
Vestida no tanto de Primera Comunión sino de terror adolescente convencional, La niña de la comunión hace un par de cosas bien. Para empezar, ser consciente ella misma de que trabaja no tanto con material de orfebrería sino de ortopedia, dando forma a un terror adolescente con elementos de películas mil veces vistas. La segunda, el conjugar adecuadamente lo genérico con lo particular, recuperando estampas de la crónica negra y criminal española (y también del folclore patrio, desde comuniones a chicas desaparecidas) para decorar el desfile de sustos genéricos.
La película de Víctor García utiliza referentes del más allá tomados directamente de Stranger Things para configurar, así, una película de terror con un cierto componente de aventura juvenil que ya supone en sí mismo una aportación, una suma, al esquema básico al terror con fantasma de fondo. La ambientación en la España rural de los 80 ocupa su justo lugar equilibrando nostalgia y crítica sin tampoco tener que resultar más iconoclasta de lo necesario, y la adición de lo sobrenatural no se siente como algo ajeno, no chirría como algo formulario.
No hay, por tanto, imposturas en una cinta honesta. A García le interesa el horror juvenil y, sin distanciarse demasiado del funcional género amparado por la TV privada (y sin llegar a la impronta autoral de un Paco Plaza o Álex de la Iglesia) juega la baza de la modestia con bastante fortuna conjugando bien el relato de los lazos familiares de los chicos con su complicada apología de la amistad.
El resultado es, pese a su mal gestionado tramo final (o más bien de su sorpresa última), una película que gestiona bien sus referentes y que se molesta en añadir algo propio con verosimilitud. Hay algo de body-horror decorando el previsible esquema de posesiones, una intriga que remite a las maldiciones niponas y la evidente influencia de The Ring (y que requiere de un cierto desarrollo), y una metáfora muy hábil sobre el consumo de drogas como pasaporte al más allá que le da sustancia gran parte de una intriga más cercana a It que a Annabelle. Si este último elemento hubiese calado más en la historia, tan apegada a símbolos españoles, aparte de la concesiones a su público, la película sería aún más digna.
La niña de la comunión se estrena en cines españoles el 10 de febrero.
