puede afectar la elasticidad de los tejidos que rodean las articulaciones, lo que a su vez provoca mayor rigidez. Aunque solemos asociar la deshidratación con el verano, en invierno también es necesario mantener una buena hidratación para evitar que los tejidos que rodean las articulaciones se resequen. Beber suficiente agua ayuda a mantener la elasticidad de los cartílagos y a reducir la rigidez articular.

El invierno puede ser una temporada desafiante para la salud de nuestros huesos y articulaciones, pero con las medidas adecuadas, es posible prevenir el dolor y la rigidez. Mantener una alimentación equilibrada, realizar ejercicio físico regularmente, protegerse del frío con ropa adecuada y mantenerse hidratado son pasos clave para cuidar nuestros huesos.

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