
Lucía Caraballo y Jan Buxaderas protagonizan Todos los lados de la cama, la nueva entrega del universo iniciado en 2002 con El otro lado de la cama. La película, que recupera el espíritu fresco y musical de la primera entrega, ofrece una mirada renovada sobre el amor, el deseo y la madurez emocional de los jóvenes.
"Rompemos el cliché del más puro estereotipo", ha afirmado la actriz en una entrevista para esCine. "Representamos muy bien lo que es la libertad de nuestra generación, de hacer lo que sientes y tener la libertad de quizá equivocarte. Si no juzgas, no serás juzgado, eso es lo que representa más a nuestra generación".
Buxaderas ha coincidido en esa visión: "Es muy placentero como actor poder actuar un guion que está tan actualizado y que define también una generación. Rompe con muchas ideas preconcebidas que no siempre son verdad y genera un debate que va a ser bueno para todo el mundo que la vea en la gran pantalla".
El sexo como espejo de la verdad
En Todos los lados de la cama, las escenas íntimas se abordan desde la honestidad y la comunicación. "Qué necesario contar el sexo, las relaciones sexuales y las relaciones de amor de los jóvenes con alegría, ligereza y comunicación", ha reivindicado Lucía. "Que estén basadas en la comodidad y en la confianza".
La actriz ha celebrado que el largometraje se aleje de los tópicos: "Veo el sexo muchas veces representado en ficción y lejos de sentirme identificada, me deja más fría. Hay una intensidad y una oscuridad que no me representa. Me llena de orgullo que se diga que hay naturalidad y luminosidad, porque era uno de nuestros empeños".
Buxaderas ha añadido: "Queríamos mostrar el sexo tal como es, con su torpeza y su diversión. Parece que, especialmente en las películas de adolescentes, se ha convertido en algo oscuro e intenso de una forma que no representa la vida cotidiana".
La intimidad en el cine
Los dos actores han subrayado la importancia de la figura del coordinador de intimidad para garantizar un ambiente de respeto en el rodaje. "Contar con la figura de coordinación de intimidad es indispensable para que todo el mundo se sienta cómodo en escenas que son realmente incómodas de grabar", ha explicado Buxaderas. "Tener esa seguridad de que está todo coreografiado, todo medido, es un privilegio".
Caraballo ha recordado con cariño el proceso de grabación: "Fue llegar al estudio y encontrar un espacio de juego brutal. Samantha López creaba un espacio de juego y amor allá donde iba, y eso quitó todos los miedos".
El teatro como hogar
Pese a su juventud, Lucía y Jan comparten una profunda conexión con el teatro, donde ambos comenzaron su carrera. "Es nuestra pasión", ha dicho el actor. "Hemos crecido en el teatro y lo vivimos como lo mejor que nos puede pasar".
Lucía ha afirmado con entusiasmo: "Me encanta, es dopamina en vena". Y ha añadido: "Yo he crecido en un teatro. Me venían a buscar a la puerta del instituto y me llevaban al teatro todos los días. Estaba en dos compañías a la vez, hacía un montón de personajes durante diez años. Fui una afortunada porque me he criado en las tablas".
Esa formación teatral, han dicho, se nota en cada proyecto. Para ellos, el teatro no es un lugar de paso, sino su casa, su raíz y su forma de entender la interpretación.
El amor que trasciende generaciones
Más allá de lo físico, la película explora la conexión entre padres e hijos. "Esta película aporta algo nuevo respecto a las anteriores porque abre la relación entre padres e hijos", ha explicado Jan. "Aunque sean un desastre, son los padres, y es de las relaciones más bonitas que pueda haber".
Caraballo ha completado esa reflexión: "La paternidad y la maternidad, y cómo vemos los hijos a nuestros padres, sean como sean, creo que es un motor de creatividad inagotable. Julia no quiere parecerse a su madre, pero irremediablemente se parece muchísimo. Y eso la asusta".
Pincha en el audio para escuchar la entrevista completa, e incluso hacer un viaje en el tiempo a 2002.


