En las últimas décadas, la inteligencia artificial ha pasado de ser un concepto futurista, casi de ciencia ficción, a convertirse en una herramienta cotidiana presente en múltiples aspectos de nuestras vidas. Desde buscadores de Internet y traductores automáticos, hasta vehículos, bancos y hospitales, la IA se ha consolidado como un recurso clave para optimizar procesos y facilitar la toma de decisiones. Sin embargo, su avance también conlleva consecuencias visibles y preocupantes: miles de empleos están desapareciendo o transformándose a un ritmo sin precedentes.
Tradicionalmente, el impacto de la IA se ha concentrado en aquellos trabajos caracterizados por ser repetitivos, administrativos o predecibles. Profesiones como la atención al cliente, dependientes de la interacción humana, están siendo reemplazadas progresivamente por chatbots y sistemas de respuesta automatizada. Del mismo modo, tareas como el procesamiento de facturas y la gestión de datos han sido asumidas por algoritmos avanzados, que permiten una reducción significativa de costes y tiempos de respuesta. Incluso los departamentos de recursos humanos han comenzado a integrar la IA en la revisión de currículos, agilizando los procesos de selección y filtrado de candidatos.
No obstante, con la llegada del "deep learning" o aprendizaje profundo, este fenómeno no se limita a los trabajos de carácter administrativo o repetitivos. Las profesiones más creativas también empiezan a verse afectadas por el avance de la IA. La generación de contenidos, la edición de imágenes, la producción musical y la escritura de código informático son solo algunos ejemplos de áreas donde las máquinas están demostrando una capacidad de aprendizaje y ejecución que desafía, y a veces hasta supera, el papel tradicional del ser humano. Este fenómeno se encuentra en una fase incipiente, pero su ritmo de crecimiento es cada vez más acelerado.
Algunos casos recientes reflejan la magnitud de esta transformación. En 2023, IBM anunció la suspensión de contrataciones en determinados departamentos, con el argumento de que hasta un 30% de las tareas administrativas podrían ser sustituidas por sistemas de IA. En el sector de los medios de comunicación, plataformas como CNET y BuzzFeed han comenzado a publicar artículos generados, en parte, por inteligencia artificial. En el ámbito bancario, varias entidades están automatizando la atención al cliente y los procesos internos, reduciendo la necesidad de personal. Asimismo, en el sector industrial, los robots dotados de IA realizan tareas que antes exigían la intervención de operarios humanos.
Revolución tecnológica
Ante este escenario, cabe preguntarse si nos encontramos ante el fin del trabajo humano. La respuesta, sin embargo, no es tan sencilla. La historia demuestra que cada revolución tecnológica ha eliminado ciertos empleos, pero también ha generado otros. La IA, lejos de ser únicamente una amenaza, está creando nuevas funciones como entrenadores de modelos, supervisores de IA, diseñadores de interacción hombre-máquina, expertos en ética, protección de datos y programación especializada. La diferencia fundamental respecto a revoluciones anteriores radica en la velocidad de este cambio, que está superando la capacidad de adaptación de muchos sectores.
El verdadero desafío no consiste en frenar el avance de la tecnología, sino en preparar a la sociedad para convivir con ella. En este sentido, resulta imprescindible invertir en educación y formación continua, con el objetivo de dotar a los trabajadores de las habilidades necesarias para desempeñar las nuevas funciones que están surgiendo. Asimismo, los gobiernos y las empresas deben asumir un papel activo para facilitar la transición y proteger a los colectivos más vulnerables ante este cambio de paradigma.
En definitiva, la IA ya está transformando de manera irreversible el mundo laboral. Para algunos, constituye una amenaza que destruye empleos y precariza las condiciones de trabajo. Para otros, representa una oportunidad para innovar y mejorar la eficiencia. Según. La verdadera cuestión que debe preocuparnos a cada uno es: en este nuevo escenario, ¿en qué lado me pillará? En cualquier caso, la mayor habilidad que podemos desarrollar al máximo en la era que vivimos es la capacidad para adaptarnos al cambio. Aquí no van a caer multas por exceso de velocidad, sino por todo lo contrario.
Antonio Flores Galea tiene dos ingenierías superiores de Telecomunicación y en Electrónica por la Universidad de Sevilla y es MBA por la escuela de negocios IESE. Es profesor de Inteligencia Artificial y Big Data en la Universidad Francisco de Vitoria.


