
Vista A Complete Unknown, la película de James Mangold sobre Bob Dylan. Salí del cine conmovido, entusiasmado, levitando, con unas ganas locas de viajar en el espacio/tiempo al festival de Newport de 1965 para, oponiéndome a la ortodoxia folkie, desgañitarme con "Maggie's Farm". Igual es café para cafeteros, pero, ojú, qué café tan estupendo. Los feligreses del genio de Duluth nos sabemos de memoria este periodo primordial (1960-1965) de su escurridiza biografía y de su incontestable y monumental carrera, pero, como en las películas sobre Jesucristo, tan importante como el qué, si no más, es el cómo.
Y A Complete Unknown es un campo minado de fogonazos de belleza. Como cuando Chalamet/Dylan le canta "Song to Woody" a Scoot McNairy/Woody Guthrie, ante el asombro de Edward Norton/Pete Seeger, como una manifestación tímida y juvenil del Paráclito. O como cuando el protagonista ensaya con Monica Barbaro/Joan Baez, tras una noche erótico-festiva en la casa de la pobre novia cornuda, una recién nacida "Blowin' in the Wind". O como cuando, mientras los paisanos del Greenwich Village huyen despavoridos ante el lógico temor de que los rusos les casquen una bomba atómica, el cantautor, ajeno a la realidad –¿o no?–, eche el rato en The Gaslight Cafe interpretando "Masters of War". O como cuando, en el Festival de Newport de 1964, Chalamet/Dylan y Barbaro/Baez siegan temporalmente las espigas de su desquiciada e intermitente relación entonando "It Ain't Me, Babe". Y así.
El Evangelio de Nuestro Señor Bob Dylan según James Mangold se toma sus licencias y no está libre de edulcorantes –dudo que el ecosistema del Village fuera tan limpio, fácil y amable–, pero es fiel al relato auténtico de la génesis de un tipo que se ha pasado la vida difuminando su biografía, cercando su intimidad con una muralla rematada con concertina y, sobre todo, huyendo de los titiriteros y de los rebaños ovinos como de la peste y despreciando a vampiros y sanguijuelas. Si a los que nos gusta Dylan nos gusta tanto Dylan es, entre otros motivos, por el ejercicio salvaje y radicalmente libre de su yo creativo. Estamos ante un artista que ha hecho siempre lo que ha querido, nadando contra la corriente convencidísimo de que, como reza el viejo adagio anarquista, sólo los malditos peces muertos siguen la corriente del mar. La transición de la guitarra acústica con armónica en solitario a la banda de rock&roll fue una apuesta decidida y temeraria. La jugada le salió bien, mas no estuvo exenta de hostias.
Y A Complete Unknown refleja todo esto con ritmo, emoción y verosimilitud. He celebrado que este fin de semana desplazara a la enésima parte de Capitán América del número 1 en la taquilla española; he lamentado que fuera la película más desairada en la noche de los Oscar. El propio Dylan, en su Twitter, explicó que la película está basada en el libro Dylan Goes Electric, de Elijah Wald, "una fantástica narración de los acontecimientos de principios de los años 60 que llevaron al fiasco en Newport. Después de ver la película, lee el libro". Le tomo la palabra.
