
Cuando el presidentillo o el déspota de alguna república al sur de Texas se encuentra en dificultades, emplea el fácil recurso de zumbarle al extranjero. Como Estados Unidos está muy cerca, es muy poderoso, ha derrocado gobiernos y hasta ha tenido en nómina a algunos presidentes, como el mexicano Gustavo Díaz Ordaz, que cobraba de la CIA, el atacado resulta ser España, más lejana, más débil y más callada.
Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, ha repetido sus ataques a los ‘gachupines’. El año pasado pidió al rey Felipe VI que pidiese perdón por la conquista. ¡Qué ocasión tuvieron las autoridades españoles para abrir un interesante debate sobre la colonización si hubieran respondido que le enviarían una factura por todo lo recibido en los casi 500 años en que el país estuvo bajo soberanía española! En esa factura se habrían tenido que incluir los tres años de arrendamientos impagados del Palacio Nacional, donde mora Obrador, y que construyó el gran Hernán Cortés.
En esta nueva andanada, AMLO, nieto de santanderino, ha arremetido contra las empresas españolas establecidas en el país y que pagan sus impuestos… y sus mordidas para hacer negocios. Les ha acusado de robar a los mexicanos, con el matiz de añadir que lo han hecho gracias a la connivencia de los presidentes anteriores: Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Vicente Fox. ¡Un presidente mexicano quejándose de corrupción! México es por desgracia el país más corrupto de la OCDE y según Transparencia Internacional está a la altura de Gabón y Níger. Parecería que Obrador reclama su parte en el cobro de sobornos, como cierta familia catalana.
La razón de este nuevo espectáculo está en que Obrador ha comenzado la segunda mitad de su sexenio, inaugurado en diciembre de 2018. Por tanto, el presidente, que ha pasado por tres partidos (PRI, PRD y Morena), ya no puede culpar de la situación social y económica mexicana a su predecesor. Aunque el principal tema de su campaña electoral fue la lucha contra la delincuencia. Obrador ha desplegado al Ejército y la Marina para combatir a los sicarios de los cárteles de la droga, no ha conseguido reducir la violencia. En sus tres años completos, han muerto en torno a 105.000 personas y casi 2.100 en enero pasado; en España, el número de homicidios en 2019 no alcanzó los 350.
Los ‘tzompantli’ fueron altares en forma de bastidor en los que los sacerdotes aztecas ensartaban o amontonaban hileras de cráneos de las víctimas humanas sacrificadas a sus sangrientos dioses. Los hubo en varias ciudades indígenas y horrorizaron a los españoles cuando los vieron. Durante décadas algunos historiadores y antropólogos de izquierdas e indigenistas les quitaron importancia y hasta negaron su existencia; se trataba de una exageración o una invención de los conquistadores para legitimarse. Los hallazgos arqueológicos, como el del ‘tzompantli’ del templo mayor de Tenochtitlán, descubierto en 2015, han confirmado las crónicas españolas.
López Obrador sabe que su legado va a ser el mayor ‘tzompantli’ de la historia de México, con cerca de 200.000 cadáveres, y trata de cubrir ese mar de sangre con virutas hechas de triturar libros de la historia mexicana, pero fracasará.
A los nacionalistas italianos, desde Garibaldi a Mussolini, les enrabietaba que los habitantes de Niza, cedida por Víctor Manuel II de Saboya y el conde de Cavour a Napoleón III a cambio de la ayuda de éste en la guerra contra los austriacos, prefirieran mantenerse como ciudadanos franceses antes que regresar a la Italia unificada. De la misma manera, a los nacionalistas mexicanos debería hacerles reflexionar que millones de compatriotas que se instalan en Estados Unidos ansíen obtener la nacionalidad de su nuevo país y no quieran ni oír hablar de volver a vivir en México.
La reacción de parte del pueblo mexicano contra las pendejadas de su presidente muestra el desmoronamiento de la versión de las oligarquías criollas de que las desgracias padecidas desde la independencia del virreinato de la Nueva España hace 200 años se deben a maquinaciones extranjeras o a defectos genéticos heredados, en vez de a su corrupción y su incompetencia. ¡Algo bueno está haciendo López Obrador!
