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Nuria Richart

Marx, Lenin, Chávez o Kirchner: retrato de la hipocresía zurda 'pito dura' y violenta

Tres hijos de Marx murieron en la indigencia, Chávez mandaba a su lugarteniente a por las chicas que veía desde el atril o la amante de Lenin.

Tres hijos de Marx murieron en la indigencia, Chávez mandaba a su lugarteniente a por las chicas que veía desde el atril o la amante de Lenin.
Cordon Press

Vamos con la segunda entrega de líderes "hipócritas progresistas". Así calificó Javier Milei a su predecesor Alberto Fernández tras conocerse el presunto maltrato a su ex pareja, Fabiola Yáñez. Dime de qué presumes... y te diré qué ocultas.

Marx, un hijo bastardo, maltrato a su familia y explotación

Y en el principio fue Marx, Karl. En Intelectuales de Paul Johnson hay una refutación académica, científica y moral del prusiano. No hay que olvidar que las doctrinas de Hitler también pretendían ser científicas, ambos racistas y antisemitas, aunque a Marx se le perdona todo.

Un falsario. "No tenía interés en encontrar la verdad sino en proclamarla". Cuánto crimen y padecimiento nos habríamos ahorrado si hubiera odiado menos al ser humano, si hubiera sido un tipo menos pesimista y con menos "fascinación por la corrupción y la violencia, los pactos suicidas y los pactos con el demonio". Lenin, Stalin o Mao Tse Tung, consecuentes con Marx "practicaron en una escala desmesurada la violencia que Marx sintió en su corazón y que sus obras rezuman", dicen Johnson.

De carácter iracundo, furioso, fulminante, machista, duelista, apocalíptico, "carecía de modales", egocéntrico, vanidoso, "la personificación de un dictador democrático". De voz "metálica y penetrante", escribió: "Bramaré gigantescas maldiciones contra la humanidad". Le gustaba citar a Mefistófeles (del Fausto de Goethe): "Todo lo que existe merece perecer". Cuesta abajo y sin frenos hasta el día del juicio final. Se le daba de miedo el dramatismo y con altas dosis de alcohol bordaba el papel. Trabajó, es un decir, por la destrucción general y particular, "de una suciedad intolerable".

Toda la vida fue un mantenido. Vivió de la herencia de su familia, pero pasó de ir al entierro de su padre, y de la de su mujer: Jenny Marx, una desgraciada, una "sufriente esclava". Y por supuesto gracias a Friedrich Engels que, por interés o por admiración, pagó desde el alquiler de las viviendas a las clases particulares de música y pintura para las niñas. Una 'burguesada'.

Fue incapaz de trabajar: "Pasa días sin hacer nada. Lleva vida de intelectual bohemio sin hora fija de acostarse o levantarse y, a menudo, borracho". Empeñó toda la dote de su mujer, "en cierto momento solo Marx podía salir a la calle porque le quedaban un par de pantalones". La familia, numerosa, vivió en la indigencia al menos una década. La mitad de la prole murió antes de alcanzar la adolescencia: Franzisjam, con dos años, Edgar, de una gastroenteritis, y Guido. Escribió Marx "mi mujer me dice que desearía estar en la tumba". A las niñas supervivientes, Jenny, Laura y Eleanor, "les negó una educación". Todas acabaron de forma trágica. Al pretendiente de Laura, cubano, lo apodaba "el negrillo", "el gorila".

Pero Marx tuvo un hijo más, con la criada, también herencia de la familia política. Nunca la pagó por su trabajo. Se llamaba Helene Demuth. Freddy, el niño, fue entregado en adopción a una familia proletaria pero dejaron que visitara a la madre una vez a la semana en la cocina de la casa. Se simuló que era hijo de Engels pero éste, antes de morir, contó la verdad. Otro disgusto para Jenny.

Los camaradas revolucionarios se despacharon: "ruge sin parar, como si diez mil diablos lo retuvieran por el pelo". Otro: "Un cruce "entre gato y mono" con un "cutis amarillo y sucio". Llevó una vida malsana, fumaba mucho y arrastraba problemas de hígado. En su día Escohotado ya me contó lo de los forúnculos y Johnson lo describe:

"Estos diferían en número, tamaño e intensidad… Aparecían en cualquier parte del cuerpo, incluso en las mejillas, el caballete de la nariz, las nalgas y el pene".

Escribió amargamente a Engels, "espero que, mientras yo exista, la burguesía tendrá motivo para acordarse de mis forúnculos".

Sus frases más famosas... no son suyas: "De Karl Shapper provino "Trabajadores del mundo uníos", de Blanqui "La dictadura del proletariado" y de Heine "La religión es el opio de los pueblos".

Con los años otros ya nos demostraron cómo era ese mundo mejor se proponía crear.

Lenin, la conforme mujer secretaria y la amante

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Si hay una constante en los sátrapas comunistas es el machismo. El rol de la compañera de vida como secretaría personal, es recurrente. Lenin aparece con Nadia Krúpskaya (1869- 1939) en una de las últimas imágenes de su vida, ennegrecido y paralizado por el tumor cerebral.

Ella misma sufrió a lo largo de su vida una enfermedad tiroidea muy dolorosa y ahí estuvo, al pie del cañón, compartiendo estrecheces. La pasión de pareja parece que se limitaba a la revolución. El amor de Lenin, en paralelo al matrimonio, fue Inessa Armand (1874-1920), la conoció en París en 1910. A la única que dedicó palabras de amor y afecto. Se quedó prendado de la "pequeña francesa". La correspondencia entre ambos lo demuestra. Escribe ella:

"No solo me gustaba escucharte, sino también observarte mientras hablabas. En primer lugar, porque tu cara se iluminaba, y en segundo lugar, porque tú no te dabas cuenta…".

Y cuando en 1913 se distanciaron: "¡Nos hemos separado, amado mío!".

Inessa murió de cólera a los 46 años y Lenin estuvo presente en su entierro, "con los ojos cerrados, parecía que se iba a caer", contaban los camaradas presentes. La mujer de Lenin, tan comprensiva escribió: "Me temo que la muerte de Inessa ha destruido a Volodia. Se pasa el día llorando con la mirada fija".

Che Guevara: tú en casa con los niños, yo a la revolución

Sus viajes por el mundo gracias al comunismo fueron prioritarios para el sanguinario Che, creador de los campos de trabajo forzoso para homsexuales. A la mujer oficial, Aleida March, también guerrillera, le impidió seguirle en sus aventuras y le obligó a quedarse en Cuba con sus cuatro hijos. Ella se desesperaba. La amó mucho, dicen, en la distancia. La lista de amantes también es larga. A otra Hilda Galdea, la abandonó embarazada. De chaval le gustaban las criadas de su familia.

Dicen que siempre prefirió, sorpresa, los hijos varones. Al parecer cuando nació una de las niñas escribió a la parturienta: "que si era niña la tirara por el balcón" y "tú siempre empeñada en hacerme quedar mal".

Chávez su lugar para 'fichar': el atril del mitin

Hugo Chávez, el supersticioso, solo fue fiel a su bruja de cabecera. Se casó dos veces. Hay quien se empeña en contarle las amantes... Tuvo seis hijos, que se sepa. La primera mujer fue Nancy Colmenares, la primera amante conocida, Herma Marksman, la segunda esposa Marisabel Rodríguez y su segunda amante oficial Nidia Fajardo. Naomi Campbell llegó a decir de él: "Es un toro", desmintiendo lo del 'gorila'.

De primate lo puso Fajardo ante la prensa "Más de una vez quiso pegarme, pero no ha podido, no porque no quisiera, sino porque yo no lo he dejado". Le prohibió ver a la hija de ambos por no haber "pagado la pensión, ni el colegio".

Hay más nombres, Alicia Castro, Rosario "Rudy" Rodríguez de Lucía (miss Venezuela 1985).

Sórdido es lo que contó uno de sus hombres de confianza: "Él me hacía una seña en medio del mítin, y yo me arrimaba hacia la dama en cuestión". Esto recuerda a Daniel Ortega. Otro cercano afirmó lo mismo:

"Cada vez que llegábamos a una tarima, pasaba revista en el personal femenino, siempre había mujeres buenotas, él me hacía una seña con la boca en medio del mítin, y yo me iba arrimando hacia la dama en cuestión, la escogida de la noche, hasta que llegaba a la elegida y él asentía con la cabeza, yo le caía y le decía: "Señorita, el comandante quiere hablarle más tarde"".

Así conoció a Marisabel Rodríguez. En un "Aló, presidente" le soltó: "¡Marisabel, prepárate, que esta noche te voy a dar lo tuyo!".

El mismo lugarteniente amplió el asunto:

"¡Dios mío!, aquel furor uterino que desataba el hombre era impresionante: niñas, jóvenes, maduras y viejas, solteras, casadas, divorciadas. Todas querían tocarlo, acariciarlo, que les hiciera un hijo... A mí me tocaba lidiar con ellas, pararles el trote sin ofenderlas, porque no todas podían acceder a Hugo".

Los Kirchner: peleas, poder y whisky

Y acabamos con otro argentino, Néstor Kirchner, otro 'pito duro' como el que ha inspirado esta serie de hipócritas zurdos machistas que tan pronto graban un ebrio vídeo con una mina en el despacho presidencial como te impulsan una ley contra la violencia de género.

Todo está en el libro de la diputada Mariana Zuvic El origen, una historia íntima de los Kirchner. La autora fue vecina de ellos, en la provincia de Santa Cruz, y testigo presencial de todo lo que narra. Broncas continuas de la pareja:

"Empecé a escuchar gritos que provenían de la habitación y ruidos de objetos que caían, como si los estuviesen tirando al piso o estrellándolos contra las paredes. Se gritaban, se insultaban, se tiraban cosas, adornos, platos, muebles".

Cómo empezó su fortuna a costa de los más desfavorecidos, quién lo iba a decir, los primeros casos de corrupción o las amantes de Néstor.

En una fiesta, cuenta, Cristina "salió a bailar con un militar buen mozo" y:

"Néstor se volvió loco. Sin reparar en los cientos de miradas que se posaban sobre ellos, la tomó del brazo, la sacó por la fuerza del salón del primer piso y la arrastró por la escalera hacía la planta baja a los gritos. Fue un escándalo, con insultos a la vista de media ciudad".

Concluye: "Se maltrataban de puertas adentro y puertas afuera pero siguieron unidos por su amor por el poder". Entre 1977 y 1982 compraron veintiuna propiedades.

Los dos hijos de la pareja fueron criados por la abuela paterna. A las reuniones del colegio iba "Daniel Muñoz, secretario privado de Néstor". Sobre otro chofer de confianza, Rudy Ulloa:

"Cristina lo despreciaba porque sabía el papel que Rudy jugaba en la vida privada y en las jugadas políticas de Néstor: Rudy era el que le llevaba mujeres, con el que fumaba y tomaba whisky hasta caerse, el que sabía todo. Rudy lo apañaba, lo cubría, lo protegía. Y lo salvaba de situaciones íntimas incómodas, como cuando Cristina no le abría la puerta de la casa de noche porque se habían peleado, y él lo llevaba a dormir a otro lado. Pasaban toda la noche fumando y tomando".

Rudy bautizó a Cristina como "la Bruja" y "la Loca".

"Sus excesos con el whisky y sus amantes provocaron la separación", asegura.

"Se separaron cuando ella se enteró de la relación que él mantenía con una amante que Rudy llevaba a la casa de la calle La Manchuria y a la que pasaba a buscar a las siete de la mañana".

Dicen Cristina Fernández, artífice del apodo de 'pito duro' para Alberto Fernández, se plantó ante el cadáver de Néstor y soltó "histérica": "¡Hijo de puta, me dejas sola con este quilombo (follón)! ¡Despierten a este hijo de puta!". Cualquiera se levanta…

A Stalin lo dejamos para una tercera entrega en solitario.

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