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La beatificación de Juan Pablo I: ¿una humana comedia?

Desde el principio se trenzaran sospechas sobre la posibilidad de que hubiese sido asesinado, algo no nuevo en la Iglesia, pero sí infernal.

Desde el principio se trenzaran sospechas sobre la posibilidad de que hubiese sido asesinado, algo no nuevo en la Iglesia, pero sí infernal.
Juan Pablo I, en un discurso | Wikipedia

Ya fue extraño que un Papa inesperado, un "pobre bastardo [I]", "un descuido del Espíritu Santo" [II], muriera a los 33 días de pontificado gozando aparentemente de buena salud y siendo relativamente joven, 65 años. Fue sorprendente que, desde el principio, hasta en el mismo Vaticano, se trenzaran sospechas sobre la posibilidad de que Juan Pablo I, nombre elegido por reconocimiento a Juan XXIII y Pablo VI, hubiese sido asesinado, algo no nuevo en la Iglesia, pero sí infernal.

Su fallecimiento repentino e imprevisto tuvo tanta repercusión universal que hasta en la última parte de la trilogía de El Padrino, de Francis Ford Coppola y Mario Puzo, se incorporó un episodio que recuerda inequívocamente la muerte súbita de Juan Pablo I. En el guión, es un asesinato que se relaciona explícitamente con la mafia, la criminal de siempre y otra, no menos perversa, la vaticana. Sin embargo, la Iglesia Católica, desde Juan Pablo II, ignora, minimiza, ordena silencio y, ahora, a punto de su beatificación, ha tratado de imponer una verdad oficial [III] con fundamento documental.

Para los españoles, a pocos días de su beatificación, la extraña muerte de Juan Pablo I tiene además otro interés. A lo largo de más de 44 años, este clima de misterio, desazón y duda no ha dejado de estar presente, muy especialmente en España, donde un sacerdote, Jesús López Sáez, ha dedicado los últimos 37 años de su vida a la investigación de las circunstancias de su muerte y a la reivindicación de su figura dentro de un movimiento eclesial de regeneración evangélica, la Asociación Comunidad de Ayala.

Como es natural, Jesús López ha sido víctima de las descalificaciones habituales de "conspiranoide", obseso, antieclesial o díscolo y desobediente. Tan es así que se le exigió que no publicase su primer libro sobre el tema, siendo como era miembro de la comisión de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española. Por negarse a callar, el entonces obispo de Ávila, Adolfo González Montes incluso le amenazó con retirarle las licencias ministeriales, o sea, con perder el sacerdocio.

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Gracias a su resistencia, escribió varios libros sobre el Papa que "mataron", como ha subrayado que lo llama la gente corriente. El primero, La incógnita Juan Pablo I (1985) fue un pliego en la Revista Vida Nueva. Le siguieron Se pedirá cuenta. Muerte y figura de Juan Pablo I (1990), El día de la cuenta. Juan Pablo II a examen (2002, 2005)u y Albino Luciani. Caso abierto (2018).

Parecía no hacer falta un nuevo libro y sin embargo, el pasado mes de marzo de 2022 vio la luz El Papa que mataron. La trama oculta, editorial Última Línea de Ensayo, Málaga, 2022. Que este libro haya sido escrito poco antes de beatificación, prevista para este 4 de septiembre de 2022, da una idea de la relevancia que le concede su autor, una oveja negra, en este asunto, del rebaño católico.

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Su interés por el caso procede de la lectura del libro del extraordinario indagador londinense David Yallop, En nombre de Dios. La verdad sobre la muerte de Juan Pablo I, publicado en 1984. El investigador británico había resuelto casos criminales y descubierto redes de corrupción en el fútbol y las drogas, asesinatos en serie, tramas terroristas y finalmente, a petición de personas no reveladas del Vaticano, decidió a estudiar la muerte de Juan Pablo I y la corrupción en el Estado pontificio.

Jesús López Sáez justicia la irrupción de su nuevo y documentado libro en la aparición de dos factores nuevos que dan razón suficiente de su necesidad: la sorprendente confesión de un mafioso norteamericano [IV] de haber participado en el asesinato de Juan Pablo I y la presentación de una biografía oficial del Pontífice dirigida por la doctora Stefanía Falasca, vice-postuladora de la causa de canonización de Albino Luciani y autora de una obra sobre su muerte [V].

En el primero, el mafioso de la familia Colombo, Anthony S. Luciani Raimondi, detalla el encargo, los preparativos y la ejecución del crimen por parte de su pariente, el cardenal Paul Marcinkus. En el otro, se desecha oficialmente la tesis del asesinato pero se hace de un modo que promueve tantas interrogantes o más de las que ya había. La orden de impedir la autopsia del cadáver de Juan Pablo I sigue inexplicada, por poner un ejemplo.

¿Cómo es posible que un criminal haya confesado hace dos años y medio su participación en un asesinato y ninguna fiscalía de EEUU, de Italia o del Vaticano haya asumido el caso para investigarlo a fondo? Eso se pregunta Jesús López. Lo que dice Raimondi no es cualquier cosa aunque no todo es exacto, como la implicación en los hechos del arzobispo de Lisboa. Destaquemos un texto en el que queda claro que, de ser cierto, y no se entiende por qué tendría que mentir a estas alturas, la muerte de Juan Pablo I no fue natural. Así describe el encuentro con su pariente el arzobispo Paul Marcinkus, rector de las finanzas vaticanas:

"Esto es realizable. Nosotros somos los dueños de la ley allí’, dijo él (Marcinkus). "Nosotros hacemos lo que queremos hacer. Podemos matar un papa, y no nos pasará nada, porque la única investigación puede ser desde dentro de la Ciudad del Vaticano." Marcinkus explicó que ellos tenían sus propios médicos, sus propios embalsamadores. Todo el mundo está entrelazado y conectado y los secretos pueden mantenerse en secreto con las personas adecuadas en la conspiración".

Es más, explica con detalle:

"Se decidió que podrían poner Valium en el té del papa con un cuentagotas, un anestésico que, en forma de polvo, le dejaría KO. Si tú consigues Valium puro no lo puedes probar, te quedas KO….el plan fue poner cianuro de potasio en el cuentagotas, colocarlo ente los labios mientras él estaba inconsciente y apretar el cuentagotas para que ingiriera el veneno y te vas…La noche del asesinato el papa se bebió el té y cayó dormido…Marcinkus tenía el bote de cianuro cuando entró en la habitación. Midió con el cuentagotas, lo puso en la boca del papa y lo apretó"-


Pero el relato, impresionante y comedido, del gánster Raimondi no es la única razón para poner en circulación un nuevo libro. La segunda novedad, no existente hasta hace poco, es la publicación de la biografía oficial de Juan Pablo I, presentada como fundada objetivamente en documentos indiscutibles, y dirigida por la "oficialista" Stefanía Falasca, de la que apenas hay ejemplares disponibles si bien Jesús López Sáez logró tener acceso a uno de ellos.

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El problema principal de esta biografía es que en vez de aclarar definitivamente las dudas y sombras sobre la muerte del "Papa de la sonrisa", las perpetúa y las acentúa incluso. Por ejemplo, admite de una vez para siempre que a Juan Pablo I no se le practicó la autopsia, a pesar de ser oficialmente solicitada por su médico [VI]. Sin autopsia, es imposible saber si murió de un infarto agudo de miocardio o de alguna otra cosa. Esto es, la versión oficial, el ataque al corazón, queda como una elección, no como una certeza. La tesis de que no se podían realizar autopsias antes de 1983 es claramente falsa.

Como ha certificado López Sáez a Libertad Digital, cuando tuvo conocimiento de la existencia de la biografía oficial, y tras su lectura, remitió un informe sobre la misma en 2019 al cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación del Clero y postulador de la causa de la beatificación de Juan Pablo I. Su trabajo de investigación se llama Biografía del Papa Luciani. Aspectos, omisiones, apuros. El "fascículo", así lo califica el cardenal, fue recibido y agradecido pero nunca respondido.

En ese estudio, el último anterior al libro que tratamos en este artículo, recuerda que "sin que se pueda concretar en una persona la responsabilidad de la muerte de Juan Pablo I, de todo lo anterior se deduce que el 28 de septiembre de 1978 había quienes tenían mucho que perder si el papa Luciani continuaba en la silla de Pedro". ¿Quiénes eran? Por supuesto, Sindona, Calvi, Marcinkus, el propio Villot, los líderes de la P2: "Licio Gelli y Umberto Ortolani también se veían directamente afectados". Algunos murieron, ¿asesinados?; otros fueron encarcelados y otros, como Marcinkus, protegidos pero confinados en vida.

Entre los muchos sucesos inquietantes vinculados destaca el que el periodista italiano Mino Pecorelli , asesinado poco después, publicara en su revista Osservatore Político (OP) el 12 de septiembre de 1978, sólo 16 días antes de la muerte de Juan Pablo I, una lista de 121 masones vaticanos bajo el título La gran logia vaticana. Las relaciones entre la masonería y la banca pontificia salieron a la luz después de la muerte del Papa Luciani.

En ella, con número de matrícula y nombre codificado aparecían, entre otros, el secretario de Estado Jean Villot (matrícula 041/3, nombre codificado Jeanni), Paul Marcinkus (43/649, Marpa); Pasquale Macchi, secretario de Pablo VI (5463/2, Mapa); Donato de Bonis, colaborador de Marcinkus en el IOR (321/02, Dondebo);Ugo Poletti, cardenal vicario de Roma (32/1425, Upo) y Vittorio Trocchi, secretario general del Governatorato. Puede verse la lista completa aquí.

Dicho de manera lapidaria: Nada tiene sentido en la muerte de Juan Pablo I si se supone que murió de forma natural e imprevista. Pero todo, y hay muchísimo más de lo que aquí se ha tratado, adquiere explicación y sentido si se admite que fue asesinado por una trama de intereses oscuros que manejaba las finanzas de la Iglesia y que no deseaba la renovación, incluso en cuanto a las políticas de natalidad, que había anunciado.

Termina su nuevo libro Jesús López Sáez con esta conclusión: "Tal y como se ha anunciado, el papa Juan Pablo I será beatificado el 4 de septiembre del presente año. Se le beatifica por su ‘santidad ordinaria’. Sin embargo, se oculta cómo murió y por qué. Se le beatifica pero no se le hace justicia. La beatificación está viciada de raíz. Hay maniobra, encubrimiento, engaño. Mientras tanto, la gente sigue diciendo: ‘El papa que mataron’. La mayoría de los obispos latinoamericanos están convencidos de que el papa Luciani murió asesinado (Serafini) y el mundo contempla una vez más el escándalo vaticano".

"En conclusión, no basta una crónica, ¡basta ya de crónicas! Se requiere una autopsia, si no se hizo. Incluso, más fácil, podría resolverse con una resonancia magnética nuclear realizada al cadáver", concluía el incansable sacerdote español. Se trata de saber cómo y por qué murió aquel a quien la citada doctora Stefanía Falasca considera el "Papa más brillante del siglo XX". Por cierto, ese Papa aconsejó una vez dejar de hacer la "autopsia" a frases bonitas que nada significan.

De hecho, pocos conocen que publicó un libro titulado Ilustrísimos Señores, en el que se atrevía a dialogar figuradamente y sin complejos con autores y personajes como Dickens, Twain, Chesterton, Goethe, nuestro Fígaro, Pinocho, santa Teresa, Manzoni, Marlowe, Quintiliano, Marconi y muchos otros.

"El astuto habla y sus palabras no son vehículo, sino velo del pensamiento, haciendo que parezca verdadero lo falso y falso lo verdadero. A veces obtiene resultados. Por lo general, sin embargo, la cosa no dura mucho…Cuando los bribones van en procesión, es el diablo quien lleva la cruz por delante".

Así respondía el "ilustrísimo señor" San Bernardo de Claraval a Albino Luciani, que le había pedido consejo en una carta anterior.

Como dijo el sacerdote López Sáez a sus censores y silenciadores, "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" En ello sigue, y en la búsqueda sincera de lo verdadero todos debemos seguir para que algunas poco divinas comedias, ante dudas absolutamente razonables, no degeneren en farsas artificiales cuando, tal vez, estemos en presencia de todo un santo mártir.


[I] Así lo llama el mafioso, que se confesó coautor del magnicidio.

[II] Fue el comentario del arzobispo Marcinkus que había desvalijado de malos modos los fondos de la sede patriarcal de Venecia, regentada por Luciani desde 1970, en 1972 con grave escandalo interno.

[III] Juan Pablo I". Biografía ex documentis, Fundación Vaticana Juan Pablo I

[IV] Luciano Raimondi, Anthony S., When the bullet hits the bone (Cuando la bala golpea el hueso), publicado en New York por Page Publishing, Inc. 2019

[V] Papa Luciani. Cronaca di una morte, 2017, NDR.

[VI] El abogado Vittorio Trocchi, secretario general del Governatorato del Vaticano, fue quien negó autoritariamente al doctor Buzzonetti la realización de la autopsia

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