

Museo Thyssen
Isabel Quintanilla, la artista capaz de dotar de emoción a un vaso Duralex
El Museo Thyssen dedica una exposición a Isabel Quintanilla (1938 – 2017), figura fundamental del realismo contemporáneo. Reúne 90 obras de toda su trayectoria, resultado del arduo trabajo de la comisaria de la muestra, Leticia de Cos, pues la mayoría de sus trabajos se encuentran en museos y colecciones privadas alemanas, país en la que fue muy reconocida.
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Reunida toda su carrera
La muestra reúne 90 obras de toda su carrera, incluyendo sus pinturas y dibujos más sobresalientes, muchas de ellas piezas nunca vistas en España por encontrarse principalmente en museos y colecciones de Alemania, país en el que tuvo un destacado reconocimiento en los años 1970 y 1980. | Imagen: Isabel Quintanilla pintando Gran interior, 1973. Fotografía de Stefan Moses.
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Su vida
La exposición sumerge al espectador en la intimidad de Quintanilla y nos presenta, gracias a sus maravillosas pinturas, las estancias de los diferentes domicilios y talleres donde vivió y trabajó. | Imagen: Isabel Quintanilla. Ventana, 1986 (Window). Óleo sobre lienzo pegado a tabla, 60 × 80 cm.
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Obras nunca expuestas en España
En 1970, Isabel Quintanilla conoce a Ernest Wuthenow, coleccionista y socio fundador de la Galería Juana Mordó de Madrid, encargado, además, de la promoción de sus artistas en el extranjero. Junto a los galeristas Hans Brockstedt y Herbert Meyer-Ellinger, consigue exponer su obra por toda Alemania durante las décadas de 1970 y 1980. Es por eso que la mayoría de obras reunidas en esta exposición nunca se han expuesto en España. | Imagen: Isabel Quintanilla. La puerta, 1974 (The Door). Óleo sobre lienzo, 56 × 40 cm.
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Vaso Duralex
Uno de los aspectos que más llama la atención de la producción artística de Isabel Quintanilla es su capacidad para dotar de emoción a un simple vaso Duralex, tan típicos en las casas españolas durante los 60 y 70 del siglo pasado. Hay muchas versiones de estos vasos, a veces acompañados de flores que ella misma cultivaba en su jardín. | Imagen: Isabel Quintanilla. Pensamientos y reloj, 1964 (Pansies and Watch). Óleo sobre tabla, 37 × 29,5 cm.
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Homenaje a su madre
El padre de Quintanilla murió durante la Guerra Civil y fue su madre, costurera, la que sacó adelante sola a sus dos hijas. La artista le mostró su cariño y admiración en diversas obras. | Isabel Quintanilla. Homenaje a mi madre, 1971 (Tribute to my Mother). Óleo sobre tabla, 74 × 100 cm.
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Realistas de Madrid
Isabel Quintanilla forma parte de un grupo de artistas que vivieron y trabajaron en Madrid desde mediados de la década de 1950, conocidos como los realistas de Madrid. Entre sus integrantes se encuentran Antonio López (1936), María Moreno (1933-2020), los hermanos Julio (1930-2018) y Francisco López Hernández (1932-2017), Esperanza Parada (1928-2011) o Amalia Avia (1930-2011). | Imagen: Isabel Quintanilla. Lavabo del Colegio de Santa María, 1968. (Washbasin in the Colegio Santa Maria). Óleo sobre tabla, 100 × 70 cm.
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Ventanas y objetos
A la artista le gustaba presentar los objetos junto a una ventana, un tema muy recurrente también entre el resto de realistas de Madrid. | Imagen: Isabel Quintanilla. Ventana con lluvia, 1970 (Window with Rain). Óleo sobre lienzo, 52,5 × 65 cm.
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Compañeros
La exposición, comisariada por Leticia de Cos, puede verse del 27 de febrero al 2 de junio de 2024. Junto a las obras de Isabel Quintanilla, se exhiben cuatro de Amalia Avia, cuatro de María Moreno, cuatro de Esperanza Parada y dos de Francisco López. | Imagen: Isabel Quintanilla. Verano, 1992 (Summer). Óleo sobre lienzo, 138,5 × 109 cm. Colección Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco.
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La soledad
En pocas de sus pinturas encontramos figuras humanas porque la soledad le provocaba una gran emoción, decía que le dejaba “sin aliento". Ese es el sentimiento que trataba de trasladar a sus trabajos. | Imagen: Isabel Quintanilla. La chabola, 1967 (The Cottage). Óleo sobre tabla, 64 × 45 cm.
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Luz artificial
La artista tenía gran interés en la luz y los cambios que provoca en una misma estancia. También la luz artificial. Era habitual que pintase un mismo rincón en distintos momentos del día o la noche. | Imagen: Isabel Quintanilla. El teléfono, 1996 (The Telephone). Óleo sobre tabla, 110 × 100 cm.
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Bodegón
Trabajó el bodegón con los elementos propios del género. En La lamparilla, organiza una naturaleza muerta con lo que tiene por casa. | Imagen: Isabel Quintanilla. La lamparilla, 1956 (The Table Lamp). Óleo sobre lienzo, 32,5 × 40,5 cm.
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Guantes
En La mesa azul, otra de sus obras maestras, encontramos un par de guantes y unas llaves junto a objetos tradicionales del bodegón. | Imagen: Isabel Quintanilla. La mesa azul, 1993. (The Blue Table) Óleo sobre lienzo, 83 × 75 cm.
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Mesa
El marco natural del bodegón es la mesa, también para Quintanilla, como vemos en esta obra. Sin embargo, la artista superó ese concepto y usó además el alféizar de la ventana, la encimera, o incluso la nevera. | Imagen: Isabel Quintanilla. La sandía, 1995. (Watermelon). Óleo sobre lienzo pegado a tabla, 70 × 100 cm.
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Isabel Quintanilla Besugo, s.f. (Sea Bream) Acuarela sobre papel, 43 x 56 cm
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El paso de los años
Quintanilla permite colarnos en su intimidad de una manera tan honesta que podemos ver incluso el paso del tiempo. Las obras Atardecer en el estudio y Nocturno son del mismo ventanal con casi quince años de diferencia (se moderniza el radiador y las ventanas). De nuevo, juega con el efecto de las luces. | Imagen: Isabel Quintanilla. Nocturno, 1988-1989 (Nocturne) Óleo sobre lienzo, 100 × 90 cm
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Roma
Roma es, junto a Madrid, la ciudad preferida de Quintanilla. Era sinónimo del tiempo de gran felicidad que vivió junto a su marido, Francisco López, quien, además de ser un referente, fue un gran apoyo para que siguiera trabajando y formándose. | Imagen: Isabel Quintanilla. Roma, 1998-1999 (Rome). Óleo sobre lienzo pegado a tabla, 135 × 220 cm.
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Sus paisajes
Isabel Quintanilla retrató paisajes con los que tenía vínculo afectivo, como esta Sierra de Guadarrama en la que solía pasar temporadas. | Imagen: Isabel Quintanilla. Sierra de Guadarrama, 1990-1991. Óleo sobre lienzo pegado a tabla, 79,5 × 100 cm.
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Naturaleza al natural
La artista pinta la naturaleza que tiene cerca, como su jardín. Lo hace del mismo modo que los interiores: desplaza el caballete y pinta al natural. | Imagen: Isabel Quintanilla. Jardín, 1966 (Garden). Óleo sobre tabla, 122 × 217 cm.
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