
En un valiente y trascendental paso hacia la sostenibilidad sanitaria, la ministra de Sanidad, Mónica García, ha lanzado la revolucionaria iniciativa de "Anestesia Verde". Porque, como todos sabemos, la principal amenaza para la salud de los españoles no es la falta de acceso a tratamientos oncológicos de vanguardia, ni la insuficiente inversión en prevención del cáncer, sino esos malévolos gases anestésicos que, cual villanos de película, se empeñan en calentar el planeta.
La gran amenaza: Los gases anestésicos
Según los datos del Ministerio de Sanidad, el Sistema Nacional de Salud (SNS) contribuye con un 4,4% de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero, lo que representa 7,2 millones de toneladas de CO2-eq según los datos globales publicados. Esto significa que la sanidad española es responsable del 0,013% de las emisiones globales, que ascienden a 57.000 millones de toneladas. Pero aquí viene el dato aterrador: la anestesia representa el 2% de esta huella, es decir, un catastrófico 0,00026% de las emisiones globales.
Ante tamaña contribución al apocalipsis climático, la ministra García, con el respaldo del equipo de Salud y Clima del ministerio, ha decidido que la solución pasa por "usar bajos flujos, limitar el uso de los anestésicos más contaminantes e implementar mecanismos de captura sostenibles". Porque, claro está, reducir una fracción mínima de ese 0,00026% sin duda evitará las inundaciones en Venecia y la desertificación del Sahel.
Costo vs. Beneficio: Un análisis sorprendente
No es difícil imaginar que la implantación de esta "revolucionaria" medida costará millones de euros en formaciones, sistemas de captura de gases y auditorías ambientales, y por supuesto la elaboración del ambicioso Plan Nacional de reducción de la huella de carbono en los centros sanitario como se recoge en el informe de "evaluación de la huella de carbono del sistema sanitario 2024" .
Mientras tanto, los quirófanos seguirán con las listas de espera interminables, pero al menos serán ecológicos. Porque nada como una cirugía con "bajo impacto ambiental" para hacer más llevadero un año o más de espera.
Sería maravilloso ver los recursos destinados a esta iniciativa empleados en fortalecer la atención primaria, mejorar los tiempos de espera en los hospitales o invertir en tecnología sanitaria de vanguardia que realmente impacte la calidad de vida de los ciudadanos. Pero no, es mucho más urgente capturar el gas anestésico exhalado que asegurarse de que los pacientes reciban el tratamiento adecuado a tiempo.
Pero no nos preocupemos, porque en este esfuerzo sin precedentes por salvar el planeta, se está dejando de lado pequeños detalles, como la falta de implantación de programas de cribados de cáncer recomendados por la Unión Europea. "Nuestra prioridad ha sido poner al Sistema Nacional de Salud en hora con el siglo XXI", declaró la ministra García, aunque esa hora parece estar marcando otros tiempos cuando se trata de garantizar la salud de los ciudadanos.
Las prioridades del Ministerio de Sanidad
Mientras las pacientes de cáncer de mama metastásico han tenido que luchar para que el Sistema Nacional de Salud financie medicamentos esenciales, hoy podemos dormir tranquilos sabiendo que nuestros quirófanos serán un poco más "verdes". "Reducir el impacto ambiental sin que eso afecte a la calidad asistencial" es el objetivo, según palabras de la ministra. Total, ¿a quién le importa que el diagnóstico temprano de enfermedades graves siga siendo insuficiente en muchas regiones del país?
La iniciativa de "Anestesia Verde" es, sin duda, un ejercicio magistral de distracción política. Mientras los recursos se destinan a combatir emisiones insignificantes, los problemas reales de la sanidad española siguen en la sala de espera. Quizás el verdadero esfuerzo sostenible sería garantizar una sanidad eficiente, equitativa y centrada en las necesidades reales de los ciudadanos.
Pero oye, al menos podrán operarnos con la conciencia tranquila, sabiendo que hemos salvado el planeta o, al menos, una mínima parte de él.