
Convivir con un perro mejora la vida de los niños, según una revisión sistemática de más de 52 estudios científicos realizada por la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona. La investigación, presentada en el Canine Science Forum 2025, celebrado en Hamburgo, analiza trabajos publicados en los últimos cinco años y demuestra que los perros tienen un impacto real en el bienestar físico, emocional y social de los menores.
Más actividad, menos pantallas
La presencia de un perro en el hogar se asocia con más actividad física diaria, más juego al aire libre y más contacto con la naturaleza. Además, según los expertos, favorece la estabilidad emocional y reduce la sensación de aislamiento, especialmente en contextos difíciles como la pandemia.
Uno de los estudios analizados, realizado en Australia, mostró que durante los confinamientos muchas familias salieron de casa gracias a la necesidad de pasear al perro, lo que benefició especialmente a los más pequeños. El animal no solo fue una excusa para moverse, sino también una fuente constante de compañía emocional y estabilidad afectiva.
"Los perros aportan beneficios emocionales y convivir con un perro aporta unos beneficios emocionales y físicos significativos. Y esto, en el caso de los niños, es especialmente importante porque incentiva la actividad física al aire libre y el juego", explicó Jaume Fatjó, director de la Cátedra.
Un antídoto natural contra el aislamiento infantil
En un contexto de creciente preocupación por el sedentarismo y la hiperconectividad, los autores advierten de que los niños pasan cada vez menos tiempo jugando al aire libre. Según datos de UNICEF, más del 80 % juega menos de lo recomendado, y en comparación con sus padres, el tiempo medio de juego se ha reducido a la mitad.
En este escenario, la convivencia con perros actúa como un factor protector natural. "La presencia de un perro puede romper con el aislamiento que afecta cada vez más a los jóvenes. Es un catalizador de juego, movimiento e interacción", apunta Elena García, coautora del estudio.
Beneficios también en adultos y mayores
La revisión también recoge estudios centrados en adultos y personas mayores. En Brasil, un trabajo publicado en 2020 reveló que quienes pasean a su perro caminan más y hacen más ejercicio físico que quienes no lo hacen: 28 % frente a 18 % en caminatas por placer, y 38 % frente a 22 % en actividad moderada o intensa durante el tiempo libre.
En personas mayores, el efecto es aún más marcado: pasear al perro multiplica por más de tres la probabilidad de mantenerse físicamente activos, según los datos revisados. Estos efectos se extienden también al bienestar cardiovascular, con reducciones de presión arterial y una mayor estabilidad del ritmo cardíaco en personas con vínculos estrechos con sus animales.
Un impacto cotidiano, medible y sostenido
Lejos de ser anecdótico, el efecto de vivir con un perro se refleja en múltiples indicadores de salud física y emocional, tanto en niños como en adultos. Además de promover el movimiento, estos animales refuerzan vínculos afectivos, mejoran el estado de ánimo y proporcionan estructura en la rutina diaria.
Los autores subrayan que estos beneficios no sustituyen otras formas de intervención o acompañamiento, pero sí ofrecen una vía complementaria, fácil de integrar en la vida diaria y con efectos positivos ampliamente documentados.


