
El Gobierno más antisemita de la UE es el español. Vergüenza ajena siente una minoría de escritores e intelectuales españoles ante la deriva totalitaria de un gobierno sin legitimidad alguna para nada, y menos aún para reprimir a un estado democrático, seguramente el más democrático del mundo, como es el Estado de Israel. La mayoría, sin embargo, de "intelectuales", periodistas, profesores en todos los ámbitos de la enseñanza cierran los ojos ante la ignominia antisemita del sanchismo, o peor, alimentan con sus patrañas la maquinaria antisemita del Gobierno. Habríamos pasado ya de la propaganda, de la siempre terrible ideología, a la acción ejecutiva. Pedro Sánchez, "político" brutal entre los más brutos de la UE, no se anda con rodeos. El represor presidente del gobierno de España, cual fiel seguidor contemporáneo de Adolf Hitler, presentó en el Parlamento español sin ningún fundamento político ni moral un decreto para reprimir al pueblo judío en general, y al Estado de Israel en particular. Y lo sacó adelante. He ahí la prueba fundamental de que ya no hablamos de propaganda sino de actos ejecutivos contra Israel.
Sí, el miércoles 8 de septiembre de 2025, con los votos en contra de PP y VOX, fue aprobado el Real Decreto de embargo de armas a Israel, coincidiendo con el segundo aniversario de la masacre perpetrada por los terroristas de Hamás contra Israel. Nada es casual. Sánchez, como Hitler y Stalin, deja claro a quién persigue y a quién ayuda. Nadie lo dude, por favor, este decreto no es solo propaganda contra Israel, sino también una medida represora, real y efectiva contra el pueblo judío. No hagamos, pues, juicios de intenciones sino mostremos lo real: el Congreso de los Diputados aprobó una norma contra el pueblo judío. Sánchez representa la quintaesencia del antijudaísmo español. No está solo.
Antijudíos son, naturalmente, todos los grupos parlamentarios que apoyaron a un gobierno conformado por la coalición de socialistas y comunistas. Separatistas de Cataluña y País Vasco, exterroristas de ETA y, en fin, todo ese conglomerado de partidos que mata de lo que vive, la nación española, siguen sin pestañear, o peor, dándole gasolina al incendiario gobierno de España contra el Estado de Israel, y los de Podemos, obviamente, dicen que el decreto se quedó corto, pero, a pesar de su blandura contra Israel, lo apoyan… Antijudíos son los llamados sindicatos de clase, CCOO y UGT, correas de transmisión del PSOE y el resto de los partidos comunistas y separatistas de España. Y antijudíos son los cientos de medios de comunicación que aplauden la persecución del pueblo judío dirigida por el gobierno de España bajo el engaño, la brutal mentira, de que Israel es un Estado genocida.
Nadie en Europa, quizá en el mundo occidental, competirá con Pedro Sánchez en maldad contra el pueblo judío. Pedro Sánchez está en la vanguardia antisemita. Pareciera que el viejo humus antijudío de la peor España, aquella que los expulsó de su tierra, Sefarad, o sea España, estaría ahora en pleno vigor. Quizá sea la base de operaciones para relanzar el nuevo antisemitismo del sanchismo. Terrible. ¿Cómo combatirlo? Leyendo, en primer lugar, en los libros de aquellos autores que en España han estudiado con seriedad el asunto. Y aquí tengo que reconocer que sobresale, muy por encima de todos, la figura y la obra de José Jiménez Lozano. Nadie en la España actual hay que pueda compararse a José Jiménez Lozano a la hora de estudiar el humus antijudío de nuestra patria. Nadie con mejor gusto y más atinada inteligencia que José Jiménez Lozano para combatir el antisemitismo. Es urgente, pues, leer y releer todos sus libros. Apenas hay alguno, entre todos los suyos, que no toque el asunto del antijudaísmo español. No existe en España, y me atrevería a decir en toda Europa, nadie como José Jiménez Lozano para enterarse sobre qué es el antijudaísmo español en particular, y el antisemitismo mundial en general. Su diagnóstico genuinamente literario, a mi modo de ver muy superior al que pudieran darnos los "saberes" sociológicos y politológicos, es vital para combatir el antisemitismo. Antonio Piedra y Gabriel Albiac, tan extraordinarios estudiosos de su obra como defensores de la civilización judía-hebraica, darían razón mejor que este cronista de mi afirmación: nadie mejor que José Jiménez Lozano en España para combatir el terrible antisemitismo que corroe a las élites intelectuales y políticas españolas. Pocos autores tan grandes como José Jiménez Lozano hallaremos que tengan la conciencia del Ser judío en España. La obra de José Jiménez Lozano sobre los judíos españoles nos eleva de nivel. La cristiandad española, el agnosticismo hispánico, el materialismo y el espiritualismo, en fin, la cultura en general de España no puede prescindir de la conciencia del Ser judío de España expresada en la entera (sic) obra de José Jiménez Lozano.
Quien busque fáciles halagos de lector dominguero, o de fin semana alegre sin salir de su cuarto, absténgase de entrar en sus libros. Toda la obra de Jiménez Lozano es una contribución capital a la creación de racionalidad pública. Política. Estamos ante un escritor de verdad: no existen los mimos falsos al lector ni tampoco complacencia dogmática con lo expresado o pensado. Mínima coba al lector y críticas máximas, o autocrítica, al "egotismo" del autor. Sus libros no son para pasar el rato y animarse con cuatro paparruchadas de "literatura" de evasión. Nadie olvide que estamos ante un escritor de raza, o sea, no concede nada al lector, si este no entra a discutir y luchar con él.
De Jiménez Lozano podría decirse lo que él recoge con toda razón de Norman Mailer de Salinger: "'Un deseo excesivo de agradar a lo largo de sus páginas. Demasiada dulzura. Demasiada complacencia en sí mismo. Demasiada amabilidad… Ya no es un escritor, sino un animador público'". ¡Ojalá que no se pueda decir esto con razón de una sola página mía!" (Obras Completas, I, págs. 628 y 629). Jiménez Lozano no es y, además, no quiso ser nunca un animador público. Sólo es un escritor. Español. Escritor, sí, español. Nada más y nada menos. Aunque desapareciese España, él volvería a contestar con melancolía a la pregunta: ¿qué pasaría si España, la actual nación moribunda de Europa, termina por fenecer?: "Si la negación de España y de lo español triunfa totalmente, y se llega a hundir la cultura española, lo que me queda como patria es la herencia española del pasado, al modo como los judíos españoles de Salónica y otros sefardíes de otras partes, o los indios de América, siguen hablando español, y un lenguaje verdadero que lleva un mundo dentro" (Ibídem, pág. 16).
Jiménez Lozano es un pascaliano impenitente. No tiene una filosofía sistemática, pero sus pensamientos nos dan a manos llenas Filosofía. Su estilo cervantino, quizá sea el último gran cervantino de nuestra era, brota de la calle, o mejor dicho, de los libros que recogen la esencia de la vida callejera. Popular. Su lenguaje, en efecto, brota espontáneamente de la vida ordinaria de los hombres de carne y hueso. Pensar la libertad problematizando, repito aquí unas líneas perpetradas hace décadas, las diferentes formas de vivir la fe en la historia de España ha sido uno de los caminos recorridos por la sugerente y singular obra de Jiménez Lozano. Una obra rica, variada y apasionante, acaso porque su poética alma es inseparable de su crítica a la poesía. Cuentos, relatos, novelas, ensayos, diarios, periodismo y poesía, al fin, pensamiento, gran pensamiento, de lengua española en la mejor tradición teresiana, son las principales formas de expresión del alma de la obra de Jiménez Lozano; pues bien, se entre por donde se entre a este autor, siempre nos encontraremos, casi como una obsesión de toda su obra, el estudio crítico del humus antijudío de las tradiciones culturales de España.
La obra crítica de Américo Castro sobre La realidad histórica de España, principal base en la que toma pie Jiménez Lozano, ha sido llevada hasta unos niveles de refinamiento que nunca hubiera pensado el viejo adversario de Claudio Sánchez Albornoz. Jiménez Lozano ha desarrollado para aquí y ahora el carácter religioso de ese cruce, clave para don Américo, entre cristianos, judíos y musulmanes: "De no haber existido estas circunstancias, de no haber sido España, durante toda la Edad Media, frontera pacífica hoy y sangrienta mañana, frontera espiritual y física de esas tres maneras de ser hombres, de muy otra manera sería también nuestra contextura religiosa de ayer y de hoy. Pero el cristiano español se vio precisado a defender su credo y el suelo de su patria frente a los moros y los judíos, y luego al convivir en paz con ellos, no pudo evitar que ese mismo credo y las actitudes espirituales en que se expresaban quedasen contagiados del judaísmo e islamismo, entrañables enemigos fraternos del catolicismo español. Las sinagogas y mezquitas que pasaban a ser templos cristianos con la misma facilidad con que las catedrales e iglesias pasaban a ser mezquitas, el rito mozárabe con su triste y lánguida melopea que todavía puede escucharse en los cantos litúrgicos de muchos sacristanes de las aldeas castellanas, el gobierno clerical de rabíes y alfaquíes entre moros y judíos y de clérigos entre cristianos o el sentido de casta y de pueblo escogido son solamente unas pocas muestras externas de esa conjunción de 'talantes' judíos, moros y cristianos" (JIMÉNEZ LOZANO, J.: Meditación española sobre la libertad religiosa. Ariel, Barcelona, 1966, págs. 30 y 31. Jiménez Lozano, J.: "El aporte del profesor Américo Castro a la interpretación del sentimiento religioso español", en Estudios sobre la obra de Américo Castro (editado por P. Laín Entralgo y A. Amorós). Taurus, Madrid, 1971, págs. 211 y ss.).
Sí, toda la obra de Jiménez Lozano puede leerse como una crítica rigurosa del viejo humus antijudío en la cultura española. Es obvio el tratamiento de este asunto en obras como Nosotros los judíos, un breve ensayo, de quince páginas, publicado en 1961, donde su autor lleva a cabo un breve recorrido histórico en el que se establecen los vínculos entre el judaísmo y el cristianismo y donde, naturalmente, concluye con una advertencia inequívoca: "El antisemitismo es un movimiento en el cual no podemos nosotros los cristianos tomar parte". Pero, en verdad, las Obras Completas de este autor pierden su sentido sin esta crítica al humus antijudío inserto en las tradiciones hispánicas. Sus Diarios, que ocupan los dos primeros volúmenes de sus Obras Completas, están repletos de esta crítica al antijudaísmo hispánico. Y otro tanto diría de sus Ensayos, volúmenes tercero y cuarto de las obras completas. Y de la novela y cuentos para qué hablar, baste citar el Grano de maíz rojo o las portentosas Parábolas y circunloquios de Rabí Isaac Ben Jetuda (1325-1402).
En resolución, nada mejor para combatir el antisemitismo de Pedro Sánchez y toda la izquierdona comunista que entregarnos a la lectura de las obras de Jiménez Lozano. Comencemos por su poema a Maimónides, ese gran sabio cordobés, gloria de la filosofía sefardí, o sea española, de todos los tiempos:
MAIMÓNIDES
¿ Y si me encontrara con Maimónides?,
pensé, y me ajusté la corbata,
plegué el paraguas, estiré los puños
de la blanca camisa, vigilé
la raya perfecta del pantalón a rayas;
incluso me eché mano al sombrero
para saludar correctamente,
y pasó de largo.
Pero tuvo que haberme visto,
y quizás me hubiera hablado,
si no hubiera caído el Gabinete
y bajado la Bolsa y la temperatura.
Ahora no voy a importunarle en su aposento,
porque vivió hace ochocientos años,
pero
juraría que le he visto,
mientras quizás andaba extraviado.
