
En los últimos años, los medicamentos llamados GLP-1, agonistas del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), han revolucionado el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad.
Fármacos como Ozempic, Wegovy o Mounjaro no solo ayudan a controlar el azúcar en sangre, sino que también reducen el apetito y permiten perder peso. Pero hay un problema: son caros, deben conservarse en frío y, sobre todo, se inyectan.
Ahora, según recoge la revista Science, varias compañías farmacéuticas trabajan en una alternativa: convertir este tratamiento en una simple pastilla diaria. Más cómoda, más barata y más fácil de fabricar.
¿Cómo funcionan estos medicamentos?
El GLP-1 es una hormona intestinal liberada tras las comidas. Actúa como un regulador metabólico: estimula la insulina, inhibe la de glucagón, ralentiza el vaciado gástrico y reduce el apetito.
El resultado es un efecto metabólico integral, especialmente útil en personas con resistencia a la insulina o disfunción pancreática, lo que la ha convertido en una diana terapéutica central para tratar la diabetes tipo 2 y la obesidad.
Los medicamentos actuales imitan esta hormona, pero tienen un gran inconveniente: son moléculas grandes y frágiles, formadas por cadenas de aminoácidos. Si se ingieren, no aguantan el paso por el estómago y se degradan antes de llegar a su destino. Por eso deben inyectarse.
La píldora que quiere imitar a la hormona
En términos bioquímicos, los agonistas del GLP-1 funcionan como llaves que activan un receptor específico en las células. Los medicamentos actuales son copias complejas de la hormona natural, con modificaciones que les permiten actuar durante más tiempo sin degradarse.
La nueva estrategia no copia la llave completa, sino que diseña una versión mínima capaz de lograr el mismo efecto. Estas moléculas pequeñas, más estables y orales, resisten el paso por el estómago. Son como ganzúas microscópicas que activan el receptor sin necesidad de estructuras complejas.
Así pasamos de tratamientos caros y delicados, a píldoras robustas y económicas. Esto abarata la producción, simplifica la logística y mejora la accesibilidad del tratamiento.
Un fármaco prometedor: orforglipron
La farmacéutica Eli Lilly ha presentado resultados prometedores con orforglipron, su nuevo fármaco oral para la diabetes tipo 2. Es un agonista del GLP-1 en formato de comprimido, una alternativa a los tratamientos inyectables.
En abril de 2025, la empresa anunció los datos de su ensayo de fase 3: los pacientes que tomaron la dosis más alta redujeron la glucemia entre un 1,3-1,6 %, y perdieron hasta un 7,9 % de su peso corporal en 40 semanas.
Los efectos son similares a los de la semaglutida inyectable, pero con una diferencia clave: orforglipron se toma por vía oral, una vez al día, sin agujas ni refrigeración.
No todos los ensayos clínicos han tenido éxito
Pfizer suspendió el desarrollo de su fármaco danugliprón tras detectar un posible caso de daño hepático en un ensayo clínico. Aunque fue un efecto aislado y reversible, la empresa decidió frenar el estudio por precaución.
Diseñar moléculas pequeñas eficaces implica partir de cero. No se copia una hormona natural, sino que se crea una estructura completamente nueva. Eso abre muchas posibilidades, pero también más riesgo de efectos secundarios.
Estas moléculas pueden activar no solo el receptor deseado, sino otras rutas no previstas en el organismo. Por eso, la evaluación de seguridad debe ser rigurosa antes de dar el siguiente paso.
¿Y si pudieran ser aún mejores?
Además de imitar la acción del GLP-1, los científicos están explorando formas de mejorarla. Algunas empresas buscan "interruptores alternativos" en el receptor, explorando sitios de unión alternativos en el receptor, conocidos como sitios alostéricos. En lugar de activar directamente el receptor, estas moléculas modulan su respuesta.
Este enfoque tiene una ventaja: podría activar solo las rutas metabólicas deseadas, como la liberación de insulina, y evitar otras asociadas a efectos secundarios, como las náuseas o el malestar digestivo.
Tratamientos a medida
El futuro también podría pasar por combinaciones personalizadas. Varias compañías investigan fármacos capaces de actuar sobre varios receptores al mismo tiempo. Además del GLP-1, intervienen en el metabolismo el receptor del GIP (polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa) y el del glucagón.
Fármacos como la tirzepatida, que actúa sobre GLP-1 y GIP, ya han demostrado mayor eficacia que los tratamientos monofuncionales, como la semaglutida. Replicar ese efecto con moléculas pequeñas es complejo, pero posible.
Empresas, como Ambrosia Biosciences, están desarrollando moléculas independientes para cada receptor, con la idea de combinarlas según las necesidades del paciente. Sería un tratamiento modular y personalizado, como un menú farmacológico a medida.
Píldoras para una pandemia metabólica
La diabetes tipo 2 y la obesidad afectan ya a más de 800 millones de personas en todo el mundo. Las terapias inyectables han sido un avance decisivo, pero su coste y complejidad limitan su alcance.
Las moléculas pequeñas orales no sustituirán completamente a las inyecciones, al menos no de inmediato. Pero podrían convertirse en una herramienta clave para llevar estos tratamientos a más pacientes.
Una pastilla diaria, más barata y fácil de tomar, podría marcar la diferencia en el tratamiento de dos de las mayores epidemias del siglo XXI.