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Póster Young Adult

Young Adult se presentó en las carteleras americanas como la nueva reunión de los creadores de la celebrada Juno, la guionista Diablo Cody (galardonada con el Oscar por aquella) y el director Jason Reitman. Mientras que ella afronta aquí una especie de examen final tras la nefasta recepción de su filme de terror, la h-o-r-r-e-n-d-a Jennifer’s Body, Reitman anda camino de convertirse en uno de los principales directores de cierta esfera más o menos independiente (llámese como se quiera) que, como Alexander Payne (Los descendientes), consigue que sus comedias dramáticas, o dramas cómicos, se sitúen tanto en las preferencias de un público pretendidamente refinado como de los académicos de Hollywood.

Ironías de la vida, Young Adult, pese a la buena recepción crítica general, no consiguió finalmente el respaldo (ni de público, ni de premios) de la mencionada Juno, cuyos méritos se apoyaban demasiado, quizá, en la altura de su mensaje y la ironía de unos diálogos deliberadamente autoconscientes. No deja de ser una pena, puesto que Young Adult me parece superior: no sólo refina los méritos de ésta cinta y oculta en cierta medida sus defectos, proponiendo al espectador un viaje con más niveles de lo que su simple premisa -y aún más sencillo desarrollo- podrían dar a entender, sino que significa un claro paso adelante en la carrera de una guionista que parece aquí madurar su discurso con toques indisimuladamente oscuros, y me atrevo a decir que autobiográficos.

Mavis Gary (Charlize Theron) es una escritora de libros para niños (cuya denominación genérica en inglés da título a la película) que, en un momento de crisis personal, decide volver a su pueblo natal para revivir sus días de gloria e intentar recuperar a su primer amor del instituto. A la extravagante y cruel Mavis le importa poco que éste esté casado y con un bebé recién nacido a sus espaldas. Allí se encontrará con un compañero de clase minusválido con el que compartirá borracheras mientras traza su plan de conquista...

Naturalmente y antes que nada, Young Adult no sería nada sin la excelente composición de Charlize Theron, una actriz que ya hace tiempo que ha conseguido alejarse de la condición de maniquí para los grandes estudios y que no necesita demostrar nada. Theron, por cierto, no ha sido contemplada por la Academia en la categoría de Oscar a la mejor actriz, testimonio de la relativa decepción que ha provocado la cinta de Reitman.

Young Adult no es mejor por ser más amarga de lo esperado, pero lo cierto es que según avanza su breve metraje y profundiza en ese registro, la película crece. En menos de noventa minutos Reitman y Cody reubican a la consentida heroína, sus gracias y sus extravagancias, en un mundo crecientemente hostil, adornado en todo momento por los afilados diálogos marca de la casa de su guionista.

Lo que en principio podría parecer una evidente manipulación, la de identificar lo rural con lo bueno, lo urbano con la degradación moral, pronto va adoptando matices grises mucho interesantes a medida que nos introducimos en los rituales de Mavis. Young Adult trasciende las limitaciones de la historia: comienza con un retorno físico al hogar que en realidad es un mero bosquejo del verdadero viaje de la desagradable heroína, y cuya conclusión se nos escapa casi tanto como a ella.

Cody no pone sólo en la picota la cultura del éxito –esas franquicias de carretera...-, ni se chotea del cateto rural de la América Profunda. Su objetivo es poner en duda a la propia protagonista hasta sus últimas consecuencias. El perturbador instante final de ésta contemplando los efectos de su última borrachera, y que contrasta con el triunfal discurso de la voz en off de la propia Mavis, da fe de la angustia, patetismo, soledad y de una mentira muy dificil de esquivar. Por mucho que Up in the air siga siendo lo mejor de Reitman, Young Adult se erige sin dificultades como el cénit de lo escrito por Diablo Cody.

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