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CRÍTICA DE CINE

'Valor sentimental', la última gran película del cine de 2025

Valor sentimental, estrenada en cines, narra los intentos de un director de cine de reconciliarse con su hija.

Valor sentimental, estrenada en cines, narra los intentos de un director de cine de reconciliarse con su hija.
Renate Reinsve | Elastica

Valor sentimental es una de esas películas que son más que la suma de sus partes. Drama sobre la relación turbulenta de un padre ausente y su hija, reflexión sobre el (en apariencia) distante problema de la realidad y la ficción, el director Joachim Trier (La peor persona del mundo) se vale de dos problemáticas distintas para elaborar un drama cerebral y a la vez, como reza el título, sentimental, que comienza con un inesperado homenaje a El Resplandor y todavía encuentra tiempo para entonar el trauma de la Segunda Guerra Mundial.

Valor sentimental, en la que un veterano director de cine propone a su hija protagonizar su última obra maestra, juega con el reflejo de la pelicula que quiere filmar Gustav, un excelente Stellan Skarsgård, y la historia de su familia en Noruega. Protagonizada por una actriz norteamericana, producida para Netflix (lo que arroja nociones de cómo es posible preservar la identidad artística en los nuevos tiempos), parece en sí misma una mezcla de drama familiar norteamericano, de vocación más conmovedora y comercial y que jamás niega la liberación o catarsis final el espectador, y esa experimental película europea que todo familiar lejano de Lars Von Trier trataría de rubricar.

Quizá la confluencia de ambas líneas sean un norteamericano y un noruego, John Cassavettes e Ingmar Bergman, o quizá mejor, los actores de Joachim Trier. Skarsgård y Renate Reinsve están extraordinarios, y canalizan el incómodo elemeto autobiográfico que el film tiene para Trier. Valor Sentimental, Gran Premio del Jurado en Cannes y aclamada festival a festival, es un film capaz de amortiguar lo melodramático con abstractas nociones del problema de la representacion (a nadie se le escapa que el film que quiere filmar Gustav es una petición de perdón a su hija), que a su vez quedan rebajadas en sus ambiciones artísticas por los sinceros sentimientos de una familia rota.

El resultado, sin embargo, se eleva, generando una película ágil, nostálgica pero para nada introvertida, extrañamente esperanzadora y optimista en su reconocimiento de la pérdida y el perdón, que además se vale del cine (la casa, al final, será un plató donde reproducir el trauma) para integrar las distintas dimensiones de ese enigmático individuo que es Gustav.

Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual en la UCM de Madrid. Colaborador en esRadio. Crítico de cine y series en Libertad Digital. Una de las voces del podcast Par-Impar.

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