Hace tiempo los niños trepaban por los árboles, escalaban rocas y corrían por los parques. Sin embargo, las nuevas generaciones de padres se han vuelto más protectores con sus hijos, evitando que los niños jueguen libremente por miedo a que sufran accidentes.
Este cambio en la crianza ha llevado a muchos a cuestionarse si la sobreprotección en los niños está afectando al desarrollo de habilidades importantes, como la conciencia espacial, la coordinación, la tolerancia a la incertidumbre y la confianza. Según un artículo publicado en Nature, las investigaciones demuestran que los niños son más conscientes de sus propias capacidades de lo que muchos padres suelen pensar.
El origen de la investigación sobre los juegos de riesgo y los niños se remontan al año 1996, cuando Noruega aprobó una normativa de seguridad en los parques infantiles añadiendo pasamanos o esquinas redondas para evitar el riesgo de lesiones en los más pequeños. La psicóloga Ellen Sandseter se dio cuenta un tiempo después que este cambio había provocado la eliminación de los juegos que podían provocar cualquier tipo de riesgo. Este hecho le pareció peligroso, ya que la psicóloga había demostrado que los adolescentes que no buscaban realizar actividades con más riesgos positivos, como escalar montañas, tenían más probabilidades de buscar actividades con riesgos negativos, como robar en tiendas.
Diferencia entre el riesgo y el peligro
Es importante diferenciar el riesgo del peligro. El peligro se refiere a una situación que puede ocasionar un potencial daño, mientras que el riesgo es la probabilidad de que un hecho peligroso concreto ocurra. Que un niño cruce la calle solo y sin mirar es peligroso, pero que un niño de un año que nunca ha caminado dé un paso solo en casa es arriesgado.
A pesar de la creencia popular actual que apoya la sobreprotección de los niños para que no sufran daños, según Sandseter y numerosos estudios, que los niños tomen riesgos en los juegos infantiles influye en su resiliencia, en la confianza con uno mismo, en la capacidad resolutiva y en las habilidades sociales como la empatía, la cooperación y la negociación.
Asimismo, la psicóloga infantil Helen Dodd estudió la reducción de ansiedad en los niños que jugaban libremente, ya que son capaces de gestionar la excitación fisiológica, la aceleración del corazón y la adrenalina que provoca el juego con riesgos.
Sin embargo, Dodd plantea que a pesar de que los estudios revelen los beneficios del juego libre y sin restricciones establecidas, los padres no deben comunicarles a sus hijos que asuman más riesgos. "El juego siempre debe estar dirigido por el niño y por lo que él quiera hacer", afirmó la psicóloga.
Habilidades de gestión de riesgos
Mariana Brussoni, investigadora de desarrollo infantil de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver (Canadá), ha estudiado que el juego infantil sin límites puede ayudar a desarrollar habilidades de gestión de riesgos, como por ejemplo cruzar una calle concurrida.
Para demostrar esta hipótesis, Brussoni, Sandseter y otros investigadores crearon un entorno virtual en el que pudieran comprobar las habilidades de gestión de riesgo de distintos niños sin ponerles en peligro. En este contexto, les proporcionaron cascos de realidad virtual a niños de entre 7 y 10 años con distintos escenarios como cruzar la calle, saltar de roca en roca o cruzar un río. Los padres de los niños también respondieron cuestionarios acerca de la frecuencia en la que sus hijos jugaban sin límites y con riesgo. Los datos del estudio todavía no han sido publicados, pero por el momento la investigación sugiere que los niños gestionan bien el riesgo y que los padres no lo limitan.
Sobreprotección en la infancia y problemas mentales en la adolescencia
En esta misma línea, un estudio realizado por el Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife reveló que había una conexión entre la sobreprotección durante la infancia y los problemas mentales en la adolescencia. El informe destacó lo mismo que afirmaba la psicóloga Sandseter, la sobreprotección impide que los niños desarrollen habilidades esenciales de resiliencia y autonomía.
Según el estudio, los adolescentes que no se habían enfrentado a situaciones difíciles solos en la infancia tendían a ser personas más inseguras y dependientes, lo que afectaba a su salud mental a largo plazo.
Aunque proteger a los niños de peligros reales es esencial, restringirlos de forma excesiva, sobreprotegerlos en ciertas situaciones o limitar el juego libre puede tener consecuencias negativas a largo plazo. Por esta razón, los padres deberían reflexionar sobre esta nueva crianza moderna y el impacto que puede llegar a tener en el desarrollo futuro de sus hijos.