
¿Sabías que tu intestino podría estar influyendo en tu estado de ánimo? Un estudio reciente ha revelado que el microbiota intestinal no solo afecta la digestión, sino que también puede estar relacionada con la depresión. En particular, una bacteria llamada Morganella morganii produce compuestos que activan el sistema inmunológico y generan inflamación en el cuerpo. Con el tiempo, este estado inflamatorio podría afectar al cerebro y contribuir a trastornos del estado de ánimo.
La salud intestinal es primordial y un indicativo de bienestar o malestar, dependiendo de los niveles del microbioma —microbios y microorganismos que habitan en un entorno específico— y otros factores. Este estudio reciente realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, publicado en el Journal of the American Chemical Society, ha afirmado que las bacterias intestinales afectan a la inflamación y podrían causar depresión.
Las bacterias implicadas
La bacteria principal detrás de estas patologías es la Morganella morganii, ya que su presencia en el intestino ha sido asociada con el trastorno depresivo mayor (MDD, por sus siglas en inglés). Según el estudio, esta relación se debe a que la bacteria produce unos fosfolípidos inusuales denominados MmDEACLs, que incorporan diethanolamina (DEA), un contaminante ambiental presente en numerosos productos de uso diario.
Estos compuestos activan receptores del sistema inmunológico (TLR2/TLR1), generando una respuesta inflamatoria caracterizada por la producción de citocinas como la interleucina-6 (IL-6), que ha sido vinculada previamente con la depresión.
Para entenderlo de forma sencilla, es como si la bacteria fabricara una versión "química" de una alarma de incendio que el cuerpo interpreta como una amenaza. En este caso, el sistema inmunológico reacciona generando inflamación, pero en lugar de apagar un fuego, este estado inflamatorio crónico podría afectar al cerebro y contribuir a la depresión.
En cuanto a su mecanismo molecular, la DEA reemplaza el glicerol central de la cardiolipina (CL), que es un tipo de fosfolípido implicado en la estructura de las membranas celulares y en la señalización inmune. Este cambio estructural convierte a la molécula en un activador del sistema inmune, promoviendo una respuesta inflamatoria que podría desempeñar un papel clave en la depresión.
Por lo tanto, en este sentido, la depresión podría considerarse, al menos en algunos casos, un trastorno autoinflamatorio, lo que abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas basadas en el uso de con tratamientos inmunomoduladores.
La DEA y nuevas investigaciones
La capacidad de la DEA para incorporarse en los fosfolípidos —componentes de las membranas celulares que les aportan fuerza y flexibilidad— se ha estudiado desde 1949, con diversos estudios realizados en ratones para analizar su toxicidad y carcinogenicidad. Además de su implicación en la inflamación, estos estudios han demostrado que la DEA puede alterar el metabolismo de la colina, un nutriente esencial para la función cerebral, y que su acumulación en el organismo está relacionada con la enfermedad del hígado graso.
Cabe mencionar que la DEA no es una sustancia natural, sino que se produce a través de la reacción de óxido de etileno y amoníaco. Este compuesto químico está presente en productos farmacéuticos —cremas y ungüentos—, cosméticos — como gelificante en champús y otros productos de higiene personal— y disolventes, entre otros.
Relación de la bacteria Morganella morganii con enfermedades metabólicas
Además, según el estudio, la Morganella morganii también podría estar detrás de enfermedades inflamatorias como la diabetes tipo 2, ya que se ha observado que esta bacteria produce metabolitos que dañan el ADN, lo que puede contribuir a la inflamación crónica y al desarrollo de enfermedades metabólicas.
"Ahora que sabemos lo que estamos buscando, podemos ampliar el estudio a otras bacterias para encontrar más ejemplos de cómo los metabolitos pueden afectar nuestro sistema inmunológico y nuestra salud en general", ha dicho Jon Clardy, profesor de química biológica y farmacología molecular en el Instituto Blavatnik de Harvard.
Microbioma, salud intestinal y mental
Cabe destacar que ha habido múltiples estudios en los que se hablaba sobre la microbiota, el microbioma y su relación con otras enfermedades, pero nunca se llegaron a desvelar los mecanismos desencadenantes. Tras este estudio, se abren nuevas puertas para indagar sobre el tema y desarrollar nuevos tratamientos para mejorar la salud intestinal y, por tanto, la salud mental de los pacientes a través de un enfoque que contemple tanto la modulación del microbioma como el control de la inflamación.
Este hallazgo abre nuevas puertas para abordar la depresión desde una perspectiva innovadora, teniendo en cuenta no solo el cerebro, sino también el sistema inmunológico y la salud intestinal. Además, el hecho de que esta bacteria incorpore la DEA, un químico presente en productos de uso cotidiano como champús y cremas, deja en el aire una pregunta inquietante: ¿podría nuestra exposición diaria a estos compuestos estar afectando nuestro bienestar emocional más de lo que imaginamos?

