En política, la contradicción es común, pero pocas veces se despliega con la impudicia que caracteriza las últimas acciones de la ministra de Sanidad, Mónica García. Su propuesta de reforma del Estatuto Marco, presentada como un avance histórico para la sanidad pública, ha resultado ser un documento incendiario que ha conseguido algo inaudito: poner en pie de guerra a todo el sector sanitario, desde médicos hasta fisioterapeutas.
Y es que exigir "exclusividad" a los médicos mientras ella misma va a compaginar la cartera de Sanidad con un puesto en Organización Mundial de la Salud (OMS) parece, cuando menos, una contradicción difícil de ignorar.
Consejos vendo que para mí no tengo
Según el borrador del Estatuto Marco, los jefes de servicio deberán renunciar a cualquier actividad privada, lo mismo que los recién terminados residentes, quienes estarán atados al sistema público durante los cinco primeros años de ejercicio. Esta medida, destinada a "reforzar la dedicación exclusiva", no solo limita libertades laborales, sino que, como denuncia el sindicato AMYTS, la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid, "va a ser muy difícil encontrar personas dispuestas a ostentar estas jefaturas", sobre todo si el incentivo retributivo por estas responsabilidades no supera los 300 euros brutos al mes.
Según denuncian las organizaciones médicas, en esta propuesta del Ministerio no se reduce la duración de las guardias médicas, que siguen siendo de 17 horas. Solo elimina la jornada de la mañana tras la guardia, obligando a recuperar esas horas en otro turno. Además, deja de contabilizar el tiempo saliente como jornada trabajada, aumentando los turnos extras y la carga laboral. El anuncio resulta un cambio meramente superficial que agrava la presión sobre los profesionales. En pocas palabras: menos derechos, más carga laboral y un salario que sigue siendo la risa de Europa.
¿Y qué dice Mónica García al respecto?
Durante una rueda de prensa reciente, la ministra justificó la exclusividad apelando a conflictos de interés: "No puedes ser jefe en dos sitios a la vez. Lo entiende cualquier persona". Sin embargo, lo que no entiende nadie es cómo se puede exigir esa dedicación exclusiva cuando la propia ministra ya planea gestionar dos despachos, el ministerio de Sanidad y su cargo en el Comité Ejecutivo de la OMS.
La desconexión de la ministra con el sector sanitario
Es difícil comprender cómo alguien con formación médica puede mostrar una falta de comprensión tan evidente sobre el sector sanitario. Desde su despacho, Mónica García ha logrado lo que muchos consideraban imposible: unificar a médicos y sindicatos en su contra. "Estamos muy cansados de padecer continuos ataques", declaraba el Colegio Oficial de Médicos de S/C de Tenerife en un comunicado, calificando la propuesta como un intento de control ideológico que ignora la complejidad del Sistema Nacional Sanitario (SNS).
Con un SNS que lleva años al borde del colapso, Mónica García, en lugar de aportar soluciones reales, propone "retoques cosméticos", como la supuesta reducción de las guardias de 24 horas, que, en realidad, solo cambia las horas a devolver.
Mientras tanto, la ministra sigue alardeando de "diálogo" y "compromiso", aunque lo único evidente es su desconexión de la realidad. El polémico borrador de Estatuto Marco del Personal Sanitario no se ha redactado para mejorar la calidad asistencial ni las condiciones laborales; se ha diseñado, según los médicos, "para coaccionar y restringir derechos".
Lo que está en juego en el SNS
Las consecuencias de esta reforma del Estatuto Marco podrían ser catastróficas. Como advierte Sheila Justo, del sector de médicos jóvenes de AMYTS, en declaraciones a iSanidad, estas medidas "empeorarán las condiciones laborales y aumentarán la fuga de médicos al extranjero". Es decir, un sistema ya al límite perderá aún más talento, dejando a los pacientes en una situación de vulnerabilidad absoluta.
Quizás la ministra García crea que con discursos grandilocuentes y medidas "decorativas" puede maquillar su gestión. Pero la realidad parece clara, y la paciencia del personal sanitario tiene un límite. Como declaraba la OMC: "Si siguen machacando nuestra profesión, pueden llegar momentos aún más complicados para el SNS".
" El que no quiera no se presenta "
La ministra, en relación a la exclusividad de los jefes de servicio, ha dejado claro que quien no esté dispuesto a aceptar estas condiciones puede renunciar o no optar a ellas. Pero ¿quién querrá quedarse en un sistema que castiga a sus profesionales, mientras los responsables políticos predican desde la comodidad de su doble moral?
Tal vez sea hora de que Mónica García recuerde que la sanidad pública no necesita más ideología ni discursos vacíos. Lo que necesita es respeto, inversión y, sobre todo, coherencia. Hasta entonces, el lema sigue siendo el mismo: "Consejos vendo, que para mí no tengo".