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Los 50 de 'Pink Flamingos'

Waters es un tipo con tan buen mal gusto que si hubiera estado en Bocaccio no se habría fijado en Teresa Gimpera. Se habría fijado en Carmen de Mairena.

Waters es un tipo con tan buen mal gusto que si hubiera estado en Bocaccio no se habría fijado en Teresa Gimpera. Se habría fijado en Carmen de Mairena.
Pink Flamingos | Archivo

John Waters dice que si a Pink Flamingos le quitas todo el sexo sería una buena película de animación infantil. Hombre, si le quitas el sexo (lo que supongo que incluye el oral entre una madre y su hijo), el canibalismo, los asesinatos, los exhibicionistas con salchichas, los esfínteres que cantan y, sobre todo, a Divine comiendo caca de perro recién defecada. O al menos metiéndosela en la boca y manchándose los dientes con ella (luego fue corriendo a lavarse los dientes con el cepillo de otro). Un vómito por una de sus películas es una ovación para Waters. Harris Glenn Milstead, nombre real de Divine, llamó el día antes de rodar la escena a un hospital para preguntar qué le podía pasar a su hijo si hubiera comido excrementos de perro. Que lo mismo tendría lombrices, le dijeron. Se quedó más tranquilo, tranquila, lo que sea.

Pink Flamingos, tercera película de Waters, se estrenó el 17 de marzo de 1972 en Baltimore. Tiene 50 años. En muchos países ni se ha estrenado. Yo la vi en el cine Rex de Murcia en una sesión de madrugada a finales de los 90, supongo que por su relanzamiento en el 97. Como un acontecimiento. Y con arcadas en el momento adecuado. Si como el director sostiene en sus memorias, el mal gusto es la esencia del entretenimiento, Pink Flamingos es muy entretenida’. Ni fue la primera provocación en el cine (hola, Buñuel) ni sería la última (hola, Hungry Bitches, más conocida como ‘2 chicas 1 copa’). Casi nada nos sorprende ya, pero la cincuentañera hecha con cuatro duros en los fines de semana sigue estando en nuestros asqueroso corazones. Porque también lo está John Waters, una persona adorable.

En la película, Divine es una ex reclusa considerada "la persona más repulsiva del mundo" peleada con sus vecinos, que quieren quitarle el título. Imaginen las vecinas de Valencia y exagérenlo todo. A John Waters le preguntaron muchos años después por qué había rodado semejante asquerosidad. "Sólo era un poco de caca e hizo de Divine una estrella". Es mucho mejor que cuando Almeida, ya teniendo confianza con ella, preguntó a Rita Maestre en privado: "Rita, ¿por qué enseñaste las tetas en una capilla?". "Porque tenía 23 años".

Como a John Waters, me gusta más Jayne Mansfield que Marilyn Monroe. También Pia Zadora es mi actriz mala favorita. Y coincido con él en lo de la naturaleza abominable de un reality. Esa que sitúa al espectador en una posición de superioridad. Como si su vida fuera mejor que la de los que salen en la tele.

Waters es un tipo con tan buen mal gusto que si hubiera estado en Bocaccio no se habría fijado en Teresa Gimpera. Se habría fijado en Carmen de Mairena. Es un tipo al que le gusta la Navidad ("En julio estoy ya preocupado porque sólo me quedan 146 días para comprar"). Es el mayor legitimador de la cultura basura y un exquisito defensor del mal gusto.

Pink Flamingos es la segunda película de Waters en la que se mata un pollo. La escena se mantuvo. Sin embargo, se eliminó un personaje llamado Patty Hitler, una amiga de Divine llena de esvásticas (se la ve entre la gente en la fiesta de cumpleaños). Durante la película, Divine fue arrestada por robar. Dijo en su defensa que era una actriz del método interpretando a un criminal. Ni Marlon Brando.

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